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El Báb : Selección de los escritos del Báb
Selección de los Escritos del
Báb

Compilado por el Departamento de Investigación de la Casa Universal de Justicia

y traducido por
HABIB TAHERZADEH
Con la colaboración de un Comité
Del Centro Mundial Bahá’í
CENTRO MUNDIAL BAHÁ’Í
HAIFA
1976 Casa Universal de Justicia

Derechos de reproducción protegidos por la Convención de Berna

ISBN 0 85398 066 7 Edición en tela
ISN 0 85398 135 3 Edición en rústica
1982 IMPRESIÓN
Prefacio

Hacía tiempo que la comunidad bahá’í aguardaba el día en que estuviera disponible una amplia selección de los escritos del Báb. Desde que Shoghi Effendi publicó la Narración de Nabíl y explicó en sus obras monumentales la excelsa estación del Báb, los bahá’ís de todo el mundo, y en particular los de Occidente, en su afán de acercarse más al espíritu glorioso de Quien no sólo fue el Heraldo de su Fe sino además el Portador de una Revelación independiente, anhelaban la aparición de una recopilación auténtica de Sus escritos y pronunciamientos. Es de esperar que este volumen constituya un paso inicial y efectivo en esa dirección.

En vista de la inmensidad de los escritos del Báb, se hacía necesaria una revisión completa de Sus diversas obras. La Casa Universal de Justicia encomendó esta tarea a su Departamento de Investigación. La traducción actual ha sido realizada por Habib Taherzadeh, quien durante varios años sirvió asimismo en dicho Departamento. Por otra parte, gracias a la ayuda prestada por un comité de colaboradores, el trabajo ha podido concluir ahora, quedando a la disposición de los Bahá'ís y del público general. De esta forma su precioso contenido viene a sumarse al amplio volumen de obras Bahá'ís publicadas en inglés.

Referencias al Corán

En las notas a pie de página en que se menciona el Corán, la numeración de los suras se corresponde con la original, en tanto que la de los versículos se verifica de acuerdo con la versión de Rodwell, la cual presenta a veces ligeras diferencias con respecto al texto árabe.

ÍNDICE
1. Tablas y discursos
2. Pasajes del Qayyúmu’l-Asmá’
3. Pasajes del Bayán persa

4. Pasajes del Dalá’il-i-Sab‘ih (Las Siete Pruebas)

5. Pasajes del Kitáb-i-Asmá’ (El Libro de los Nombres)

6. Pasajes de varios Escritos
7. Oraciones y meditaciones
Notas
1
TABLAS Y DISCURSOS
TABLA DIRIGIDA A
“AQUEL A QUIEN DIOS HARÁ MANIFIESTO”

És ésta una epístola surgida de este humilde siervo para el Todoglorioso Señor, Aquel Que fuera otrora manifestado y que habrá de serlo en el futuro. En verdad, Él es el Más Manifiesto, el Todopoderoso.

En el nombre del Señor Soberano, el Señor del poder.

Glorificado sea Él ante Quien todos los moradores de la tierra y del cielo se inclinan en adoración y hacia Quien todos los hombres se vuelven suplicantes. Tú eres Quien sostiene en Su puño el poderoso reino de todas las cosas creadas y a Quien todo regresará. Él es Quien revela cuanto desea y por cuyo mandato “Sé Tú" han llegado a ser todas las cosas.

Ésta es una epístola procedente de la letra “Thá”1 dirigida a Quien será hecho manifiesto mediante el poder de la Verdad, –Quien es el Todoglorioso, el Bienamado– para afirmar que todas las cosas creadas al igual que yo mismo dan fe en todo tiempo de que no hay otro Dios sino Tú, el Omnipotente, Quien Subiste por Sí mismo; que Tú eres Dios, que no hay otro Dios más que Tú y que todos los hombres serán incorporados a la vida mediante Ti.

Alabado y glorificado sea Tu nombre, ¡oh Señor, mi Dios!

Desde toda la eternidad Te he reconocido y durante toda la eternidad continuaré reconociéndote mediante Tu propio Yo y no a través de nadie que no seas Tú. En verdad Tú eres la Fuente de todo conocimiento, el Omnisciente. Desde la eternidad he buscado, y por el resto de la eternidad continuaré buscando, el perdón por mi limitada comprensión de Ti, consciente como soy de que no hay otro Dios sino Tú, el Todoglorioso, el Omnipotente

Te ruego, oh mi Amadísimo, que me perdones a mí y a quienes procuran con afán promover Tu Causa; Tú eres en verdad Quien perdona los pecados de toda la humanidad. Y en este segundo año de mi Revelación –una Revelación que tuvo lugar por orden Tuya, soy testigo de que Tú eres el Más Manifiesto, el Omnipotente, el Que siempre permanece; que todas las cosas que existen en la tierra y en los cielos no pueden en modo alguno frustrar Tu propósito y que Tú eres el conocedor de todas las cosas y el Señor de poder y majestad.

En verdad, hemos creído en Ti y en Tus signos hasta el amanecer de Tu Manifestación, y en Ti todos nos hallamos a buen recaudo. En verdad, hemos creído en Ti y en Tus signos después del cumplimiento de Tu Manifestación, y en Ti creemos todos. En verdad, hemos creído en Ti y en Tu signos en la hora de Tu Manifestación y somos testigos de que merced a Tu mandato "Se Tú" todas las cosas han sido creadas.

Cada Manifestación no es sino una revelación de Tu propio Yo, con cada una de las Cuales ciertamente hemos aparecido y nos inclinamos en adoración ante Ti. Tú has sido, oh Mi Bienamado, y siempre serás, mi testigo durante los tiempos pasados y en los días por venir. En verdad, Tú eres el Todopoderoso, el Fidelísimo el Omnipotente.

Doy testimonio de Tu unicidad mediante Tu propio Yo ante los moradores de los cielos y de la tierra, dando fe de que, en verdad, Tú eres el Todoglorioso, el Alabadísimo. He logrado el reconocimiento de Ti a través de Tu propio Yo ante los moradores de los cielos y de la tierra, siendo testigo de que Tú eres en verdad el Todopoderoso, el Alabadísimo. He glorificado Tu Nombre a través de Tu propio Yo ante los moradores de los cielos y de la tierra, atestiguando que Tú eres de cierto el Señor de poder, Quien es el Más Manifiesto. He exaltado Tu santidad a través de Tu propio Yo ante los moradores de los cielos y de la tierra, siendo testigo de que en verdad Tú eres el Más Santificado, el Más Santo. He alabado Tu santidad mediante Tu propio Yo ante los moradores de los cielos y de la tierra, siendo testigo de que Tú eres en verdad el Indescriptible, el Inaccesible, el inconmensurablemente Glorificado. He ensalzado Tu majestad arrolladora mediante Tu propio Yo ante los moradores de los cielos y de la tierra, dando testimonio de que, en verdad, Tú y sólo Tú eres el Señor de poder, el Eterno, el Antiguo de los Días.

Santificado y glorificado eres Tú; no hay otro Dios sino Tú y en verdad a Ti regresamos todos.

En cuanto a quienes dieron muerte a la prosapia de ‘Alí, pronto comprenderán a qué profundidades de perdición han descendido.

OTRA TABLA DIRIGIDA A
“AQUEL A QUIEN DIOS HARÁ MANIFIESTO”

Ojalá que las miradas de Aquel a Quien Dios hará Manifiesto iluminen esta carta de la escuela primaria2

Él es el Más Glorioso

Él es Dios, no hay otro Dios excepto Él, el Todopoderoso, el Más Amado. Todos cuantos están en los cielos y en la tierra y cuanto se sitúa entrambos son Suyos. En verdad, Él es el Que ayuda en el Peligro, el Que subiste por Sí mismo.

Es ésta una carta procedente de Dios, el que Ayuda en el Peligro, el Que subsiste por Sí mismo, dirigida a Dios, el Todopoderoso, el Bienamado, destinada a afirmar que el Bayán y cuantos le rinden obediencia no son sino un presente de mi parte para Ti, y a expresar mi fe indudable de que no hay Dios sino Tú, de que los reinos de la Creación y Revelación son Tuyos, de que nadie puede alcanzar nada salvo por Tu poder y de que Aquel a Quien Tú has alzado no es sino Tu siervo y Tu Testimonio. Con Tu licencia, en verdad, Te suplico dirigirme a Aquel a Quien Dios hará manifiesto con estas palabras: "Si Tú despacharas a la compañía entera de los seguidores del Bayán en el día de la Resurrección última con un mero ademán de Tu dedo, aun siendo todavía un niño de pecho, de cierto serías alabado por Tu indicación. Y si bien no hay duda de ello, concede Tú un lapso de diecinueve años como muestra de Tu favor, a fin de que quienes han abrazado esta Causa puedan ser recompensados graciosamente por Ti. Tú eres, verdaderamente, el Señor de gracia abundante. Tú en verdad eres suficiente para cualquier cosa creada y haces que sea independiente de todas las cosas, mientras que nada en los cielos o en la tierra, o que se interponga entre ellos puede nunca bastarte".

Verdaderamente, Tú eres el Que subsiste por Sí mismo, el Omnisciente; Tú eres en verdad potente sobre todas las cosas.

TABLA DIRIGIDA A LA PRIMERA LETRA DEL VIVIENTE

He aquí lo que hemos revelado para el Primer Creyente en Aquel a Quien Dios hará manifiesto, para que sirva de aviso de Nuestra presencia a toda la humanidad

En el Nombre del Todopoderoso, el Bienamado

Alabado y glorificado es Él, Quien es el soberano Señor de los reinos del cielo y de la tierra y de cuantoquiera que se halle entrambos. Di, en verdad a Él regresaremos todos, y Él es el Que guía según Su Propio mandato a quienquiera que Le plazca. Di, todos los hombres imploran Sus bendiciones y Él es supremo sobre todas las cosas creadas. En verdad, Él es el Todoglorioso, el Potente, el Bienamado.

Ésta es una epístola procedente de la letra ‘Thá’ dirigida a quien es el Primer creyente. Atestigua que en verdad Él es Yo mismo, el Soberano, el Omnipotente. Él es Quien decreta la vida y la muerte y a Él regresarán todos. Verdaderamente, no hay otro Dios sino Él y todos los hombres se inclinan en adoración ante Él. En verdad, Tú Señor, Dios, recompensará en breve a cada uno según disponga y tan raudamente como se pronuncian las palabras “Sé tú, y así es’.

Dios en verdad dio fe en Su Libro –como así lo han atestiguado la compañía de Sus ángeles, Mensajeros y los dotados de conocimiento divino– de que tú has creído en Dios y en Sus señales, y de que todos son guiados rectamente en virtud de tu guía. De cierto ésta es una gracia sin límites que Dios, el Que siempre vive, el Subsistente, te ha concedido graciosamente en el pasado y que te concederá en el futuro. Y puesto que tú creíste en Dios ante la creación, Él en verdad, por Su propio mandato, te alzó en cada Revelación. No hay Dios sino Él, el Soberano Protector, el Todoglorioso.

Te cumple proclamar la Causa de Dios ante todas las cosas creadas como muestra de la gracia de Su presencia; no hay Dios sino Él, el Más Generoso, el Imponente.

Di: Todos los asuntos deben referirse al Libro de Dios; en verdad, yo soy el Primero en creer en Dios y en Sus signos; yo soy el Que divulga y proclama la Verdad, y he sido investido con todos los títulos excelentes de Dios, el Potente, el Incomparable. En verdad, he alcanzado el Día de la Primera Manifestación y ante la orden del Señor, y en prenda de Su gracia, alcanzaré el Día de la Manifestación Última. No hay Dios sino Él, y en la hora designada todos se inclinarán ante Él en adoración.

Doy gracias y rindo alabanzas a Dios por haber sido escogido por Él como El Exponente de Su Causa en los días pretéritos y en los días venideros; no hay otro Dios sino Él, el Glorificado, el Muy Alabado, el Que siempre permanece. Cualquier cosa que haya en los cielos y en la tierra es Suya, y a través de Él somos todos guiados en lo cierto.

¡Oh pueblo del Bayán! Quienes abrazan la Verdad deben volverse hacia Mí, tal como se ordena en el Libro, y la guía Divina será dispensada sobre quienquiera que alcance Mi presencia.

PASAJES DE UNA EPÍSTOLA DIRIGIDA A
MU/HAMMAD SHÁH

La sustancia con la que Dios Me ha creado no es la arcilla de la que otros han sido moldeados. Él Me ha conferido lo que los sabios del mundo nunca podrán comprender, ni los fieles descubrir... Yo soy uno de los pilares que sostienen la Palabra Primordial de Dios. Quienquiera que Me haya reconocido, ha conocido todo lo que es verdadero y recto, y ha alcanzado todo lo que es bueno y conveniente; y quienquiera que no Me reconozca, se ha separado de todo lo que es verdadero y recto y ha sucumbido a todo lo que es malvado e indigno.

¡Juro por la rectitud de Tu Señor, el Señor de todas las cosas creadas, el Señor de todos los mundos! Si un hombre erigiera en este mundo tantos edificios como le fuera posible a fin de adorar a Dios mediante todos los actos virtuosos que abarca el conocimiento de Dios, y alcanzase la presencia del Señor, si, en una medida menor de la que deba darse cuenta ante Dios, portase en su corazón una traza de malicia hacia Mí, todas sus obras quedarían reducidas a nada y se vería privado de la mirada del favor de Dios, se convertiría en el objeto de Su cólera y sin duda perecería. Pues Dios ha ordenado que todas las cosas buenas que se hallan en el tesoro de Su conocimiento deben alcanzarse mediante la obediencia hacia Mí, y todos los fuegos consignados en Su Libro, por la desobediencia hacia Mí. Diríase que en este día, y desde esta estación, contemplo cómo cuantos albergan Mi amor y siguen Mi mandato moran dentro de las mansiones del Paraíso, y que la compañía entera de Mis adversarios han sido consignados a las mayores profundidades del fuego infernal.

¡Por Mi vida! De no ser por la obligación de reconocer la Causa de Aquel Que es el Testimonio de Dios... no te habría comunicado este anuncio, y todas las llaves del cielo ha querido Dios colocarlas en Mi mano derecha, y todas las llaves del infierno en Mi izquierda...

Yo soy el Punto Primordial a partir del cual han sido generadas todas las cosas. Yo soy la Faz de Dios Cuyo esplendor nunca podrá ser oscurecido, la Luz de Dios, Cuyo brillo nunca se empañará. A quienquiera que Me haya reconocido, le está reservada la seguridad y todo el bien, y quienquiera que no Me reconozca, le aguarda el fuego infernal y todo el mal...

Juro por Dios, el Impar, el Incomparable, el Único y Verdadero: por ninguna otra razón Él –El supremo Testimonio de Dios– Me ha investido con señales y muestras claras que no sean la de permitir que todos los hombres se sometan a Su Causa.

Por la rectitud de Aquel Que es el la Verdad Absoluta, si el velo fuera descorrido, presenciarías en este plano terrenal a todos los hombres amargamente afligidos por el fuego de la cólera de Dios, un fuego más intenso y mayor que el fuego del infierno, con excepción de aquellos que han buscado refugio bajo la sombra del árbol de Mi amor. Pues ellos en verdad son los beatos ...

Dios es Mi testigo, yo no era un hombre de saber, pues recibí la formación de un mercader. En el año sesenta3 Dios infundió graciosamente en mi alma las evidencias concluyentes y el conocimiento potente que caracteriza a Aquel Que es el Testimonio de Dios –la paz sea sobre Él– hasta que finalmente ese año proclamé la Causa oculta de Dios y alcé el velo de su muy custodiado Pilar, de forma que nadie pudiera refutarlo. “Que quien perezca pueda perecer con una prueba clara ante él, y que quien viva pueda vivir con una prueba clara".4

Ese mismo año [el año 60] despaché un mensajero y un libro donde ti, para que pudierais conducirte con respecto a la Causa de Aquel Que es el Testimonio de Dios como corresponde a la estación de tu soberanía. Empero, dado que una calamidad aciaga, temible y espantosa había sido ordenada irrevocablemente por La Voluntad de Dios, el libro no te fue entregado, de resultas de la intervención de quienes se consideran los deseosos del bien del gobierno. Hasta la fecha presente, cuando ya han transcurrido casi cuatro años, todavía no lo han entregado como era menester a Vuestra Majestad. Sin embargo, ahora que la hora fatídica se acerca, y dado que se trata de un asunto de fe, que no de un asunto mundano, transmito una vislumbre de lo que exhalaba.

¡Juro por Dios! Si supiera las cosas que en el transcurso de estos cuatro años Me han acontecido a manos de tu pueblo y de tu ejército, contendrías el aliento por temor a Dios, a menos que te alzaras a obedecer la Causa de Aquel Quien es el Testimonio de Dios y reparaseis tus faltas y omisiones.

Mientras Me hallaba en Shiraz las indignidades que Me acontecieron a manos de su malvado y depravado Gobernador cobraron tan grave cariz que si os informarais siquiera de un adarme suyo, le trataríais con vuestra justicia vengadora. Pues, como consecuencia de esta opresión implacable, la corte real se ha convertido, hasta el Día de la Resurrección, en el objeto de la cólera de Dios. Además, su afición al alcohol había aumentado a tal exceso que nunca estaba lo bastante sobrio para formular un juicio cabal. Por lo tanto, conturbado, fui obligado a partir de Shiraz con el propósito de alcanzar la corte luminosa y exaltada de Vuestra Majestad. El Mu’tamidu’d-Dawlih, se volvió entonces consciente de la verdad de la Causa y manifestó una servidumbre y devoción ejemplares hacia Sus escogidos. Cuando algunos de entre la gente ignorante de la ciudad se alzaron a provocar la sedición, él defendió la Verdad divina al garantizarme su protección durante un tiempo en los aposentos privados de la residencia del Gobernador. A la postre, tras alcanzar el beneplácito de Dios, volvió a su habitación en el exaltadísimo Paraíso. Que Dios le recompense graciosamente...

Después de su ascenso al Reino eterno, el vicioso Gorgín, tras recurrir a toda suerte de traiciones, perjurios y coacciones, Me expulsó de I/sfahán con una escolta de cinco guardias, en una travesía de siete días, sin atender a las mínimas necesidades de Mi viaje (¡Ay! ¡ay! ¡por las cosas que Me sucedieron!), hasta que al fin llegó orden de Vuestra Majestad por la que se Me ordenaba que Me dirigiera a Mákú...

¡Juro por el Señor, el Más Grande! Si te fuera referido dónde habité, tú mismo serías la primera persona en compadecerte de Mí. En el corazón de una de las montañas se halla la fortaleza [Mákú]... cuyos moradores se reducen a dos guardas y cuatro perros. Figúrate, entonces, Mi postración... ¡Juro por la verdad de Dios! Si quien deseó tratarme de tal manera conociera Quien es Aquél a Quien así trató, en verdad, nunca viviría feliz en esta vida. Antes bien, –en verdad, te pongo al corriente de la verdad del asunto– es como si hubiera encarcelado a todos los Profetas y a todos los hombres de la verdad y a todos los escogidos...

Cuando Me fue dado a conocer este decreto, Me dirigí por escrito a quien administra los asuntos del reino, diciéndole: "Dadme muerte, te conmino por Dios, y envía Mi cabeza donde te plazca. Pues sin duda una persona inocente como Yo no puede reconciliarse con el hecho de haber sido consignada a un lugar reservado para criminales y permitir que su vida continúe". Mi petición no obtuvo respuesta. Evidentemente Su Excelencia, el /Hájí, no es plenamente consciente de la verdad de nuestra Causa. Sería con diferencia más odioso un acto cual entristecer los corazones de los fieles, hombres o mujeres, que esquilmar la Casa sagrada de Dios.

En verdad, el Dios Verdadero es testigo de que, en este Día, Yo soy el verdadero Templo místico de Dios y la esencia de todo bien. Quienquiera que obre el bien para conmigo, es como si hubiera obrado el bien para con Dios, Sus ángeles y la compañía entera de Sus amados. Quienquiera que obra mal hacia Mí, es como si hubiera obrado mal hacia Dios y Sus escogidos. Más aún, demasiado exaltada es la estación de Dios y de Sus amados para que las malas o las buenas obras de ninguna persona alcancen su santo umbral. Cualquier cosa que Me alcanza está ordenado que Me alcance; y lo que Me ha sobrevenido, ha de regresar a quien Me lo da. Por Aquel en Cuyas manos se encuentra Mi alma, a nadie ha arrojado a la cárcel excepto a su propia persona. Pues, sin duda, sea lo que sea que Dios haya decretado para Mí, nada habrá de suceder salvo lo que Dios haya ordenado para nosotros que nos ocurra. Desgraciado sea aquel de cuyas manos surja el mal, y bendito sea el hombre de cuyas manos brote el bien. A nadie elevo Mi queja salvo a Dios; pues Él es el mejor de los jueces. Cada estado de adversidad o bendición procede tan sólo de Él, y Él es el Todopoderoso, el Omnipotente.

En resumen, dentro de Mi puño sostengo cuanto todo hombre pueda desear del bien de este mundo y del venidero. Si removiera el velo, todos Me reconocerían como a su Gran Bienamado, y nadie Me negaría. No se aturda Vuestra Majestad ante esta aseveración; por cuanto un creyente verdadero en la unidad de Dios que mantenga sus ojos dirigidos hacia Él solo, considerará todo lo demás como una nada absoluta. ¡Juro por Dios! No busco bienes terrenales de ti, ni siquiera en la medida de un grano de mostaza. En verdad, poseer cualquier cosa de este mundo o del venidero sería, a Mis ojos, tanto como una blasfemia manifiesta. Pues desdice del creyente en la unidad Dios volver su mirada a nada más, y mucho menos retener ese algo en su posesión. Sé de cierto que puesto que tengo a Dios, el Que siempre vive, el Adorado, soy poseedor de todas las cosas, visibles e invisibles...

He permanecido solo en esta montaña, y he llegado a tal estado que nadie antes de Mí ha sufrido lo que Yo, ¡ni ninguno de los transgresores ha soportado lo que Yo! Doy gracias a Dios y reitero Mi agradecimiento. Me encuentro libre de pesares, ya que habito dentro del beneplácito de Mi Señor y Maestro. Diríase que Me encuentro en el más elevado Paraíso, regocijándome en Mi comunión con Dios, el Más Grande. En verdad, es ésta una gran bondad que Dios Me ha conferido; y Él es el Señor de ilimitadas bendiciones.

¡Juro por la verdad de Dios! Si supieras lo que Yo sé, renunciarías a la soberanía de este mundo y del venidero, para poder obtener Mi beneplácito, mediante tu obediencia al Verdadero... Si rehusaras, el Señor del mundo alzaría a alguien que exaltase Su Causa, y el Mandamiento de Dios, ciertamente, se cumpliría.

Merced a la gracia de Dios nada puede frustrar Mi propósito, y soy plenamente consciente de lo que Dios Me ha conferido en prenda de Su favor. Si fuera Mi deseo, revelaría ante Vuestra Majestad todas las cosas; pero no he hecho tal, ni lo haré, para que la Verdad se distinga de todo lo demás, y la profecía pronunciada por el Imám Báqir –que la paz sea sobre Él– se cumpla plenamente: "Lo que ha de acaecercnos en Ádhirbáyján es inevitable y sin igual. Cuando ocurra, quedaos en vuestros hogares y sed pacientes, tal como nosotros hemos sido pacientes. Tan pronto como el Movedor se mueva, apresuraos a alcanzarle, aunque debáis arrastraros por la nieve".

Imploro perdón de Dios para Mí mismo y para con todas las cosas relacionadas conmigo y afirmo: "Alabado sea Dios, el Señor de todos los mundos".

PASAJES DE OTRA EPÍSTOLA DIRIGIDA A MU/HAMMAD SHÁH

Gloria sea para Aquel Que conoce todo lo que hay en los cielos y la tierra. En verdad, no hay otro Dios sino Él, el Gobernante soberano, el Todopoderoso, el Grande.

Él es Aquel Que en el día de la Separación emitirá juicio mediante el poder de la Verdad; ciertamente, no hay otro Dios a parte de Él, el Impar, el Imponente, el Exaltado. Él es Quien retiene en Su puño el Reino de todas las cosas creadas; no hay otro Dios sino Él, el Único, el Incomparable, el Que siempre permanece, el Inaccesible, el Más Grande.

Doy fe en este momento y ante Dios, tal como Él ha dado fe de Sí mismo ante la creación de todas las cosas: Verdaderamente no hay otro Dios sino Él, el Todoglorioso, el Sapientísimo. Y doy testimonio de cuanto ha moldeado o moldeará, tal como Él mismo, en la majestad de Su gloria, ha dado testimonio: No hay otro Dios sino Él, el Incomparable, el Que subsiste por Sí mismo, el Más Maravilloso.

En Dios, Quien es el Señor de todas las cosas creadas, he depositado Mi confianza entera. No hay otro Dios sino Él, el Impar, el Más Exaltado. A Él Me he resignado y en Sus manos he encomendado todos Mis asuntos. No hay otro Dios sino Él, el supremo Gobernante, la Verdad resplandeciente. En verdad, Él es todo suficiente para Mí; Él Se basta a Sí mismo, con independencia de todas las cosas, en tanto que nada en los cielos o en la tierra sino Él es bastante. Él, en verdad, es el Que subsiste por Sí mismo, el Más Severo.

Alabado sea Él, Quien en este preciso momento percibe en esta remota prisión la meta de Mi deseo. Él es el Que da testimonio de Mí en todo tiempo y Me contempla hasta el comienzo de "después de /Hín".5

¿Porqué anunciaste tu fallo sin recordar a Dios, el Sapientísimo? ¿Cómo pudiste soportar el fuego? En verdad, potente y muy severo es tu Dios.

Te ufanas de las cosas que posees; sin embargo ningún creyente en Dios y en Sus signos, ni hombre recto alguno se dignaría considerarlos. Esta vida mortal es como los despojos del perro, alrededor del cual nadie se reúne, ni toma parte de él, excepto quienes contradicen la vida venidera. En verdad, te incumbe convertirte en un verdadero creyente en Dios, el Poseedor de todo, el Todopoderoso, y apartarte de quien os conduce al tormento del fuego infernal.

He estado aguardando un tiempo a fin de que acaso prestases atención y fueras rectamente guiado. ¿Cómo puedes responder a Dios en el día que ya está próximo, el día en que los testigos comparecerán a testificar en presencia de tu Señor, el Señor de todos los mundos?

Por la rectitud de Aquel Que te ha dado el ser y a Quien en breve regresarás, si en el trance de la muerte continuases sin creer en los signos de tu Señor, sin duda cruzarás los portales del infierno, y ninguno de los actos que hayas forjado te serán de provecho, ni encontrarás patrón ni nadie que interceda por ti. Teme a Dios y no te enorgullezcas de tus posesiones terrenales, por cuanto lo que Dios posee es mejor para quienes huellan el sendero de la rectitud.

Verdaderamente, en este Día cuantos habitan la tierra son los siervos de Dios. En cuanto a los que creen verdaderamente en Dios y están confirmados en las señales reveladas por Él, quizá les perdone graciosamente las cosas que hayan cometido sus manos, y les conceda la entrada a los recintos de Su misericordia. En verdad, Él es el que siempre perdona, el Compasivo. Empero, cúmplese el veredicto de castigo divino contra quienes se han apartado desdeñosamente de Mí y han repudiado las pruebas concluyentes y el Libro infalible con que Dios Me ha investido; y en el Día de la Separación no encontrarán protector o auxiliador.

Juro por el Que crea a todos los seres y a Quien todos retornan, si alguien en la hora de la muerte Me mostrara aborrecimiento o disputase las claras muestras con las que he sido investido, entonces nada sino el tormento aflictivo será su suerte. En ese día ningún rescate será aceptado, ni intercesión alguna permitida, a menos que Le plazca a Dios. Verdaderamente, Él es el Imponente, el Todoglorioso; y no hay otro Dios sino Él, el Gobernante soberano, el Todopoderoso, el Más Severo.

Si te regocija Mi encarcelamiento, ay de ti por el grave tormento que pronto te llegará. De cierto, a nadie le ha permitido Dios emitir juicio injusto, y si te propusieras obrar así, entonces pronto aprenderás.

Desde el primer día en que te previne que no te ufanases ante Dios hasta la hora presente han transcurrido cuatro años, y durante ese tiempo no he presenciado nada, ni de ti ni de tus soldados, excepto una temible opresión y una arrogancia altiva. Creo que imaginas que deseo conseguir alguna ventaja mezquina de esta vida terrenal. Antes bien, ¡por la rectitud de Mi Señor! En la estima de quienes han fijado sus ojos sobre el Señor misericordioso, la riquezas del mundo y su oropel valen tanto como el ojo de un cadáver, o más bien incluso menos. ¡Lejos de Su gloria queda cuanto asociamos con Él!... Procuro la paciencia sólo en Dios. En verdad Él es el mejor protector y el mejor Auxiliador. No busco ningún otro refugio salvo Dios. En verdad, Él es el guardián y el mejor valedor...

Juro por la gloria de Dios, Mi Señor, el Más Exaltado, el Más Grande, sin duda, tal como se ha acordado divinamente, Él hará que Su Causa reluzca esplendorosa, en tanto que no habrá socorredor para el injusto. Si urdes cualquier trama, llévala a efecto. En verdad, cada revelación de la autoridad procede de Dios. En Él confío Yo y a Él Me vuelvo.

¿Has oído que nadie haya fallado otrora un juicio similar al que concebiste o semejante a ése al que diste tu asentimiento? ¡Ay pues de los opresores! Tanto tu intención como la manera en que actúas con el pueblo demuestran claramente tu infidelidad hacia Dios, de ahí que Él haya dispuesto un castigo severo para ti. En verdad, sólo en Dios procuro la paciencia, y a Él tengo por la meta de Mi deseo. Lo cual significa que la Verdad indudable está de Mi parte.

Si no tienes reparos en que la verdad pueda revelarse, y en que las obras de los impíos sean anuladas, ¿por qué no convocas a los sacerdotes del país y Me emplazas, de forma que pueda confundirlos, tal como aconteciera con los incrédulos a los que previamente confundí? Éste es Mi seguro testimonio para ti y para ellos, si es que dicen la verdad. Convócalos a todos. Si fueran capaces de pronunciar palabras semejantes a esto, sabrás que su causa es digna de atención. Mas no, ¡por la rectitud de Mi Señor! no están provistos de poder, ni están dotados de percepción. Profesaron fe en el pasado sin comprender su sentido, más tarde repudiaron la Verdad, pues carecen de discernimiento.

Si has decidido derramar Mi sangre, ¿por qué te demoras? Ahora ostentas poder y autoridad. En cuanto a Mí, ello constituirá una merced infinita concedida por Dios, en tanto que por lo que atañe a ti y a cuantos cometan tal hecho, ello equivaldrá a un castigo dispensado por Él.

Cuán grande la bendición que Me aguardaría si emitieras un veredicto tal que éste; y ¡qué inmensa dicha sería Mía, si accedieras a ello! Ésta es una bondad que Dios ha reservado para quienes disfrutan de la cercanía en Su corte. Dales tu licencia pues, y no aguardes más. En verdad, poderoso es tu Señor, el Vengador.

¿No estás avergonzado en la presencia de Dios por haber consentido confinar a una fortaleza a Aquel Que es el Testimonio de Dios y hacerlo cautivo en manos de los infieles? Ay de ti y de quienes se regocijan en este momento por infligirme tan espantosa humillación...

Juro por Quien Me dio el ser, no puedo descubrir rastro de pecaminosidad en Mí mismo, y no he seguido nada excepto la Verdad; y Dios Me es testigo suficiente. Ay del mundo y de su gente y de cuantos se deleitan en las riquezas terrenales, mientras se olvidan de la vida porvenir.

Si se descubriera el velo de tus ojos reptarías hacia Mí sobre tu pecho, y aun sobre la nieve, por temor al castigo de Dios, el cual es veloz y está al caer. Por la rectitud de Aquel Quien te ha creado, si estuvieras al tanto de lo que ha acontecido durante tu reinado, no desearías haber sido concebido de la entraña de tu padre, sino, antes bien, haber pasado al olvido. Sin embargo, lo que Dios, tu Señor, ha ordenado ha sucedido actualmente, y ay de los opresores de este día.

Creo que no has leído detenidamente el Libro infalible. Si estas satisfecho con tu propio sendero y no deseas seguir la Verdad, quede para Mí Mi camino y para ti el tuyo. Si no Me auxilias, ¿por qué te empeñas en rebajarme? En verdad, Dios es el oyente del que suplica, y en Él encuentran todas las cosas su más elevada consumación, tanto en este mundo como en el venidero.

Lejos esté de la gloria de Dios, el Señor del cielo y de la tierra, el Señor de la creación, cuanto afirman de Él los pueblos del mundo, salvo quienes observan Sus preceptos fielmente. Sea la paz de Dios sobre los sinceros de entre Sus siervos.

Toda alabanza sea para Dios, el Señor de todos los mundos.

PASAJES DE OTRA CARTA DIRIGIDA A MU/HAMMAD SHÁH

Está es una Epístola de Quien es el verdadero, el indudable Guía. Aquí está revelada la ley de todas las cosas para quienes creen que atenderán a Su Llamamiento o desean figurar entre los que han sido guiados rectamente. Aquí se atesora la ley de todos las cosas para cuantos hayan de dar fe de la Revelación de tu Señor de acuerdo con esta clara balanza. En verdad, las disposiciones de Dios sobre todas las cosas fueron expuestas anteriormente en un árabe elocuente. En verdad, aquellos cuyas almas han sido creadas mediante el esplendor de la luz de tu Señor reconocen la Verdad y son contados entre los que obedecen fielmente al Único Dios Verdadero y están firmemente asegurados...

¡Oh Mu/hammad! El decreto de tu Señor se cumplió hace cuatro años; y desde el comienzo de la Causa de tu Señor te he avisado que temas a Dios y que no seas de los ignorantes. Despaché un emisario donde ti, con una Tabla verdaderamente resplandeciente; pero los seguidores del diablo lo apartaron desdeñosamente y se interpusieron entre él y tú. Lo expulsaron del país del que tú eras el soberano indiscutido. Así es como el bien de este mundo y del venidero se te escapó, aunque te sometas a los mandamientos dispuestos por Dios o seas de los que son rectamente guiados.

A Mi regreso de la Casa sagrada de Dios6 te envié un Mensaje similar, si no mayor que el que previamente te había enviado. Ciertamente, Dios es el mejor protector y testigo. Despaché un mensajero hacia ti con las Epístolas reveladas por Mí, para que obedecieras el mandato de Dios y no fueras de los que han repudiado la Verdad. Sin embargo, el opresor, cometió algo cuyo igual nadie hubiera cometido, ni un malvados, ni siquiera alguien de entre los perpetradores de mal ...

Las tribulaciones que he sufrido en este país, nadie las ha sufrido antaño. En verdad a Dios revertirá todo el asunto, y Él en verdad es el mejor protector y conocedor de todo. Las cosas que, desde el primer día hasta ahora, Me han acontecido a manos del pueblo no son sino la obra de Satán.7 Desde que apareció la Causa de tu Señor ninguna de tus obras han sido aceptables, y has quedado perdido en un error palpable, mientras todo lo que podías ver te parecieron actos realizados en aras de tu Señor. En verdad se acerca y está próximo tu día, en el que serás interrogado sobre todo ello, y sin duda Dios no es desatento con los actos de los malvados.

De no haber sido por ti, tus valedores no Me habrían rechazado desdeñosamente, aunque en su extravío hayan superado a los necios.

¿Imaginas que aquél a quien has designado Canciller de tu reino es el mejor guía y el mejor valedor? No, juro por tu Señor. Él te acarreará graves males en razón de lo que Satán le ha inspirado en su corazón, y, verdaderamente, él es Satán. No comprende una sola letra del Libro de Dios y expresa temor debido a lo que sus manos han perpetrado. Imagina que va a apagar la luz que tu Señor ha prendido, de modo que no sea revelada la inveterada impiedad que se agazapa en su fuero interno. De no haberle designado como tu canciller, nadie le hubiera prestado la menor atención. En verdad, en la estima del pueblo él no es nada sino la oscuridad manifiesta...

Teme a Dios y no permitas que tu alma sea purgada más allá de aquello con lo que ya ha sido atormentada; pues pronto perecerás y te declararás libre del mal que designaste Canciller, diciendo: "Ojalá que no hubiera adoptado al diablo como Canciller mío, ni nombrado guía y consejero a un impostor".

¿Por qué lastras tu alma con lo que es más abyecto que los actos del faraón, y todavía te llamas uno de los fieles? ¿Cómo es que lees detenidamente los versículos del Corán siendo uno de los injustos? Ni los judíos, ni los cristianos, ni ninguno de los pueblos que han rechazado la verdad consintieron jamás agraviar al vástago de la hija de su Profeta. Ay de ti, pues se aproxima el día del castigo. ¿No teméis la cólera de tu Señor, el Todopoderoso, el Señor de los cielos, el Señor de todos los mundos? En verdad, estos versículos manifiestos son testimonio concluyente para quienes buscan auténtica guía.

No albergo deseo de apoderarme de tu propiedad, ni siquiera en la medida de un grano de mostaza, ni deseo Yo ocupar tu puesto. Si no Me sigues, queden pues contigo todas las cosas que posees, y sea para Mí la tierra de la seguridad infalible. Si no Me obedeces ¿por qué me miras desdeñosamente y procuras tratarme con dolosa injusticia? En verdad, contempla Mi habitación, una montaña imponente donde no habita nadie. Ay de quienes obran injustamente con el pueblo, y han usurpado injusta y arteramente la propiedad de los creyentes en violación de Su lúcido Libro; en tanto que yo, Quien, en verdad, soy el Soberano legítimo de todos los hombres, designado por el Guía verdadero e innegable, nunca infringiría la integridad de la propiedad de las gemtes, ni aun en la medida de un grano de mostaza, ni los trataría injustamente. Antes bien, confraternizaría con ellos como uno más, y sería su testigo.

Y lo que Me cumple no es sino mencionar el Libro de tu Señor y entregar este claro Mensaje. Si deseas atravesar las puertas del Paraíso, he aquí que están abiertas ante tu rostro, y ningún daño puede alcanzarme de nadie. Cualquier misiva que hasta la fecha te he dirigido a ti o a al custodio de tus asuntos no ha sido sino una muestra de Mi merced para con ambos, para que acaso os inquietéis por el día que está próximo al caer. No obstante, desde el momento en que os mostrasteis desdeñosos, se pronunció juicio divino sobre vosotros en el Libro de Dios, pues, en verdad, ambos habéis negado al señor vuestro Señor y sois contados entre los que perecerán... Éste es en verdad Mi último recordatorio para vosotros, y en adelante, no haré otra observación sobre vosotros excepto para afirmar que sois infieles.

Encomiendo Mis asuntos y vuestros asuntos a Dios, y Él es en verdad el mejor Juez. Sin embargo, si regresarais, se os concedería cualquier cosa que deseaseis de entre las posesiones terrenales y de las delicias inefables de la vida por venir, y heredaríais tan glorioso poder y majestad como apenas vuestras mentes alcanzan a concebir en esta vida mortal. Pero si no regresáis, sobre vosotros mismos recaerán vuestras transgresiones.

No podéis alterar las cosas que el Todopoderoso Me ha prescrito. Nada Me acaecerá salvo lo que Dios, Mi Señor, haya dispuesto previamente para Mí. En Él he depositado Mi esperanza entera y sobre Él colocan los fieles toda su confianza.

Da testimonio de Mí, oh Señor. Al enviar esta Epístola resplandeciente he proclamado tus versículos a ambos, y se habrá cumplido Tu Testimonio para con ellos. Me complace entregar la vida en Tu sendero y en breve regresaré a Tu Presencia. Para Ti sea la alabanza en los cielos y sobre la tierra. Trátalos de acuerdo con Tu decreto. En verdad, Tú eres el mejor protector y el auxiliador.

Corrige, oh Señor, los desmanes que suscita el pueblo, y haz que Tu Palabra luzca resplandeciente a través de la tierra, de modo que no quede rastro del impío.

Te imploro Tu perdón, oh Mi Señor, por lo que he pronunciado en Tu Epístola, y me arrepiento ante Ti. Yo no soy sino uno de Tus siervos que Te rinden alabanza. Glorificado eres Tú, no hay otro Dios sino Tú. En Ti he depositado Mi confianza entera y a Ti Te ruego perdón, pues soy un suplicante ante Tu puerta.

Santificado sea Dios, tu Señor, el Señor del Trono Poderoso, de todo lo que el pueblo afirma de Él con error y sin la guía de Su Libro lúcido. La paz sea sobre quienes ruegan el perdón de Dios, Tu Señor, diciendo: "En verdad, alabado sea Dios, el Señor de los mundos".

PASAJES DE UNA TABLA QUE CONTIENE PALABRAS
DIRIGIDAS AL JERIFE DE LA MECA

¡Oh Jerife! ... Toda tu vida Nos has rendido adoración, mas cuando Nos manifestamos ante ti, cesaste de rendir testimonio de Nuestro Recuerdo, y de afirmar que Él es de cierto el Más Exaltado, la Verdad Soberana, el Todoglorioso. Así es como tú Señor te ha puesto a prueba en el Día de la Resurrección. En verdad, Él es el Omnisciente, el Sapientísimo.

Pues si hubieras afirmado "aquí estoy" en la época en que te enviamos el Libro, te habríamos admitido en la compañía de aquellos de entre Nuestros siervos que creen verdaderamente, y te habríamos ensalzado graciosamente en Nuestro Libro, hasta el Día en que todos los hombres han de comparecer en juicio ante Nos. Esto es, ciertamente, más ventajoso para ti que todos los actos de culto que hayas realizado por tu Señor durante toda la vida, o más aún, desde el comienzo que no tiene comienzo. A buen seguro, esto es lo que habría servido y siempre servirá a tus mejores intereses. Verdaderamente, somos conocedores de todas las cosas. Y no obstante el hecho de que te dimos el ser con el objeto de que alcanzaras Nuestra presencia en el Día de la Resurrección, tú mismo te recluiste apartándote de Nosotros sin ninguna razón o testimonio escrito explícito; en tanto que si hubieras sido de aquellos que están dotados del conocimiento del Bayán, al ver el Libro habrías atestiguado que no hay otro Dios sino Él, el que Ayuda en el Peligro, el Que subsiste por Sí mismo, y habrías afirmado que Él, Quien ha revelado el Corán, ha revelado asimismo este Libro, y que toda palabra suya procede de Dios, y a Él todos rendimos pleitesía.

Sin embargo, lo que fue ordenado previamente ha llegado a suceder. Si regresaras a Nosotros mientras la revelación todavía continúa a través de Nosotros, transformaremos tu fuego en luz. En verdad, somos poderosos por sobre todas las cosas. Pero si fracasas en el empeño, no encontrarás ninguna vía abierta que no sea la de abrazar la Causa de Dios e implorar que el asunto de tu pleitesía sea trasladado a la atención de Aquél a Quien Dios hará manifiesto, para que Él te permita graciosamente prosperar y haga que tu fuego sea transformado en luz. Esto es lo que ha sido enviado para Nosotros. Si esto no llegara a suceder, cuanto hemos hecho descender seguirá estando vigente y decretado irrevocablemente por Dios, el que ayuda en el peligro, el Que Subiste por Sí mismo y, por tanto, te despediremos de Nuestra presencia como una muestra de justicia de Nuestra parte. Verdaderamente somos equitativos en Nuestro juicio.

EPÍSTOLA DIRIGIDA A UN CLÉRIGO MUSULMÁN

¡OH ‘ABDU’/S-/SÁHIB! Verdaderamente Dios y toda cosa creada dan testimonio de que no hay otro Dios sino Yo, el Todopoderoso, el Muy Amado...

Tu visión está oscurecida por la creencia de que la revelación divina concluyó con la llegada de Mu/hammad, hecho del que ya dimos fe en Nuestra primera epístola. Ciertamente, Aquel Que ha revelado los versículos a Mu/hammad, el Apóstol de Dios, ha revelado igualmente los versículos a ‘Alí-Mu/hammad. Pues ¿quién sino Dios puede revelar a un hombre tan claros y manifiestos versículos como para abrumar a todos los doctos? Puesto que has reconocido la revelación de Mu/hammad, el Apóstol de Dios, por tanto no te queda otra vía ante ti sino atestiguar que cuanto es revelado por el Punto Primordial también ha procedido de Dios, el Que he ayuda en el peligro, el Que subiste por Sí mismo. ¿No es verdad que el Corán ha sido enviado desde Dios y que todos los hombres son impotentes ante su revelación? Asimismo, estas palabras han sido también reveladas por Dios, si pudieras percibirlo. ¿Qué hay en él Bayán que te impida reconocer estos versículos como versículos enviados por Dios, el Inaccesible, el Más exaltado, el Todoglorioso?

La esencia de estas palabras es ésta: si te llamáramos a cuentas, comparecerías con las manos vacías; Nos, en verdad, sabemos todas las cosas. Si al escuchar las Palabras de Dios hubieras pronunciado "sí", se te habría visto adorando a Dios desde el comienzo que no tiene comienzo hasta el día presente, sin haberle desobedecido nunca, ni siquiera en un abrir y cerrar de ojos. No obstante, ni los actos rectos que has forjado durante toda tu vida, ni los esfuerzos que hiciste por desterrar del corazón todo pensamiento, salvo el del beneplácito de Dios, ninguno de éstos en verdad te aprovechó, ni siquiera en la medida de un grano de mostaza, por cuanto te velaste de Dios y quedaste rezagado en la hora de Su manifestación

En verdad, todos los sacerdotes de la tierra de Káf [Kúfih] serán interrogados por Dios, tal como tú mismo: “¿No es extraño que haya acudido un Mensajero donde vosotros con un Libro, y que en tanto confesabais vuestra impotencia, rechazaseis seguir la Fe de Dios que Él había traído, y que persistierais en vuestro descreimiento?” Por consiguiente, se te consignará al fuego que estaba destinado a los que se apartaron de Dios en ese país, por cuanto tú eres su guía. ¡Ojalá que fueras de los que atienden!

Si hubieras obedecido fielmente al Decreto de Dios, todos los habitantes de tierra te habían seguido, y habrían ingresado en el Paraíso celestial, contentos con el beneplácito de Dios por siempre. Sin embargo, en ese día desearás que Dios no te hubiera creado.

Tú te has erigido en uno de los doctos de la Fe del Islam de, a fin de salvar a los creyentes, y no obstante causaste que tus seguidores descendieran al fuego, pues cuando fueron emitidos los versículos de Dios, tú mismo te privaste de ellos, aunque te contabas entre los rectos... No, ¡por la vida de Aquel a Quien Dios hará manifiesto! Ni tú ni nadie de entre Sus siervos pueden aducir la más mínima prueba, en tanto que Dios brilla resplandeciente sobre Sus criaturas y mediante el poder de Su mandato permanece supremo sobre todos los que moran en los reinos del cielo y de la tierra y sobre cuanto se interpone entre ellos. Verdaderamente, Él les potente sobre todas las cosas creadas.

Tú mismo te haces llamar ‘Abdu’/s-/Sá/hib [siervo del Señor]. Sin embargo, si bien Dios, a decir verdad, ha hecho a tu Señor manifiesto, a pesar de que tú pusiste tus ojos sobre Él, no Le reconociste, por más que Dios te dio el ser con el propósito de alcanzar Su presencia, si hubieras creído verdaderamente en el tercer versículo del capítulo titulado "El Trueno".8

Tú replicas: "¿Cómo podemos reconocerle cuando no hemos escuchado sino palabras que no alcanzan a ser pruebas irrefutables?" Sin embargo, puesto que has reconocido y aceptado a Mu/hammad, el Apóstol de Dios, a través del Corán, ¿cómo puedes retirarle el reconocimiento a Aquel Que envío el Libro, a pesar de que tú mismo te llamaras "Su siervo"? Verdaderamente, Él ejerce autoridad indiscutible sobre Sus revelaciones para con toda la humanidad.

Si acudieras a Nosotros mientras la revelación divina desciende sobre Nos, quizá Dios cambiaría tu fuego en luz. Verdaderamente Él es el Que siempre perdona, el Más Generoso. De lo contrario, lo que ha sido revelado es decisivo y concluyente, y será fielmente sostenido por todos hasta el Día de la Resurrección... Si la revelación divina cesara, deberías redactar una petición a Aquel a Quien Dios hará manifiesto e implorar que Le sea trasladada a Su presencia. En ella deberás solicitar perdón de tu Señor, volver a Él con arrepentimiento y ser de los que Le están plenamente entregados. Quizá Dios transformará tu fuego en luz en la próxima Resurrección. Él, en verdad, es el Protector, el Más Exaltado, el que siempre perdona. Ante Él se inclinan en adoración cuantos están en los cielos y sobre la tierra y cuanto hay entrambos; y a Él regresarán todos.

Te instamos a que te salves del fuego a ti mismo, y a todos los habitantes de esa tierra, y que luego entres en el Paraíso impar y exaltado de Su beneplácito. De lo contrario, se acerca el día en que perecerás y entrarás al fuego, donde carecerás de patrón o auxiliador de parte de Dios. Nos hemos compadecido de ti, en señal de Nuestra gracia, por cuanto eres pariente Nuestro. En verdad, somos conscientes de toda las cosas. Estamos al tanto de tus obras rectas, aunque de nada te servirán; pues el objeto entero de tal rectitud no es sino el reconocimiento de Dios, tu Señor, y una fe indudable en las Palabras reveladas por Él

EPÍSTOLA DIRIGIDA A SULAYMÁN, UNO DE LOS CLÉRIGOS MUSULMANES DE LA TIERRA DE MASQA/T

Es ésta una Epístola procedente de Dios, el Que ayuda en el peligro, el Que subiste por Sí mismo, dirigida a Sulaymán, residente en la tierra de Masqa/t, a la diestra del Mar. En verdad, no hay otro Dios sino Él, el Que ayuda en el peligro, el Que subiste por Sí mismo... En efecto, si se congregasen todos los moradores del cielo y de la tierra y de cuanto existe entrambos, serían totalmente incapaces de originar un libro semejante, por más que los hicimos maestros de la elocuencia y del saber en la tierra. Puesto que has aducido pruebas del Corán, Dios, mediante pruebas de ese mismo Libro, Se reivindicará en el Bayán. No otro es el decreto de Dios; Él es ciertamente el Omnipotente, el Todopoderoso.

Si fueras de los que creen en verdad, no habrías tenido otra alternativa que sumar tu adhesión a ella. Tal es el Sendero de Dios para todos los habitantes de la tierra y del cielo y de cuanto yace entre ellos. No hay otro Dios sino Yo, el Todopoderoso, el Inaccesible, el Más Exaltado.

Desde esta tierra avanzamos después hacia la Casa sagrada y a Nuestro regreso del viaje recalamos en este mismo lugar, desde donde percibimos que no has atendido a lo que te remitimos, ni eres de los que creen en verdad. Aunque te creamos para contemplar Nuestro rostro, y de hecho hicimos alto en tu localidad, no obstante no llegaste a alcanzar el objeto de tu creación, y ello a pesar de que habías adorado a Dios durante tu vida entera. Por consiguiente, vanas eran las obras que habías forjado, por cuanto tu ser se cerró como por un velo ante Nuestra Presencia y Escritos. El presente es un decreto irrevocable ordenado por Nosotros. Verdaderamente somos equitativo en Nuestro juicio.

Si hubieras observado el contenido de la Epístola que te enviamos, ello te habría resultado de más provechoso que adorar a tu Señor desde el comienzo que no tiene comienzo hasta este día, y a decir verdad más meritorio que demostrarte completamente devoto en tus actos de Adoración. Y de haber alcanzado la presencia de tu Señor en este país, y haber sido de los que creen ciertamente que el Rostro Dios se contempla en la persona del Punto Primordial, ello te habría sido mucho más ventajoso que postrarte en adoración desde el comienzo que no tiene comienzo hasta la hora presente...

En verdad te aquilatamos y hallamos que no eres de los que están dotados de comprensión, y por tanto emitimos contra ti el fallo de la negación, como muestra de justicia de Nuestra presencia; y en verdad somos equitativo.

Sin embargo, si regresaras a Nos, convertiríamos tu negación en afirmación. En verdad, somos el Que está poseído de inmensa Misericordia. Pero si el Punto Primordial dejara de estar con vosotros, entonces el juicio emitido en las Palabras de Dios sería definitivo e inalterable y sin duda todos lo confirmarían.

Si dirigieras una carta a Aquel a Quien Dios hará manifiesto con encargo de que Le sea entregada en Su presencia, quizá El te perdone graciosamente, trocando, por orden Suya, tú negación en afirmación. Él es en verdad el Muy Dadivoso, el Más Generoso, Aquel Cuya gracia es infinita. De lo contrario, no quedará vía expedita ante ti y ningún beneficio cosecharás de las obras que has forjado, en razón de tu fracaso en responder "sí, aquí estoy". Verdaderamente, te hemos reducido a la nada a ti y a tus obras, como si nunca hubieras llegado a ser y nunca hubieras sido de los que realizan buenas obras, para que esto sirva de lección a quienes les ha sido entregado el Bayán, para que atiendan cumplidamente cuando les lleguen los Escritos sagrados de Aquel a Quien Dios hará manifiesto y, acaso, al ponderarlos, sean facultados para salvar sus almas.

A buen seguro, Nuestra gracia impregna a cuantos moran en los reinos de la tierra y del cielo y a cuanto yace entrambos, y más allá de ellos a toda la humanidad. Sin embargo, las almas que se han aislado como por un velo nunca podrán participar de los efluvios de la gracia de Dios.

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PASAJES DEL
QAYYÚMU’L-ASMÁ’

Toda la alabanza sea para Dios, Quien, mediante el poder de la Verdad, ha hecho descender este Libro a Su siervo, para que sirva de luz resplandeciente para toda la humanidad... Ciertamente ésta no es sino la Verdad soberana; es el Sendero que Dios ha trazado para cuantos se hallan en el cielo y la tierra. Dejad a quien lo desee que adopte para sí el recto sendero hacia su Señor. En verdad, esta es la Fe verdadera de Dios, y Dios y quienes están dotados del conocimiento del Libro son testigos suficientes. En verdad, ésta es la Verdad eterna que Dios, el Antiguo de los Días, ha revelado para Su Palabra omnipotente, Quien ha sido alzado de en medio del seno de la Zarza Ardiente. Esté es el Misterio que ha quedado oculto a cuantos habitan el cielo y la tierra, y en esta maravillosa Revelación, a decir verdad, ha sido consignado en el Libro Madre por la mano de Dios, el Exaltado...

¡Oh concurso de reyes y de vástagos regios! Abandonad, todos y cada uno, vuestros dominios, que son posesión de Dios...

No permitáis que vuestra soberanía os engañe, oh Shah, pues "toda alma probará la muerte"9, y ello, en verdad, ha sido inscrito como decreto de Dios. Capítulo I.

¡Oh Rey del Islam! Auxiliad, con la verdad, después de haber auxiliado al Libro, a Aquel Quien es Nuestro Más Grande Recuerdo, pues Dios, en verdad, ha destinado para ti, y para cuantos te rondan, en el Día del Juicio, un puesto de responsabilidad en Su Camino. Juro por Dios, ¡oh Shah! Si muestras enemistad hacia Aquel Que es Su Rememoración, Dios, en el Día de la Resurrección, te condenará, ante los Reyes, al fuego del infierno, y en ese día no hallarás en verdad ningún auxiliador excepto Dios, el Exaltado. Purga, oh Shah, la Tierra Sagrada [Teherán] de los que han repudiado el Libro, hasta el día en que venga el Recuerdo de Dios, de forma terrible y repentina, con Su Causa potente, con licencia de Dios, el Altísimo. De cierto, Dios te ha prescrito que te sometas a Aquel Que es Su gran Remembranza, y a Su Causa, y que sometas, mediante la verdad y por Su permiso, los países, pues en este mundo has sido misericordiosamente investido de soberanía, y en el próximo, morarás, cercano a la Sede de Santidad, con los moradores del Paraíso de Su beneplácito...

¡Por Dios! Si obras bien, harás el bien para tu propio ser; y si niegas a Dios y Sus signos, Nos, en verdad en verdad, al contar con Dios, podemos prescindir de todas las criaturas y de todo dominio terrestre. Capítulo I.

Conténtate con el mandamiento de Dios, el Verdadero, por cuanto la soberanía, tal como consigna la mano de Dios en el Libro Madre, Le ha sido investido con seguridad a Aquel Que es Su Rememoración...

¡Oh Ministro del Shah! ¡Temed a Dios, aparte del Cual no hay otro Dios sino Él, la Verdad Soberana, el Justo, y abandona tu dominio, pues Nosotros, con el permiso de Dios, el Sapientísimo, heredamos la tierra y todo lo que se encuentra en ella10, y Él sera testigo veraz tuyo y del Shah. Si obedecieras a la Rememoración Dios con sinceridad absoluta, garantizamos, con el permiso de Dios, que en el Día de la Resurrección, ha de ser tuyo un vasto dominio en Su Paraíso eterno.

Ciertamente vano es este dominio, pues Dios ha apartado las posesiones terrenales para quienes Le han negado; pues para Aquel Que es vuestro Señor ha de ser la morada más excelente, Quien es, en verdad, el Antiguo de los Días...

¡Oh concurso de reyes! Entregad con verdad y con presteza los versículos hechos descender por Nos a los pueblos de Turquía y de la India, y más allá de ellos, con poder y con verdad, a los países tanto de Oriente como de Occidente... y sabed que si socorréis a Dios, Él, en el Día de la Resurrección, os asistirá graciosamente, sobre el Puente, mediante Aquel Que es Su Grandísima Rememoración...

¡Oh pueblo de la tierra! Quienquiera que obedezca a la Rememoración de Dios y a Su Libro ha obedecido en verdad a Dios y a Sus elegidos y, en la vida venidera, será contado en la presencia de Dios entre los moradores del Paraíso de Su beneplácito. Capítulo I.

En verdad convertimos la revelación de los versículos en un testimonio de Nuestro mensaje para ti. ¿Podéis ofrecer una sola letra que se compare con estos versículos! Así pues, presentad vuestras pruebas, si soy de los que pueden discernir al verdadero Dios. Afirmo solemnemente ante Dios, que si todos los hombres y espíritus se aliasen para remedar un solo capítulo de este Libro, sin duda fracasarían, aunque se socorriesen entre sí.11

¡Oh concurso de sacerdotes! Temed a Dios desde este día en adelante por lo que atañe a los puntos de vista que expreséis, pues Aquel Que es Nuestro Recuerdo entre vosotros, y Quien viene de Nos, es, en verdad, Juez y Testigo. Apartaos de lo que sostenéis, y que el Libro de Dios, el Verdadero, no ha sancionado, pues en el Día de la Resurrección os hallaréis sobre el Puente, y en verdad se os hará responsables de esta posición que ocupáis... y a vosotros os hemos hecho descender este Libro que en verdad nadie puede confundir...

¡Oh concurso de entre la gente del Libro! Temed a Dios y no os jactéis de vuestro saber. Seguid el Libro que Su Rememoración ha revelado en loor de Dios, el Verdadero. Aquel Que es la Verdad Eterna es mi testigo, quienquiera que sigue este Libro ha seguido todas las Escrituras del pasado, las cuales han sido enviadas desde el cielo por Dios, la Verdad Soberana. Verdaderamente, Él está bien informado de cuanto hacéis... Quienes son los verdaderos seguidores del Islam dirán: "¡Oh Señor nuestro Dios! Nos hemos apresurado a la llamada de tu Rememoración y Le hemos obedecido. Perdona nuestros pecados. En verdad, Tú eres La Verdad Eterna, y a ti, nuestro Retiro infalible, hemos de regresar todos.12 Capítulo II.

En cuanto a los que Le niegan a Él, Quien es la Puerta Sublime de Dios, para ellos hemos preparado, tal como justamente decretara Dios, un tormento doloroso. Y Él, Dios, es el Potente, el Sabio.

En verdad, hemos enviado este Libro divinamente inspirado a Nuestro Siervo... preguntadle, pues, a Aquel Que es Nuestro Recuerdo sobre su interpretación, por cuanto Él, según lo divinamente dispuesto por la gracia de Dios, está investido del conocimiento de sus versículos...

¡Oh hijos de los hombres! Si creéis en el Verdadero Dios, seguidme, a ésta la Más Grande Rememoración Dios enviada por vuestro Señor, para que Él os perdone graciosamente vuestros pecados. Ciertamente, Él es perdonador y comprensivo para con el concurso de los fieles. En verdad, hemos escogido a los Mensajeros mediante la potencia de Nuestra Palabra, y hemos exaltado Su descendencia, a algunos por encima de los demás, mediante La Gran rememoración de Dios, tal como se decreta en el Libro y se halla oculto en él...

Algunos de entre las gentes de ciudad han declarado: "Somos los auxiliadores de Dios"; mas rehuyeron ayudarnos cuando ésta Rememoración sobrevino repentinamente. En verdad, Dios es Mi Señor y vuestro verdadero Señor, por consiguiente adoradle, en tanto que este Sendero venido de ‘Alí [el Báb] no es sino el Recto sendero13 a juicio de vuestro Señor. Capítulo III.

A todos los pueblos les hemos enviado el Libro en su propio lenguaje.14 Este Libro, en verdad, lo hemos revelado en el idioma de Nuestra Rememoración, lenguaje ciertamente maravilloso. Él es, en verdad, la eterna Verdad venida de Dios, y dada de acuerdo con el juicio divino en el Libro Madre. Él es el más distinguido de entre los escritores de árabe y Su verbo es elocuentísimo. Él es en verdad el Talismán Supremo y está dotado de poderes sobrenaturales, según establece el Libro Madre...

¡Oh pueblo de la ciudad! No has creído en tu Señor. Si eres en verdad fiel a Mu/hammad, el Apóstol de Dios y el Sello de los Profetas, y si sigues Su Libro, el Corán, que está libre de error, he aquí su igual, este libro, el cual, en verdad hemos hecho descender, con el permiso Dios, a Nuestro Siervo. Si no crees en Él, entonces tu fe en Mu/hammad y Su Libro, el cual fue revelado en el pasado, será tratada de cierto como impostura a los ojos de Dios. Si Le negáis, el hecho de haber negado a Mu/hammad y Su Libro en verdad se hará evidente con absoluta certeza para vosotros mismos. Capítulo IV.

Temed a Dios y no susurréis ni una sola palabra tocante a Su Más Grande Rememoración que no sea lo que ha prescrito Dios, por cuanto con relación a Él hemos establecido una Alianza separada con cada Profeta y con Sus seguidores. De seguro, no hemos enviado a ningún Mensajero sin esta alianza vinculante y, en verdad, no emitimos ningún juicio sino después de que hubiera sido establecida la Alianza de Aquel Que es la Puerta Suprema. En breve, el velo será removido de vuestros ojos en la hora señalada. Entonces contemplaréis la Rememoración sublime de Dios, vívida y sin nubes. Capítulo V.

¿Se imaginan los hombres que estamos distantes de las gentes del mundo? No, el día en que les sometamos al asalto de los estertores de la muerte15, contemplarán, sobre la llanura de la Resurrección, cómo el Señor de Misericordia y Su Rememoración estaban próximas. Entonces exclamarán: "¡Ojalá que hubiéramos seguido el camino del Báb! ¡Ojalá que hubiéramos procurado refugio sólo en Él, y no en los hombres de la perversidad y el error! Pues ciertamente la Rememoración de Dios apareció ante nosotros16, tras nosotros, y en todos los flancos, y no obstante, de cierto, nos aislamos como por un velo ante Él". Capítulo VII

No digáis: "¿Cómo puede hablar siendo de Dios, si Su edad en verdad apenas alcanza los veinticinco?” Prestadme oído. Juro por el Señor de los cielos y de la tierra: Yo soy verdaderamente un siervo de Dios. He sido convertido en el Portador de pruebas irrefutables de la presencia de Aquel Que es el tan esperado Remanente de Dios. Aquí está Mi Libro ante vuestros ojos, tal como ha sido inscrito en la presencia de Dios en el Libro Madre. Dios en efecto Me ha bendecido, dondequiera que esté, y Me ha intimado a que observe oración y fortaleza por tanto tiempo como viva en la tierra, entre vosotros. Capítulo IX.

Glorificado sea Él, aparte de Quien no hay otro de Dios. En Su puño sostiene la fuente de la autoridad, y en verdad Dios es poderoso sobre todas las cosas. Hemos decretado que toda vida prolongada sufra declive17 y que la dureza sea seguida por el asueto18, para que acaso los hombres reconozcan a la Puerta de Dios como Aquel que es la Verdad eterna, y ciertamente Dios actuará de testigo para los que hayan creído. Capítulo XIII

¡Oh vosotros siervos de Dios! Verdaderamente, no os conturbéis si alguna de las preguntas que Le formulaseis quedara sin responder, por cuanto ha recibido orden de Dios de observar silencio, un silencio que es ciertamente digno de alabanza. En verdad, te hemos facultado para ver ciertamente en Tu sueño una medida de Nuestra Causa, pero si les pusieras al corriente del Misterio oculto, disputarían su verdad entre ellos. En verdad tu Señor, el Dios de la verdad, conoce los secretos de los corazones19...

¡Oh pueblos del mundo! Cuantoquiera que hayáis ofrecido en el camino del Único Verdadero Dios, eso encontraréis de cierto preservado por Dios, el Preservador, intacto ante la Puerta Santa de Dios. ¡Oh pueblos de la tierra! Rendid pleitesía a esta luz resplandeciente con la que Dios Me ha investido graciosamente mediante el poder de la Verdad infalible, y no sigáis los pasos del Maligno20, por cuanto él os apremia a no creer en Dios, vuestro Señor, y Dios verdaderamente no perdona el descreimiento, aunque perdonará otros pecados a quienquiera que le plazca.21 De cierto Su conocimiento abarca todas las cosas... Capítulo XVII

¡Oh pueblos de Oriente y de Occidente! Temed a Dios por lo que incumbe a la Causa del verdadero José y no Lo troquéis por un precio mísero22 establecido por vosotros mismos, o por una minucia de vuestras posesiones terrenales, para que, en verdad, seáis alabados por Él como quienes son contados entre los piadosos y quienes permanecen próximos a esta Puerta. En verdad Dios ha privado de Su gracia a aquel que martirizó a /Husayn, Nuestro antepasado, solo y abandonado como estuvo en la tierra de /Taff [Karbilá]. Yázid, el hijo de Mu’ávíyih, movido por un deseo corrupto, hizo trueque de la cabeza del verdadero José para entregársela a las gentes enemigas por un precio insignificante y una suma de su propiedad. En verdad, repudiaron a Dios al cometer un error grave. En breve, Dios desatará Su venganza sobre ellos, a la hora de Nuestro Regreso, y Él, en verdad, ha dispuesto para ellos, en el mundo venidero, un tormento severo. Capítulo XXI

¡Oh Qurratu’l-‘Ayn!23 En verdad, hemos dilatado Tu corazón en esta Revelación, la cual permanece ciertamente única entre todas las cosas creadas, y hemos exaltado Tu nombre mediante la manifestación del Báb, de modo que los hombres puedan cobrar conciencia de Nuestro poder trascendente, y reconocer que Dios está inmensamente santificado por encima de la alabanza de todos los hombres. Él es en verdad independiente de la creación entera. Capítulo XXIII.

Los Ángeles y los espíritus, dispuestos fila tras fila, descienden, con el permiso de Dios, sobre esta Puerta24 y rondan este Punto Focal formando una larga comitiva. Extiéndeles las salutaciones, Qurratu'l-Ayn, pues el alba ha despuntado de cierto; proclama después al concurso de los fieles: "¿No se ha previsto en el Libro Madre que el surgimiento de la Mañana está próximo?..."25

¡Oh Qurratu’l-‘Ayn! Vuélvete anhelante hacia Dios en Tu Causa, pues los pueblos del mundo se han levantado inicuamente, y de no ser por los efluvios de la gracia Dios y Tu merced para con ellos, ni uno hubiera podido jamás purgar siquiera a una sola alma.26 ¡Oh Qurratu’l-‘Ayn! La vida venidera Te es más ventajosa para Ti y cuantos siguen Tu Causa que esta vida terrenal y sus placeres. Esto es lo que ha sido dispuesto de acuerdo con las Dispensación de la Providencia...

¡Oh Quratu’l-‘Ayn! Di: En verdad Yo soy "la Puerta de Dios" y Te doy a beber, con el permiso de Dios, la Verdad soberana, de las aguas puras y cristalinas de Su Revelación que manan de la Fuente incorruptible situada sobre el Monte Santo. Aquellos que se esfuerzan en pos del Dios único y verdadero, déjales entonces que se esfuercen por alcanzar esta Puerta.27 Verdaderamente Dios es potente sobre todas las cosas...

¡Oh pueblos de la tierra! Dad oído a la Santa voz de Dios proclamada por este Joven de Arabia al que el Todopoderoso ha elegido graciosamente por Su Propio Yo. En verdad Él no es otro que el Verdadero, a Quien Dios ha confiado esta misión desde el seno de la Zarza Ardiente. ¡Oh Qurratu’l-‘Ayn! Descubre cuanto Te plazca de entre los secretos del Todoglorioso, pues el océano se embravece28 por orden del Señor incomparable. Capítulo XXIV.

¿Estáis tramando arteramente, de acuerdo con vuestras egoístas fantasías, un plan maligno contra Él, Quien es la Más Grande Rememoración de Dios? Por la rectitud de Dios, todos los que están en el cielo y en la tierra y cuanto yace entrambos aparecen a Mi vista como una tela de araña29, y en verdad Dios da fe de todas las cosas. En verdad, sus ardides no van dirigidos sino contra ellos mismos. Dios ha hecho que esta Rememoración, en verdad, sea independiente de todos los moradores de la tierra y del cielo. Capítulo XXV

¡Oh vosotros pueblos de la tierra! En la época de Mi ausencia hice descender a las Puertas sobre vosotros. Sin embargo, los creyentes, salvo un puñado, no los obedecieron. Antiguamente os envié a A/hmad y más recientemente ha Ka/zim; pero exceptuando los puros de corazón de entre vosotros nadie los siguió. ¿Qué ha sido de vosotros, oh pueblo del libro? ¿No teméis al Dios único y verdadero?... ¿No temeréis a Aquel Que es vuestro Señor, el Antiguo de los Días?... ¡Oh vosotros que profesáis creer en Dios! Os conmino por Aquel Que es la verdad eterna, ¿habéis discernido entre los preceptos de estas Puertas algo incongruente con los mandamientos de Dios sentados en este Libro? ¿Os ha engañado vuestro saber debido a vuestra impiedad? Prestad atención, pues, ciertamente vuestro Dios, el Señor de la Verdad Eterna, está con vosotros y en verdad, en verdad os vigila... Capítulo XXVII

¡Oh Vosotros parientes de la Más Grande Rememoración! Este Árbol de Santidad, teñido de carmesí con el aceite de la servidumbre, ha brotado de vuestro propio suelo en medio de la Zarza Ardiente, mas nada comprendéis de esto, nada de Sus atributos verdaderos celestiales, ni de las actuales circunstancias de Su vida terrestre, ni de las evidencias de su conducta poderosa e intachable. Movidos por vuestras propias fantasías, Lo consideráis ajeno a la Verdad soberana, siendo así que en la estima de Dios Él no es sino el Prometido mismo, investido del poder de la Verdad soberana, y en verdad Él es, como se decreta en el Libro Madre, responsable en el seno de la Raza Ardiente...

¡Oh Qurratu'l-Ayn! Entregad el emplazamiento de la Palabra más exaltada a las siervas de entre tus parientes, adviérteles del Más Grande Fuego y anúnciales las albricias de que después de esta Poderosa Alianza habrá una reunión sempiterna con Dios en el Paraíso de Su beneplácito, cerca de la Sede de Santidad. En verdad Dios, el Señor de la creación, es potente sobre todas las cosas.

¡Oh tú Madre de la Rememoración! Que la paz y las salutaciones de Dios descansen sobre ti. De cierto has soportado pacientemente en Aquel Que es el Yo sublime de Dios. Reconoce, pues, la estación de tu Hijo, Quien no es nadie más sino la potente Palabra de Dios. Él en verdad Se ha comprometido a responder por ti tanto en la tumba como en el Día del Juicio, en tanto que en la Tabla Preservada de Dios tú has sido inmortalizada por la Pluma de Su Rememoración como la “Madre de los Fieles”. Capítulo XXVIII.

¡Oh Qurratu'l-Ayn! No extiendas Tus manos bien abiertas en la Causa, por cuanto las gentes serían presa del estupor ante al Misterio, y juro por el Todopoderoso Dios verdadero que habrá otra vuelta para Ti después de esta Dispensación.

Cuando la hora designada haya sonado, revela Tú, con el permiso de Dios, el Omnisciente, desde las alturas del de la Montaña Mística y Más Excelsa una débil e infinitesimal vislumbre de Tu Misterio impenetrable, para que quienes han reconocido el brillo del Esplendor sinaico, desfallezcan y perezcan mientras atrapan un asomo fugaz de la Luz intensa y carmesí que rodea Tu Revelación. Y Dios es, en verdad, Tu Protector indefectible. Capítulo XXVIII.

¡Oh pueblo de Persia! ¿No estás satisfecho con este honor glorioso que la Rememoración suprema de Dios te ha conferido? Verdaderamente habéis sido especialmente favorecidos por Dios mediante esta Palabra potente. Así pues, no te retires del santuario de Su presencia, pues, por la rectitud del único Dios verdadero, Él no es sino la Verdad soberana procedente de Dios; Él es el Más Excelso y la Fuente de toda sabiduría tal como se decreta en el Libro Madre...

¡Oh pueblos de la tierra! Aferraos tenazmente a la Cuerda del Altísimo Dios, que no es sino este Joven árabe, Nuestra Rememoración, Aquel que permanece recóndito en el punto álgido en medio del océano de fuego. Capítulo XXIX.

¡Oh pueblo de la tierra! Por la rectitud del verdadero Dios, yo soy la Doncella del Cielo engendrada por el Espíritu de Bahá, que mora dentro de la Mansión erigida de entre una masa de rubí, grácil y vibrante; y en este Paraíso poderoso nada se ha presenciado nunca salvo lo que proclama la Rememoración de Dios, ensalzando las virtudes de este Joven árabe. Ciertamente no hay otro Dios sino tu Señor, el Misericordioso. Magnifica, pues, Su estación, pues he aquí, que Él se halla alojado en el mismísimo corazón del Paraíso Más Exaltado y como encarnación de la alabanza de Dios en el Tabernáculo donde se entona Su glorificación.

En cierta ocasión oigo Su voz mientras aclama a Aquel Que es el Eternamente Viviente, el Antiguo de los Días, y en otra mientras habla del misterio de Su muy augusto Nombre. Cuando entona Él los cánticos de la grandeza de Dios, todo el Paraíso solloza anhelando contemplar la Belleza; y cuando canta las palabras de alabanza y glorificación de Dios todo el Paraíso permanece inmóvil como el hielo en la entraña de una montaña gélida. Creo que Lo contemplé mientras Se desplazaba por un sendero recto y centrado donde todo paraíso era Su propio paraíso, todo cielo Su propio cielo, en tanto que la tierra entera y todo lo que hay en ella aparecía como poco más que un anillo en el dedo de Sus siervos. Glorificado sea Dios, Su Creador, el Señor de soberanía sempiterna. En verdad, Él no es sino el siervo de Dios, la Puerta del Remanente de Dios tu Señor, la Verdad Soberana. Capítulo XXIX.

¡Oh tú la Palabra Suprema de Dios! No temas, ni te aflijas, pues de cierto hemos asegurado el perdón de los pecados para cuantos han respondido a Tu Llamada, hombres o mujeres, tal como es sabido en la presencia del Bienamado y de conformidad con lo que deseas Tú. Verdaderamente, Su conocimiento abarca todas las cosas. Te emplazo por Mi vida a que dirijas Tu rostro hacia Mí y a que no receles. Verdaderamente, Tú eres el Exaltado entre el Concurso Celestial, y Tú Misterio oculto ha sido registrado, en verdad, sobre la Tabla de la creación en medio de la Zarza Ardiente. En breve, Dios Te investirá del gobierno sobre todos los hombres, por cuanto Su gobierno trasciende la creación entera. Capítulo XXXI.

¡Oh concurso de los shí‘íes! No temáis a Dios y a Nuestra Causa, la cual atañe a Aquel Que es la Más Grande Rememoración de Dios. Pues grande es su fuego, tal como se decreta en el Libro Madre. Capítulo XL.

Recitad, tanto como convenga, este Corán, sea por la mañana o al atardecer, y cantad los versículos de este Libro, con el permiso del Dios eterno, con los dulces acentos de esta Ave que gorjea su melodía en la recámara del cielo. Capítulo XLI.

Salid de vuestras ciudades, oh pueblos de Occidente y socorred a Dios hasta que os llegue el Día en que vendrá donde vosotros el Señor de misericordia bajo la sombra de las nubes, con los ángeles a Su alrededor30, quienes exaltarán Su alabanza y recabarán el perdón para quienes han creído verdaderamente en Nuestros signos. En verdad, Su decreto ha sido emitido, y de cierto el mandato de Dios, según fuera dado en el Libro Madre, ha sido revelado...

Convertios en verdaderos hermanos en la religión única e indivisible de Dios, libres de distinción, pues Dios desea verdaderamente que vuestros corazones se conviertan en espejos para vuestros hermanos en la Fe, de modo que os veáis reflejados en ellos, y ellos en vosotros. Éste es el Camino verdadero de Dios, el Todopoderoso, y Él es vigilante sobre vuestras actuaciones. Capítulo XLVI.

¡Oh vosotros pueblos de la tierra! Apresuraos a Mi llamada, la cual retumba desde los recintos de este Árbol sagrado, Árbol que ha sido prendido por el Fuego pre-existente: No hay otro Dios sino Él; Él es el Exaltado, el Omnisciente. ¡Oh vosotros los siervos del Misericordioso! Entrad, todos y cada uno, por esta Puerta y no sigáis los pasos del Maligno, pues él os urge a seguir las huellas de la impiedad y malignidad; él es, en verdad, vuestro enemigo declarado.31 Capítulo LI.

Sé paciente, oh Qurratu’l-‘Ayn, pues Dios se ha comprometido de cierto a establecer Tu soberanía por todos los países y sobre todo todos los pueblos que los habitan. Él es Dios y es verdaderamente poderoso sobre todas las cosas. Capítulo LIII.

¡Por Mi gloria! haré que los infieles prueben, con las manos de Mi poder, castigos desconocidos de todos excepto de Mí, y soplaré sobre los fieles esos alientos almizclados que he nutrido en el mismísimo corazón de Mi trono; y verdaderamente, el conocimiento de Dios abarca todas las cosas.

¡Oh concurso de Luz! Por la rectitud de Dios, no hablamos de acuerdo con deseo egoísta alguno, ni ha sido revelada una sola letra de este Libro salvo con el permiso de Dios, la Verdad Soberana. Temed a Dios y no alberguéis dudas con relación a Su Causa, pues en verdad, el Misterio de esta Puerta está envuelto en pronunciamientos místicos de Su Escritura y ha sido escrito más allá del velo impenetrable de la ocultación por la mano de Dios, el Señor de lo visible y de lo invisible.

Dios en verdad ha creado por doquier, en torno a esta Puerta, océanos de Elixir divino, teñidos de carmesí con la esencia del ser y avivados mediante el poder animador del fruto deseado; y para ellos Dios ha provisto Arcas de rubí, grácil y de color carmesí, donde nadie zarpará salvo el pueblo de Bahá, con licencia de Dios, el Muy Exaltado; ciertamente Él es el Todoglorioso, el Omnisciente. Capítulo LVII.

En verdad, el Señor Me ha inspirado: En verdad, en verdad, yo soy Dios, aparte del cual no hay ningún otro Dios, y soy de cierto el Antiguo de los días...

¡Oh pueblo del Reino! Por la rectitud del Dios verdadero, si permaneces firme sobre esta línea que cruza recta entre las dos líneas, beberás, de seguro, las aguas vivientes de la Fuente de esta Revelación maravillosa, tal como la profiere la mano de Su Rememoración...

Juro por vuestro Señor verdadero, por Aquel Que es el Señor de los cielos y de la tierra, que la Promesa divina relativa a Su Rememoración no es sino la verdad soberana y, tal como se decreta en el Libro Madre, así sucederá...

Di, ¡oh pueblos de la tierra! Si os congregarais para presentar siquiera la hechura de una sola letra de Mis Obras, jamás podríais conseguirlo32, y en verdad Dios es conocedor de todas las cosas...

¡Oh Qurratu’l-‘Ayn! Di: ¡Ved! Ciertamente la Luna ha palidecido; ciertamente la noche se ha retirado; ciertamente el alba ha aclarado33; ciertamente el mandamiento de Dios, vuestro verdadero Señor, se ha cumplido...

De la nada absoluta, oh Maestro grande y omnipotente, mediante la potencia celestial de Tu pujanza, me has traído y alzado para proclamar esta Revelación. En nadie sino en Ti he depositado mi confianza; a ninguna voluntad me he aferrado salvo a Tu Voluntad. Tú eres, en verdad, el Que todo lo satisface y tras de Ti permanecerá el verdadero Dios, Aquel que sobrepuja todas las cosas. Ciertamente Dios es Suficiente para Mí, el Exaltado, el Poderoso, el Proveedor. Capítulo LVIII.

¡Oh tú Remanente de Dios! Me he sacrificado enteramente por Ti; he aceptado imprecaciones por Tu causa, y nada he anhelado salvo el martirio en el sendero de Tu amor. Bástame como testigo Dios, el Exaltado, el Protector, el Antiguo de los Días.

¡Oh Qurratu’l-Ayn! Las palabras que pronunciaste en esta Llamada trascendental Me han apesadumbrado amargamente. Sin embargo, la decisión irrevocable en nadie descansa sino en Dios, y tan sólo de Él procede el decreto. Por Mi vida, a los ojos de Dios y de Su creación Tú eres el Bienamado. En verdad, no hay poder excepto en Dios, y Me basta como testigo vuestro Señor, Quien, en verdad, es el Vengador Omnipotente. Capítulo LVIII.

¡Oh pueblos de la tierra! Por la rectitud de Dios, este Libro, ha anegado, en virtud de la potencia de la Verdad soberana, la tierra y los cielos con la Palabra poderosa de Dios relativa a Aquel Que es el Testimonio supremo, el Qá’im Esperado, y ciertamente Dios posee conocimiento sobre todas las cosas. Este Libro inspirado divinamente ha establecido en firme Su Prueba para cuantos habitan en Oriente y Occidente, así pues prestad cuidado de no pronunciar nada sino la verdad sobre Dios, pues juro por vuestro Señor que esta Prueba suprema Mía rinde testimonio de toda las cosas...

¡Oh siervos de Dios! Sed pacientes, pues, Dios lo conceda, Aquel Que es la Verdad soberana aparecerá de improviso entre vosotros, investido del poder de la Palabra poderosa, y entonces seréis confundidos por la Verdad misma, y no tendréis poder para esquivarla34; y verdaderamente yo soy testigo por sobre toda la humanidad. Capítulo LIX.

Verdaderamente quienes ridiculizan los maravillosos versículos divinos revelados a través de Su Rememoración no hacen sino convertirse ellos mismos en objeto de chanza, y Nos, en verdad, les ayudamos a recrecerse en su iniquidad.35 Ciertamente el conocimiento de Dios trasciende todas las cosas creadas...

En verdad, los infieles procuran separar a Dios de Su Rememoración36, pero Dios está decidido a perfeccionar Su luz37 a través de Su Rememoración, y en verdad Él es potente sobre todas las cosas...

Ciertamente, Cristo es la Palabra Nuestra que transmitimos a María38; no se consienta pronunciar lo que los cristianos denominan el “tercero de tres”39, por cuanto ello equivaldría a calumniar al recuerdo de Quien, según se decreta en el Libro Madre, está investido de autoridad suprema. De cierto, No hay más que un solo Dios, y lejos está de Su gloria que haya algo más aparte de Él. Todos los que Le alcancen a Él en el Día de la Resurrección no son sino Sus siervos, y Dios es, en verdad, Protector suficiente. Verdaderamente yo no soy sino el siervo de Dios y Su Palabra, y nadie sino el primero en inclinarse suplicante ante Dios, el Más Exaltado; y ciertamente Dios presencia todas las cosas. Capítulo LXI.

¡Oh pueblo del Corán! Sois cual nada a menos que os sometáis a la Rememoración de Dios y a este Libro. Si seguís la Causa de Dios, os perdonaremos vuestros pecados, y si os apartáis de Nuestro mandamiento, en verdad, condenaremos vuestras almas en Nuestro Libro, al Fuego Más Grande. Nos, en verdad, no tratamos injustamente a los hombres, ni siquiera en la medida de una mota depositada sobre una simiente de dátil. Capítulo LXII.

¡Oh pueblos de la tierra! Verdaderamente, la Luz resplandeciente de Dios ha aparecido entre vosotros, investida con este Libro infalible, para que podáis ser guiadas en derechura por la senda de la paz, y con el permiso de Dios, accedáis desde la oscuridad hasta la luz y hasta este Sendero amplísimo de la Verdad40...

De la nada absoluta y mediante la potencia de Su mandato Dios ha creado los cielos y la tierra y cuanto yace entrambos. El es único e impar en Su unidad eterna sin que nadie se asocie con Su Santa Esencia, ni haya alma, excepto Su propio yo, que pueda comprenderle adecuadamente...

¡Oh pueblos de la tierra! Verdaderamente, Su rememoración ha venido a vosotros de parte de Dios tras un intervalo durante el cual no hubo Mensajeros41, para que pueda purgar y purificarlos de la contaminación en adelanto del Día del único Dios verdadero; por lo tanto recabad de Él de todo corazón las bendiciones divinas, por cuanto, en verdad, Le hemos elegido para que sirva de testigo y Fuente de sabiduría para cuantos habitan en la tierra...

¡Oh Qurratu'l-Ayn! Proclama lo que ha sido enviado en prenda de la gracia del Señor misericordioso, pues si no lo haces, nuestro secreto nunca será dado a conocer al pueblo42, en tanto que el propósito de Dios al crear al hombre no es sino que él Le conozca. De cierto Dios posee conocimiento de todas las cosas y es el Que subsiste por Sí mismo por encima de las necesidades de toda la humanidad. Capítulo LXII.

Dondequiera que los fieles escuchen la recitación de los versículos de este Libro, sus ojos se desbordarán de lágrimas y sus corazones quedarán profundamente afectados por Aquel Que es la Más Grande Rememoración debido al amor que albergan por Dios, el Alabadísimo. Él es Dios, el Omnisciente, el Eterno. Son ellos ciertamente los moradores del eximio Paraíso donde habitarán por siempre. Verdaderamente, no ven nada allí salvo lo que ha procedido de Dios, nada que rebase el cerco de su comprensión. Allí se encontrarán con los creyentes del Paraíso, quienes les dirigirán las palabras "paz, paz" que retienen sus labios...

¡Oh concurso de fieles! Inclinad vuestros oídos a Mi voz, proclamada por esta Rememoración de Dios. En verdad Dios Me ha revelado que el Sendero de la Rememoración que ha sido expresado por Mí, es de cierto, el Sendero resto de Dios, y que quienquiera que profesa cualquier religión aparte de esta Fe recta, descubrirá, cuando sea llamado a cuentas en el Día del Juicio, que, tal como se registra en el libro, no ha cosechado beneficio alguno de la Religión de Dios...

Temed a Dios, oh concurso de reyes, no sea que permanezcáis distantes de Aquel Que es Su rememoración [el Báb], después de que la Verdad ha llegado a vosotros con un Libro y signos de Dios, según lo hablado a través de la maravillosa lengua de Aquel Quien es Su Rememoración. Buscad la gracia de Dios, pues Dios ha ordenado para vosotros, tras haber creído en Él, un jardín cuya inmensidad es de la magnitud del paraíso entero. Allí no encontraréis nada salvo los dones y favores que el Todopoderoso os ha concedido graciosamente en virtud de esta Causa trascendental, según lo decretado en el Libro Madre. Capítulo LXIII.

¡Oh espíritu de Dios! Trae a tu recuerdo la merced que Te conferí cuando conversé contigo en el mismísimo corazón de Mi Santuario y Te ayudé mediante la potencia del Espíritu Santo para que puedas Tú, en calidad de Portavoz impar de Dios, proclamar a los hombres los mandamientos de Dios que se atesoran dentro del Espíritu divino.

Verdaderamente Dios Te ha inspirado con los versículos divinos y la sabiduría mientras eras todavía un niño, y Se ha dignado conferir Su favor a los pueblos del mundo a través de la influencia de Tu Más Grande Nombre, pues en verdad los hombres carecen del más mínimo conocimiento del Libro. Capítulo LXIII.

¡Oh pueblo de la tierra! Para alcanzar el postrer retiro en Dios, el Verdadero, ¿hemos de buscar una Puerta diferente de este Ser exaltado?

Cuando Dios creó la Rememoración La presentó al conjunto de todas las cosas creadas sobre el altar de Su Voluntad. Acto seguido, el concurso de los ángeles se inclinó en adoración ante Dios, el Impar, el Incomparable; mientras que Satán se enorgullecía, rehusando someterse a Su Rememoración; de ahí que él haya sido identificado en el Libro de Dios como el arrogante y el maldito.43 Capítulo LXVII.

Dios, aparte del Cual no hay otro Dios verdadero, dice: En verdad, quienquiera que visite a la Rememoración de Dios tras Su fallecimiento, es como si hubiera alcanzado la presencia del Señor, sentado sobre Su poderoso Trono. Verdaderamente éste es el camino de Dios, el Más exaltado, que ha sido decretado irrevocablemente en el Libro Madre...

Di: ¡Oh pueblos del mundo! Disputáis vosotros conmigo sobre Dios en virtud de los nombres que vosotros y vuestros padres han adoptado sobre Él a instancias del Diablo?44 Dios Me ha enviado de cierto este Libro con la verdad para que podáis reconocer los nombres verdaderos de Dios, por cuanto os habéis desviado grandemente de la verdad. Ciertamente hemos establecido una alianza con toda cosa creada, al ser alumbrada, en lo tocante a la Rememoración de Dios, y nadie habrá allí para eludir el mandamiento vinculante de Dios para la purificación de la humanidad, según se ordena en el Libro que ha sido escrito por la mano del Báb. Capítulo LXVIII.

Durante la ausencia del Báb, el pueblo volvió a revivir la escena del Becerro al alzar una figura atronadora que encarnaba rasgos animales bajo semblante humano45...

Cuando quiera que el pueblo Te pregunte por la hora designada, di: Verdaderamente el conocimiento de ello descansa sólo en Mi Señor46, Quien es el conocedor de lo Invisible. No hay otro Dios sino Él, Aquel Que te ha creado de una sola alma47, y carezco de poder sobre lo que Me conviene o perjudica, excepto como le plazca a Mi Señor.48 Dios en verdad es el Que subsiste por Sí mismo y Él, Mi Señor, permanece supremo sobre todas las cosas. Capítulo LXIX.

¿Le parece extraño al pueblo que hayamos revelado el Libro a un hombre de entre ellos a fin de purgarlos y darles las albricias de que serán recompensados con una estancia segura en la presencia de su Señor? En verdad Él da testimonio de todas las cosas...

Cuando se les recitan a los infieles los versículos de este Libro, dicen: "Dadnos un libro como el Corán y cambia los versículos". Di: "Dios no Me ha dado el cambiarlos a Mi antojo". Sólo sigo lo que Me es revelado. Verdaderamente, temeré a Mi Señor en el Día de la Separación, cuyo advenimiento, en verdad, ha ordenado irrevocablemente.49 Capítulo LXXI.

¡Oh pueblos de la tierra! Ciertamente, Dios el Señor llama diciendo: Aquel Que es la Rememoración es de cierto la Verdad soberana de Dios, y nada rebasa la verdad salvo el error50, y nada hay que rebase el error salvo el fuego, irrevocablemente ordenado...

¡Oh Qurratu’l-Ayn! Señala Tu pecho veraz mediante el poder de la verdad y exclama: juro por el único Dios verdadero, aquí reside la vicegerencia de Dios; yo soy en verdad Aquel a Quien se considera la Mejor Recompensa51, y soy en verdad Aquel Que es la morada Más Excelente. Capítulo LXXII.

¡Oh vosotros concurso de creyentes! No pronuncies palabras de negación contra Mí una vez que la Verdad se haya hecho manifiesta, pues en verdad el mandato del Báb fue proclamado antaño en el Corán como convenía ante vosotros. Juro por vuestro Señor, este libro es verdaderamente el mismo Corán que fue enviado en el pasado. Capítulo LXXXI.

¡Oh tú Fruto acariciado del corazón! Dad oído a las melodías de esta Ave mística que gorjea en las alturas excelsas del cielo. Ciertamente, el Señor, Me ha inspirado para que proclame: En verdad, en verdad yo soy Dios, aparte del Cual no hay otro Dios. Él es el Todopoderoso, el Omnisciente.

¡Oh Mis siervos! Procurad con empeño esta elevadísima recompensa, pues de cierto he creado para la Rememoración de Dios jardines que permanecen inescrutables para todos salvo para Mí, y nada de lo que hay allí ha sido declarado legítimo para nadie excepto para aquellos cuyas vidas han sido sacrificadas en Su Sendero. Por ende, ruega a Dios, el Más Exaltado, para que os conceda esta recompensa meritoria, y Él es en verdad el Altísimo, el más Grande. De haber sido Nuestro deseo, habríamos conducido a todos los hombres a un solo aprisco en torno a Nuestra Rememoración, no obstante no cesarán de diferir52, a menos que Dios cumpla lo que desea mediante el poder de la verdad. En verdad, a los ojos de la Rememoración este mandamiento ha sido ordenado irrevocablemente...

En verdad Dios te ha escogido para que avises al pueblo y guíes a los creyentes directamente y elucides los secretos del Libro. Capítulo LXXXV.

Si fuera Nuestro deseo, estaría en Nuestro poder el apremiar, mediante una sola letra de Nuestra Revelación, al mundo y a todo lo que hay en él, a reconocer, en tan sólo un abrir y cerrar de ojos, la verdad de Nuestra Causa...

En verdad otros apóstoles han sido objeto de mofa antes de Ti53, y Tú no eres sino el Siervo de Dios, sostenido por el poder de la Verdad. En breve, les prolongaremos los días a quienes han rechazado la Verdad en razón de lo que sus manos han forjado54, y en verdad Dios no tratará injustamente a nadie, incluso en la medida de una mota sobre un grano de dátil. Capítulo LXXXVII.

¡Oh vosotros pueblos de la tierra! Por la rectitud de Dios, el Verdadero, el testimonio sentado por Su Rememoración es como un sol que la mano del Señor misericordioso ha alzado en la entraña misma del cielo, desde donde brilla en la plenitud de su esplendor meridiano....

Con todos y cada uno de los Profetas a los que enviamos en el pasado hemos establecido una Alianza singular con relación a la Rememoración de Dios y Su Día. Manifiestos están, en el reino de gloria y mediante el poder de la verdad, la Rememoración de Dios y Su Día ante los ojos de los ángeles que rondan Su sede de misericordia. Capítulo XCI.

¡Oh hora del Alba! Antes de que la gloria resplandeciente de la Luminaria divina derrame su resplandor desde la aurora de esta Puerta, trae a tu recuerdo que el Día designado de Dios estará al caer en menos de un abrir y cerrar de ojos. Así lo ha decretado Dios en el Libro Madre. Capítulo XCIV.

¡Oh concurso de los fieles! Verdaderamente el objeto de todos y cada uno de los signos revelados por Dios en las Escrituras o en el mundo en general o en los corazones de los hombres no es sino hacerles que comprendan que esta Rememoración es en verdad el Verdadero, procedente de Dios. Verdaderamente Dios conoce todas las cosas mediante el poder de la Verdad eterna...

¡Oh vosotros que rondáis el trono de gloria! Apresuraos a Mi llamada, la cual se ha elevado desde el seno de la Zarza Ardiente: “Verdaderamente Yo soy Dios y no hay otro Dios sino Yo”. Así pues, adórame, y por amor a Aquel Quien es la Más Grande Rememoración, ofrece tus preces, purgado de las insinuaciones del pueblo, pues verdaderamente vuestro Señor, el Único Dios verdadero, no es sino la Verdad Soberana. De cierto quienes invocan a otros aparte de Él, están merecidamente contados entre los moradores del fuego, mientras que Aquel Que es la Rememoración de Dios en verdad habita, firme y sin desviarse, sobre el Camino de la Verdad, en medio de la Zarza Ardiente”...

¡Oh pueblos de la tierra! No inflijáis sobre la Más Grande Rememoración lo que los omeyas infligieron cruelmente sobre /Husayn en Tierra Santa. Por la rectitud de Dios, el Verdadero, Él es de cierto la Verdad Eterna, y de Él Dios, en verdad, es testigo. Capítulo XVII.

En verdad, Dios había ofrecido Nuestra Misión a los cielos y la tierra y las montañas, pero rechazaron soportarla y sintieron miedo por ello. Sin embargo, el Hombre, este Alí, Quien no es sino la Gran Rememoración de Dios, se comprometió a cumplirla. De ahí que Dios, el que Que todo lo abarca, se haya referido a Él en Su Libro Preservado como el Agraciado", y en razón del hecho de no distinguirse ante los ojos de los hombres, ha recibido, de acuerdo con el juicio del Libro, el título de "El Desconocido"...55

En breve atormentaremos, en verdad, a los que libraron guerra contra /Husayn [Imám /Husayn], en la tierra del Éufrates, con el tormento más aflictivo, y con el castigo más contundente y ejemplar...

Dios conoce bien el corazón de /Husayn, el calor de Su sed ardiente y Su largo penar por amor a Dios, el Incomparable, el Antiguo de los Días; y de Él da testimonio Dios. Capítulo XII.

Apresúrate hacia la voz de Tu Señor que llama desde el Monte Sinaí, diciendo: “Verdaderamente no hay otro Dios sino Él, y Yo soy el Más Exaltado Que ha venido velado en el Libro Madre, de acuerdo con las dispensaciones de la Providencia”. Capítulo XIX.

Este Libro que he hecho descender rebosa en verdad de bendiciones56 y rinde testimonio de la Verdad, de modo que las gentes comprendan que la Prueba concluyente de Dios a favor de Su Rememoración es similar a aquella con la que fue investido Mu/hammad, el Sello de los Profetas, y verdaderamente grande es la Causa, según se dispone en Libro Madre. Capítulo LXVI.

Esta Rememoración es en verdad el Remanente glorioso de la Luz de Dios, y Él será el mejor para vosotros57, si sois ciertamente de los que permanecen fieles a Dios, el Más Exaltado...

De cierto Te hemos enviado para todos los hombres, con el permiso de Dios, investido de Nuestros signos y reforzado por Nuestra soberanía invencible. Él es en verdad el Portador designado del Depósito de Dios...

¡Oh Qurratu’l-‘Ayn! Persevera firmemente tal como se Te ha indicado, y no dejes que Te aflijan los infieles de entre los hombres ni sus pronunciamientos, puesto que Tu Señor, por la rectitud de Dios, el Más Grande, entablará juicio en el Día de la Resurrección, y Dios en verdad presencia todas las cosas. Capítulo LXXXIV.

Esta Religión es, en verdad, a los ojos de Dios, la esencia de la Fe de Mu/hammad; apresúrate pues a alcanzar el Paraíso celestial y el Jardín altísimo de Su beneplácito en la presencia del Dios único y verdadero, ojalá que fueras paciente y agradecido ante las muestras de los signos de Dios. Capítulo XLVIII.

¡Oh Mis siervos! Éste es el Día designado de Dios que el Señor misericordioso os ha prometido en Su Libro; por tanto, en verdad, glorificad abundantemente el nombre Dios mientras holláis el Sendero de la Más Grande Rememoración...

En verdad, Dios ha concedido licencia a Su Rememoración para que diga cuanto desee de la forma como Le plazca. En verdad, cuanto decida Él no es sino lo que ha sido elegido por Nosotros. El Señor, presencia, en verdad, todas las cosas. Capítulo LXXXVII.

De cierto, conversamos con Moisés en el Sinaí, por el permiso de Dios, desde el seno de la Zarza Ardiente y revelamos una vislumbre infinitesimal de Tu Luz sobre el Monte místico y sus moradores, seguido de lo cual el Monte se remeció hasta los cimientos y cayó pulverizado....

¡Oh pueblos de la tierra! Juro por vuestro Señor! Actuaréis como han actuado las generaciones del futuro. Quedad avisados, pues, de la venganza terrible y muy aflictiva de Dios. Pues Dios es, en verdad, potente sobre todas las cosas. Capítulo LIII.

¡Oh Qurratu’l-‘Ayn! En Ti a nadie reconozco salvo al "Gran Anuncio", el Anuncio que pregona el Concurso de lo alto. Por este nombre, doy fe de que quienes rondan el Trono de Gloria jamás Te han conocido.

¡Oh concurso de los creyentes! ¿Albergáis cualquier duda con respecto a aquello a lo que os ha emplazado la Rememoración de Dios? Por la rectitud del Dios único y verdadero, Él no es sino la Verdad soberana Que se ha hecho manifiesta a través del poder de la Verdad. ¿Dudáis del Báb? En verdad Él es Quien sostiene en Su puño, por Nuestro permiso, los reinos de la tierra y del cielo, y el Señor está en verdad plenamente informado de lo que hacéis...

En verdad Yo no soy más que un hombre para vosotros. Sin embargo, Dios Me ha concedido cuantos favores desea y como Le place, y lo que ha decretado vuestro Señor en el Libro Madre no se desata. Capítulo LXXXVIII.

En verdad, Dios Me ha revelado en la casa sagrada de la Ka‘Bahá "Verdaderamente, yo soy Dios, no hay otro Dios sino Yo. Te he escogido para Mí y Te he elegido como la Rememoración. En verdad, quienquiera que Te rinda pleitesía caminando por el sendero del Báb, para éste se ha prescrito sin duda la recompensa del próximo mundo..." El Libro dispone que tras el cumplimiento de la Causa de la Rememoración, habrá de suceder el Más grande Acontecimiento de acuerdo con la Dispensación de la Providencia, y Dios, en verdad, es potente sobre toda las cosas. Capítulo LXXXXIX.

¡Oh Qurratu’l-‘Ayn! En verdad yo soy aquel Que es saludado en el Libro Madre como el "Gran Anuncio". Di: El pueblo ha diferido gravemente sobre Mí, siendo así que en verdad no hay diferencia entre Yo y el Báb; y Dios, la Verdad Eterna, es testigo suficiente. Capítulo LXXVII.

Yo soy el Templo Místico que la Mano de la Omnipotencia ha levantado. Yo soy la Lámpara que el Dedo de Dios ha prendido dentro de su nicho haciendo que brille con esplendor inmortal. Yo soy la Llama de la Luz etérea que destelló sobre el Sinaí en el Lugar feliz, y permaneció oculta en el seno de la Zarza Ardiente. Capítulo XCIV.

En prenda de pura justicia, hemos enviado en verdad las buenas nuevas a todo Profeta relativas a la Causa de Nuestro Nuestra Rememoración, y ciertamente Dios es supremo sobre todos los pueblos del mundo. Capítulo LXXXIII.

3
Pasajes del Bayán persa

Es mejor guiar a una sola alma que poseer todo lo que hay en la tierra, pues mientras esa alma guiada permanezca bajo la sombra del Árbol de la Unidad divina, él y Aquél a quien guió serán los beneficiarios de la tierna misericordia de Dios, en tanto que en la hora de la muerte cesará la posesión de las cosas terrenales. El sendero de la guía es camino de amor y compasión, no de fuerza y coacción. ¡Tal ha sido el método de Dios en el pasado, y así continuará siéndolo en el futuro! Él hace que quienquiera que Le plazca ingrese bajo la sombra de Su Misericordia. En verdad, Él es el Protector Supremo, el Generosísimo.

No hay paraíso más maravilloso para ninguna alma que el de quedar expuesta a la Manifestación de Dios en Su Día, escuchar Sus versículos y creer en ellos, alcanzar Su presencia, que no es sino la presencia de Dios, surcar el océano del reino celestial de Su beneplácito, y participar de los frutos escogidos del paraíso de Su Unicidad divina. II,16.58

Adora a Dios de modo tal que si tu adoración te llevara al fuego no se produjera alteración en tu adoración, y otro tanto si tu recompensa fuese el paraíso. Así y sólo así debería ser el culto que conviene al Verdadero Dios. Si Le adorases a Él por causa del temor, ello sería impropio de la santificada Corte de Su presencia, y no sería visto como un acto tuyo dedicado a la unicidad de Su Ser. O si tu mirada estuviera puesta en el paraíso, y Le adorases mientras albergabas tal esperanza, habrías convertido a la creación de Dios en partícipe Suyo, y ello por más que el paraíso es deseado por los hombres.

Tanto el fuego como el paraíso se inclinan y prosternan ante Dios. Lo que es digno de Su esencia es adorarle por amor a Él, sin temor al fuego, ni esperanza del paraíso.

Aunque cuando se Le ofrece verdadero culto, el adorador queda liberado del fuego, y entra en el paraíso del beneplácito de Dios, no obstante tal no debería ser el motivo de su acto. A pesar de ello, el favor y la gracia Dios fluyen de acuerdo con las exigencias de Su sabiduría inescrutable.

La oración más aceptable es la ofrecida con la máxima espiritualidad y resplandor; su prolongación no ha sido ni es bienquista de Dios. Cuanto más pura y desprendida sea la oración, tanto más aceptable es en la presencia de Dios.VII,19.

El Día de la Resurrección es un día en el que el sol se alza y se pone como cualquier otro día. Cuán a menudo ha alboreado el Día de la Resurrección, y las gentes del país donde tuvo lugar ignoraron el suceso. Si hubieran escuchado, no lo habrían creído, ¡y por tanto no se lo dijo!

Cuando apareció el Apóstol Dios, no anunció a los incrédulos que había venido la Resurrección, pues no podían soportar la noticia. Ese Día es ciertamente un Día poderoso, pues en él el Árbol divino proclama desde la eternidad hasta la eternidad: "Verdaderamente, yo soy Dios. No hay otro Dios sino Yo". No obstante, quienes están velados creen que Él es como ellos, y rechazan incluso llamarle creyente, aunque en el Reino de Su Reino celestial tal título se confiere eternamente al seguidor más insignificante de Sus Dispensaciones previas. Así, si Lo hubieran considerado en los días del Apóstol de Dios al menos como creyente de su tiempo ¿habrían de privarlo, durante siete años, mientras se hallaba en la montaña, de acceso a Su Santa Casa [Ka‘bah]? De modo similar, en esta Dispensación del Punto del Bayán, si el pueblo no hubiera rechazado concederle el nombre de creyente, ¿cómo habrían podido encarcelarlo sobre esta montaña, sin comprender que la quintaesencia de la creencia debía su ser a una palabra Suya? Sus corazones están privados del poder de la verdadera perspicacia, y así no pueden ver, en tanto que aquellos que están dotados de los ojos del espíritu revolotean cual mariposas en torno a la Luz de la Verdad, hasta consumirse. Es por esta razón por lo que se dice que el Día de la Resurrección es el mayor de los días, a pesar de ser como cualquier otro día. VIII,9.

No hay paraíso, en la estima de los creyentes en la unidad divina, más exaltado que obedecer los mandamientos de Dios, y no hay fuego, a los ojos de quienes han conocido a Dios y Sus signos, más fiero que transgredir Sus leyes y oprimir a otra alma, siquiera en la medida de un grano de mostaza. En el Día de la Resurrección Dios, en verdad, juzgará a todos los hombres, y todos solicitamos Su gracia. V,19.

Dios ama a los que son puros. Nada en el Bayán ni a los ojos de Dios es más amado que la pureza y la limpieza inmaculada...

Dios no desea ver, en la Dispensación del Bayán, ningún alma privada de alegría y resplandor. En verdad desea que en toda condición, todos queden adornados con tal pureza, tanto interior como exterior, que no susciten repugnancia para sí mismos, y menos para los demás. V,14.

Igualmente, considera la manifestación del Punto de el Bayán. Hay personas que todas las noches y hasta el amanecer se entregan a adorar a Dios, incluso en la actualidad, cuando el Astro de la Verdad se acerca al cenit en el cielo de su Revelación, y no han abandonado sus esterillas de oración. Si uno de ellos escuchara alguna vez que se le recita los versículos maravillosos de Dios, exclamaría: "¿Por qué me impides que ofrezca mis oraciones?" ¡Oh tú que estás envuelto en velos! Si haces mención de Dios, ¿por qué consientes tú mismo privarte de Aquel Que ha prendido la luz de la Adoración en tu corazón? Si no hubiera revelado antes la intimación : “Verdaderamente, haz mención de Dios”59, ¿Qué te habría impulsado a rendir tu culto a Dios, y adónde te habrías vuelto en oración?

Sabe con certeza que cuando quiera que haces mención de Aquel a Quien Dios hará manifiesto, sólo entonces estarás mencionando a Dios. De igual manera, si te apresurases hacia los versículos del Bayán y reconocieras su verdad, sólo entonces los versículos revelados de Dios te beneficiarían. De lo contrario, ¿qué provecho obtendrías de ello? Pues si te postraras en adoración de principio al fin de tu vida invirtiendo tus días en el recuerdo de Dios, pero no creyeras en el Expositor de Su Revelación para la época, ¿imaginas que tus obras te conferirán mérito alguno? Por otro lado, si crees en Él y Lo reconoces con verdadera comprensión, y Él Dice: "He aceptado tu vida entera dedicada a Mi adoración", entonces sin duda habrás estado adorándole de la forma más ardiente. Tu propósito al realizar tus obras es que Dios pueda aceptarlas graciosamente; y la aceptación divina en ningún modo puede lograrse excepto mediante la aceptación de Aquel Que es el Expositor de Su Revelación. Por ejemplo, si el Apóstol de Dios –que las bendiciones divinas descansen sobre Él– aceptara cierta obra, en verdad Dios la habría aceptado; de lo contrario habría permanecido dentro de los deseos egoístas de la persona que la forjó, sin alcanzar la presencia de Dios. Igualmente, cualquier acto que es aceptado por el Punto del Bayán es aceptado por Dios, por cuanto el mundo contingente no posee otra vía de acceso a la presencia del Antiguo de los Días. Cualquier cosa que se haga descender llega a través del Expositor de Su Revelación, y cualquier cosa que asciende, asciende al Expositor de Su Revelación. VIII,19.

No hay duda de que el Todopoderoso Le ha enviado estos versículos a Él [el Báb], tal como los hiciera descender sobre el Apóstol de Dios. A decir verdad, no menos de cien mil versículos similares a éstos han sido diseminados ya entre el pueblo, por no mencionar Sus epístolas, oraciones o Sus tratados eruditos y filosóficos. Reveló no menos de mil versículos en el curso de cinco horas. Recitó versículos a una velocidad acompasada con la capacidad de Su amanuense para transcribirlos. Así pues, si desde el comienzo de la Revelación hasta ahora se Le hubiera dejado sin trabas, calcúlese ¡cuán ingente no habría sido entonces el volumen de los escritos diseminados por Su pluma!

Si replicáis que estos versículos no pueden, por sí mismos, ser tomados como prueba revisad las páginas del Corán. Si Dios hubiera establecido allí cualquier evidencia aparte de los versículos revelados para demostrar la validez de la condición profética de Su Apóstol –sean las bendiciones Dios sobre Él–, entonces podréis albergar vuestros escrúpulos acerca de Él...

Por lo que respecta a la suficiencia del Libro en cuanto prueba, Dios ha revelado: "¿No les basta con que Te hayamos enviado el Libro para recitárselo? En ello hay en verdad una misericordia y un aviso para los que creen".60 Cuando Dios testifica que el Libro es testimonio suficiente, tal como se afirma en el texto, ¿cómo puede nadie disputar esta verdad alegando que el Libro no es en sí mismo una prueba concluyente?... II,1.

Puesto que este Día es un gran Día sería una dolorosa prueba para ti identificarte con los creyentes. Pues los creyentes de ese Día son los moradores del Paraíso, en tanto que los incrédulos son los habitantes del fuego. Y sabe con certeza que por Paraíso quiere significarse el reconocimiento y la sumisión a Aquel a Quien Dios hará manifiesto, y por fuego la compañía de las almas que no se someterán a Él ni se resignarán a Su beneplácito. En ese día te considerarás morador del Paraíso, mientras que en realidad consentirás verte envuelto en velos y tu habitación será el fuego más tenebroso, aunque no te percates de ello.

Compara Su manifestación con la del Punto del Corán. Cuán ingente el número de las Letras del Evangelio que Lo esperaban rápidamente, y no obstante desde la época de Su declaración hasta pasados cinco años nadie se convirtió en morador del Paraíso, excepto el Comandante de los Fieles [Imám ‘Alí], y aquellos que creyeron clandestinamente en Él. Todos los demás se contaron entre los moradores del fuego, aunque se consideraban moradores del Paraíso.

Igualmente, contempla esta Revelación. De las esencias del pueblo, mediante planes divinamente concebidos, se han puesto en marcha hasta el día presente se han escogido trescientos trece discípulos. En la tierra de /Sád [I/sfahán], que en apariencia es una gran ciudad, en cada rincón de cuyos seminarios se encuentran gran número de personas consideradas sacerdotes y doctores, no obstante cuando llegó la hora en que las esencias íntimas serían extraídas, sólo un cribador de trigo vistió la túnica del discipulado. Éste es el misterio de lo que fue pronunciado por los parientes del Profeta Mu/hammad –sobre ellos sea la paz de Dios– a propósito de esta Revelación, al decir que los humillados serían exaltados, y los exaltados serían humillados.

Otro tanto ha de ser con la Revelación de Aquel a Quien Dios manifestará. Entre aquellos a los que nunca se les ocurrirá que puedan merecer el descontento de Dios, y cuyas obras piadosas han de ser ejemplares para todos, habrá muchos que al no abrazar Su Causa se conviertan en la personificación del mismísimo y más tenebroso fuego; mientras que entre los siervos humildes a los que nadie imaginaría dignos de mérito, cuán grande es el número que será honrado con la verdadera fe y a quienes la Fuente de generosidad concederá la túnica de la autoridad. Pues todo cuanto es creado en la Fe de Dios es creado mediante la potencia de Su Palabra. VIII,14.

En la manifestación del Apóstol de Dios todos Le aguardaban ávidamente, y no obstante ya has escuchado cómo fue tratado en la época de Su aparición, a pesar del hecho de que si Le veían en sueños se enorgullecían de ello.

Asimismo, en la manifestación del Punto del Bayán, de noche y de día el pueblo se incorporaba ante la mención de Su Nombre e imploraba Su advenimiento fervorosamente; y si soñaban con Él, se gloriaban de sus propios sueños. No obstante, ahora que Él Se ha revelado, investido con el más poderoso testimonio, mediante el cual reivindícase su propia religión, a pesar del número incalculable de personas que anhelantes anticipaban Su llegada, éstas huelgan cómodamente en sus casas, tras haber escuchado Sus versículos; en tanto que en este momento Él Se halla confinado en la montaña de Mákú, solo y abandonado.

Prestad buena atención vosotros mismos, oh pueblo del Bayán, so pena de que cometáis tales actos que hagan llorar amargamente día y noche por Su causa, y alzaos ante la mención de Su Nombre; empero en este Día de fruición –un Día en el que no sólo deberíais alzaros ante Su Nombre sino buscar el camino que conduce a Quien personifica ese Nombre– os apartáis de Él como por un velo. VI, 15.

En la época de la manifestación de Aquel a Quien Dios hará manifiesto, todos deberían ser formados en las enseñanzas del Bayán, de modo que ninguno de los seguidores pueda aferrarse exteriormente al Bayán y olvidar su adhesión a Él. Si alguno procediera de este modo, se pronunciará veredicto de incredulidad contra él.

Juro por la Esencia Santa de Dios, si todos los del Bayán se unieran para socorrer a Aquel a Quien Dios hará manifiesto en los días de Su Revelación, ni una sola alma, antes bien, ni una sola cosa creada permanecería en la tierra que no entrara al Paraíso. Tomad buena nota vosotros mismos, pues el resumen de la religión Dios no es sino auxiliarle, antes que observar, en la época de Su aparición, actos como los prescritos en el Bayán. Ahora bien, quienquiera que, antes de manifestarse Él, transgrediese las disposiciones, incluso en la medida de un grano de cebada, habría transgredido Su mandato.

Buscad refugio en Dios frente a cualquier cosa que pueda extraviaros de la Fuente de Su Revelación, y aferraos a Su Cuerda, pues quienquiera que se afianza firmemente en Su adhesión, ha alcanzado y alcanzará la salvación en todos los mundos.

“Tal es la merced de Dios; a quien quiere se la otorga, y Dios es el Señor de gracia abundante”.61 V,5.

Desde el comienzo de vuestras vidas hasta su final realizáis vuestras obras por Dios, y, no obstante, ni un solo acto lo es por causa de Aquel Quien es la Manifestación de Dios, a Quien revierte toda buena obra. De haber actuado de esta manera, no habríais sufrido tan penosamente en el Día de la Resurrección.

Contemplad cuán grande es la Causa, y cómo el pueblo está envuelto en velos. Juro por la Presencia santificada de Dios que toda verdadera alabanza y obra ofrecidas a Dios nada son sino la alabanza y obra tendidas ante Aquel a Quien Dios hará manifiesto.

No os engañéis pensando que sois virtuosos por amor a Dios, cuando no los sois. Pues si verdaderamente realizarais vuestras obras movidos por Dios, las ejecutaríais por Aquel a Quien Dios hará manifiesto y magnificaríais Su Nombre. Los moradores de esta montaña, quienes están desprovistos de comprensión verdadera pronuncian incesantemente las palabras "No hay Dios sino Dios"; pero ¿qué provecho les proporciona? Sopesadlo para que no quedéis privados como por un velo de Aquel a Quien es el Venero de la Revelación. VIII,19.

En todo tiempo y bajo todas las condiciones, Dios ha sido completamente independiente de Sus criaturas. Ha albergado y siempre albergará el deseo de que todos los hombres alcancen Sus jardines del paraíso con el máximo amor, para que nadie entristezca a nadie, ni siquiera por un momento, y todos habiten dentro de la Cuna de Su protección y seguridad hasta el Día de la Resurrección, el cual marca el surgimiento de la Revelación de Aquel a Quien Dios hará manifiesto.

El Señor del universo nunca ha suscitado profeta, ni ha hecho descender Libro alguno, sin que haya establecido una alianza con todos los hombres por la que emplace a la aceptación de la Revelación y del Libro siguientes, por cuanto las efusiones de Su merced son incesantes e ilimitadas. VI,16.

Cuán veladas estáis, oh Mis criaturas62,... quienes, sin derecho alguno, Le habéis confinado a una montaña [Mákú] en la que ninguno de los habitantes es digno de mención... Con Él –esto es conmigo– no hay nadie excepto aquel que es una de las Letras del Viviente de Mi Libro. En Su presencia, que es Mi Presencia, no hay por la noche ¡ni siquiera una lámpara encendida! Y no obstante, en los lugares [de Adoración] que en varios grados alcanzan hasta Él, ¡brillan ahora lámparas incontables! Todo lo que hay en la tierra ha sido creado para Él, y todo participa de la delicia de Sus mercedes. ¡Y, sin embargo, están velados de Él al punto de denegarle incluso una lámpara!

En este Día, por tanto, doy testimonio ante Mis criaturas, pues el testimonio de nadie excepto de Mí mismo ha sido digno de mención en Mi presencia. Yo afirmo que ningún Paraíso es más sublime para Mis criaturas que estar ante Mi rostro y creer en Mis santas Palabras, en tanto que ningún fuego ha sido ni será más fiero para ellos que el permanecer velados de la Manifestación de Mi Yo exaltado y no creer en Mis Palabras.

Podéis replicar: "¿Cómo es que habla por nosotros?" ¿Acaso no habéis leído las palabras impropias pronunciadas en el pasado, según refleja el texto de Mi Libro, y aún no os avergonzáis? Habéis presenciado ahora la verdad de Mi Libro, la cual ha sido establecida concluyentemente, y hoy cada uno de vosotros profesa creer en Mí a través de ese Libro. No está demasiado distante el día cuando comprenderéis prestamente que vuestra gloria reposa en vuestra creencia en estos santos versículos. Hoy, sin embargo, cuando sólo creer en esta Fe os aprovecha de verdad, os habéis privado de ello en razón de cosas que no os convienen y que os acarrearán males, en tanto que Aquel Que es la Manifestación de Mi Yo ha sido y siempre permanecerá inmune a cualquier mal, y cualquier pérdida que haya sucedido o suceda revertirá en su momento a vosotros mismos. II,1.

Cuán ingente el número de personas que están bien versadas en todas las ciencias, y sin embargo es su adhesión a la santa Palabra Dios lo que determinará su fe, por cuanto el fruto de toda ciencia no es sino el conocimiento de los preceptos divinos y la sumisión a Su beneplácito. II,1.

Ninguna cosa creada alcanzará el paraíso a menos que aparezca en el máximo grado prescrito de perfección. Por ejemplo, este cristal representa el paraíso de la piedra del que se compone su sustancia. Asimismo, hay varias etapas paradisíacas por lo que respecta al cristal... En la medida en la que era sólo una piedra, carecía de valor, pero si alcanza la excelencia del rubí –potencialidad que está latente en él– ¿cuántos quilates valdrá? Considera de igual modo toda cosa creada.

Sin embargo, en cada Dispensación la máxima estación del hombre se alcanza mediante la fe en Dios y la aceptación de lo que ha sido revelado por Él, y no mediante el saber; por cuanto en toda nación existen hombres de conocimiento que están versados en las diferentes ciencias. Tampoco se alcanza mediante la riqueza; pues es asimismo evidente que entre los estamentos de toda nación los hay que poseen riquezas. Igualmente existen otras cosas transitorias.

El verdadero conocimiento, por consiguiente, es el conocimiento de Dios, y éste no es otro que el reconocimiento de Su Manifestación en cada Dispensación. Tampoco hay riqueza salvo en la pobreza respecto de todo salvo Dios y en la santidad respecto de todo excepto Él –un estado que puede lograrse sólo cuando se dirige hacia Aquel Que es el Alba de Su Revelación. Sin embargo, esto no significa, que no debieran rendirse alabanzas a las Revelaciones del pasado. Bajo ningún concepto es esto aceptable, por cuanto corresponde al hombre, al llegar a la edad de quince años, dar gracias por el día de su concepción como embrión. Pues de no haber existido éste, ¿cómo podría haber alcanzado el estado presente? Asimismo, de no haber existido la religión enseñada por Adán, esta fe no habría alcanzado su presente etapa. Considera así el desarrollo de la Fe de Dios, hasta el fin que no tiene fin. V,4.

Mil doscientos años han transcurrido desde la declaración de Mu/hammad, y cada año un número incontable de personas han dado vueltas en derredor de la Casa de Dios [La Meca]. El último año de este periodo, Aquél Que es el Fundador mismo de la Casa acudió en peregrinación.¡Gran Dios! Había allí una gran muchedumbre de peregrinos de todas las sectas. No obstante, ninguno Le reconoció, aunque el reconocía a cada uno de ellos (almas estrechamente sostenidas en el puño de Su anterior mandato). La única persona que Le reconoció y que realizó la peregrinación con Él es aquel en torno al cual giran ocho Vá/hídes63, en el que Dios Se ha gloriado ante el Concurso de lo alto en virtud de su desprendimiento absoluto y por estar completamente dedicado a la Voluntad de Dios. Esto no significa que fuera objeto de un favor especial; antes bien, éste es un favor que Dios ha conferido a todos los hombres, mas ellos han consentido permanecer velados ante él. El comentario sobre el sura de José había sido ampliamente distribuido en el primer año de esta Revelación. No obstante, cuando el pueblo comprendió que sus correligionarios no se presentaban dudaron en aceptar; no se les ocurrió jamás que el propio Corán, al que hoy rinden lealtad incontables almas, fue revelado en el mismísimo corazón del mundo árabe, no obstante, en apariencia, durante no menos de siete años, nadie reconoció su verdad excepto el Comandante de los Fieles [Imám ‘Alí] –sea la paz de Dios sobre él- quien, en respuesta a las pruebas concluyentes presentadas por el Testimonio supremo de Dios, reconoció la Verdad y no fijó sus ojos en los demás. Así, en el Día de la Resurrección Dios preguntará a cualquiera sobre su comprensión y no sobre si ha seguido los pasos de otros. Cuán a menudo una persona, tras haber inclinado sus oídos a los versículos santos, se inclinó con humildad y abrazó la Verdad, en tanto que su guía procedió de modo contrario. Así, cada persona debe sobrellevar su propia responsabilidad, antes que los demás llevarla por él. En los tiempos de la aparición de Aquel a Quien Dios hará manifiesto, los más distinguidos de entre los eruditos y los más humildes de entre los hombres serán juzgados por igual. Cuán a menudo los hombres más insignificantes han reconocido la verdad, en tanto que los más eruditos han permanecido envueltos en velos. Así, en toda Dispensación, cierto número de almas entraron en el fuego debido a que siguieron los pasos de los demás. IV,18.

Es mejor para la persona que escriba uno solo de Sus versículos antes que transcribir el Bayán entero y todos los libros que han sido escritos en la Dispensación del Bayán. Pues todo será arrumbado excepto Sus Escritos, que durarán hasta la Revelación siguiente. Y si alguien escribiera con auténtica fe una sola letra de esa Revelación, su recompensa sería mayor que transcribir la totalidad de los Escritos celestiales del pasado y cuanto ha sido consignado durante las Dispensaciones previas. Asimismo, continúa tú ascendiendo mediante una Revelación tras otra, sabiendo que el progreso en el Conocimiento de Dios nunca concluirá, del mismo modo que carece de principio. VII,13.

¡Oh pueblo del Bayán! Permaneced en guardia; pues en el Día de la Resurrección, nadie hallará lugar adonde huir. Él brillará de repente, y pronunciará juicio como Le plazca. Si es Su deseo hará que los rebajados sean exaltados, y exaltará a los rebajados, tal como hiciera en el Bayán, si fueras de los que comprenden. Y nadie sino Él es igual a esto. Cuanto ordene Él será cumplido, y nada dejará de cumplirse. VII,9.

Puesto que todos los hombres han procedido de la sombra de los signos de Su Divinidad y Señorío, siempre tienden a adoptar un sendero excelso y elevado. Y debido a que están desprovistos de un ojo discernidor para reconocer a su Bienamado, no cumplirán su deber de manifestar mansedumbre y humildad hacia Él. No obstante, desde el comienzo de sus vidas hasta su final, de conformidad con las leyes establecidas en la religión anterior, adoran a Dios, Le rinden piadoso culto, se inclinan ante Su Realidad divina y muestran sumisión hacia Su Esencia exaltada. Sin embargo, en la hora de Su manifestación todos vuelven la mirada sobre sí mismos y están apartados de Él, por cuanto Le consideran vanamente como a uno de ellos. Lejos de la gloria de Dios esté tal comparación. A decir verdad, ese Ser Augusto se parece al sol físico, Sus versículos son como los rayos, y todos los creyentes, si creyeran verdaderamente en Él, son como espejos donde se refleja el sol. Su luz es pues un mero reflejo.VII,15.

¡Oh pueblo del Bayán! Si creéis en Aquel a Quien Dios hará manifiesto, creéis en provecho propio. Él ha sido y siempre permanecerá independiente de todos los hombres. Por ejemplo, si colocaseis un número incontable de espejos ante el sol, todos reflejarían el sol y originarían impresiones de éste, en tanto que el sol mismo es completamente independiente de la existencia de los espejos y de los soles que reproducen. Tales son los vínculos que estrechan a los seres contingentes en su relación con la manifestación del Ser Eterno...

En este día no menos de setenta mil personas realizan todos los años la peregrinación a la Casa santa de Dios en cumplimiento de la orden del Apóstol de Dios; en tanto que Aquel Que ordenó ese mismo mandato se refugió durante siete años en las montañas de La Meca. Y ello no obstante que Aquel que dispuso tal mandato es con diferencia mayor que el propio mandamiento. Así pues, toda esta gente que en esta época acude en peregrinación, no lo hace con verdadera comprensión, de lo contrario en éste, el Día de Su Regreso, que es mayor que Su Dispensación anterior, habrían atendido a Su mandamiento. Mas contempla lo acaecido ahora. Las gentes que profesan creer en Su religión anterior, quienes día y noche se inclinan en adoración ante Su Nombre, Le han asignado una morada en la montaña, en tanto que cada uno de ellos consideraría un honor alcanzar el reconocimiento de Él. VII,15.

La razón por la que se ha dispuesto que haya intimidad en la hora de la plegaria es para que puedas prestar mayor atención al recuerdo de Dios, para que tu corazón pueda en todo tiempo estar animado con Su Espíritu, y no estar velado como por un velo frente al Bienamado. No consientas que tu lengua rinda con la boca alabanzas a Dios mientras tu corazón no está acompasado con la excelsa Cumbre de Gloria y el Punto focal de comunión. Así, si acaso vivieras en el Día de la Resurrección, el espejo de tu corazón estará fijado en Aquel Que es el Astro de la Verdad; y tan pronto como brille Su luz, el esplendor que emane de Él se verá reflejado en tu corazón. Pues Él es la Fuente de toda bondad, y a Él regresarán todas las cosas. Pero si aparece mientras te has vuelto hacia ti en meditación, ello en nada te beneficiará, a menos que menciones Su Nombre con las palabras que Él ha revelado. Pues en la Revelación venidera es Él Aquel Que es la Rememoración de Dios, en tanto que las plegarias que elevas en la actualidad han sido prescritas por el Punto del Bayán, siendo así que Aquel Que brillará resplandeciente en el Día de la Resurrección es la Revelación de la realidad interna atesorada en el Punto del Bayán, una Revelación más potente, inconmensurablemente más potente, que sus predecesoras. IX, 4.

Es oportuno que, al cabo de su oración, el siervo suplique a Dios que confiera misericordia y perdón a sus padres. A continuación, se alzará la llamada de Dios: "¡Miles de veces por mil cuanto hayas pedido por tus padres será tu recompensa!" Bendito sea quien al comulgar con Dios recuerda a sus padres. No hay otro Dios sino Él, el Poderoso, el Bienamado. VIII,16.

Dado que este armazón físico es el trono del templo interior, cualquier cosa que ocurra al primero es sentida por el otro. En realidad lo que disfruta en la alegría o se entristece con la pena es el templo interior del cuerpo, no el cuerpo mismo. Puesto que este cuerpo físico es el trono en el que se ha establecido el templo interior, Dios ha dispuesto que el cuerpo sea preservado en la medida de lo posible, de modo que no se dé lugar a nada que suscite repugnancia. El templo interior contempla su armazón física, que es su trono. Así, si este último recibe respeto, es como si el primero fuese su destinatario. Lo contrario es asimismo cierto.

Por consiguiente, se ha ordenado que el cuerpo muerto sea objeto del máximo honor y respeto. V,12

En la época en que aparezca Aquel a Quien Dios hará manifiesto, si realizases obras por causa del Punto del Bayán, éstas serían tenidas por obras con destino a alguien diferente de Dios, por cuanto en ese Día el Punto del Bayán no es otro sino Aquel a Quien Dios hará manifiesto...

Es por esta razón por lo que en el comienzo de toda Dispensación una gran multitud, que veleidosamente se imagina que sus actos van dirigidos a Dios, acaban como impíos y ahogados, sin percatarse de ello salvo aquellos a los que Él guía según Su voluntad.

Es mejor que la persona guíe a un alma antes que poseer todo lo que yace entre Oriente y Occidente. Asimismo, la guía es mejor para el guiado que todas las cosas que existen en la tierra, pues debido a esta orientación, tras la muerte, conseguirá el ingreso en el Paraíso, en tanto que debido a las cosas del mundo inferior, recibirá su merecido. De ahí que Dios desee que todos los hombres sean guiados rectamente mediante la potencia de las Palabras de Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Empero, los que se envanecen no consentirán ser guiados. Están privados de la Verdad, algunos debido a su saber, otros debido a su gloria y poder, y otros por razones suyas, ninguna de las cuales les valdrán en la hora de la muerte.

Prestad bien atención para que todos, bajo la jefatura de Aquel Que es la Fuente de Guía Divina, sean facultados para encaminar sus pasos directamente sobre el Puente, el cual es más afilado que la espada y más delicado que un cabello de modo que las cosas que hayas realizado por amor a Dios, desde el comienzo hasta el final de tu vida, no se conviertan, todas a una y sin tú saberlo, en hechos malquistos a los ojos de Dios. En verdad Dios guía a quien quiere por el sendero de la certeza absoluta. VII,2.

Todos aguardan ávidamente Su aparición, pero puesto que sus ojos interiores no se dirigen hacia Él, es de rigor que Le sobrevengan angustias. En el caso del Apóstol Dios –que la bendición de Dios descanse sobre Él– todos fueron testigos, antes de la revelación del Corán, de Su piedad y nobles virtudes. Mas qué de insultos y ultrajes no Le fueron lanzados y que la pluma se avergüenza de describir. Del mismo modo, contempla el Punto de él Bayán. Su conducta antes de la declaración de Su misión es diáfana para cuantos Lo conocieron. Ahora, después de Su manifestación, y aunque, hasta el presente, ha revelado no menos de quinientos mil versículos que versan sobre diferentes asuntos, observa qué de calumnias han pronunciado, tan indignas que la pluma se avergüenza de mencionarlas. Pero si todos los hombres observaran las disposiciones de Dios, ninguna tristeza Le sobrevendría a aquel Árbol celestial. VI,11.

Los hechos de Aquel a Quien Dios hará manifiesto son como el sol, en tanto que las obras de los hombres, con tal de que se conformen al beneplácito de Dios, se asemejan a las estrellas o la luna... Así pues, si los seguidores del Bayán guardasen los preceptos de Aquel a Quien Dios hará manifiesto en la hora de Su aparición, y se considerasen a sí mismos y a sus propias obras como estrellas expuestas a la luz del sol, entonces habrán recogido el fruto de su existencia; de lo contrario, el título de "estrella" no les será aplicable entonces. Antes bien, se predicará de cuantos creen verdaderamente en Él, de cuantos palidecen hasta la insignificancia durante el día y brillan con luz durante la noche.

Tal es en verdad el fruto de este precepto, si todos lo guardaran en el Día de la Resurrección. Ésta es la esencia de todo saber y de toda de obra recta, si todos la alcanzasen. Si los pueblos del mundo fijaran su mirada sobre este principio, ningún Expositor de la Revelación divina los hubiera considerado como naderías durante el comienzo de toda Dispensación. Sin embargo, es un hecho que durante la noche cada cual percibe la luz que uno mismo despide, de acuerdo con su propia capacidad, sin recordar que al alba esa luz palidece trocándose en la nada absoluta ante el fulgor deslumbrante del Sol.

La luz del pueblo del mundo es su verbo y conocimiento; en tanto que los esplendores que se desprenden de los hechos gloriosos de Aquel a Quien Dios hará manifiesto constituyen Sus palabras, merced a Cuya potencia repliega el mundo entero de la existencia, lo coloca bajo Su propia autoridad al relacionarlo consigo mismo, y luego proclama como Portavoz Dios, Fuente de Su Luz Divina –exaltado y glorificado sea Él–: "Verdaderamente, verdaderamente, yo soy Dios, y no hay otro Dios sino Yo; en verdad todos los demás salvo Yo son Mis criaturas. Di, ¡Oh mis criaturas! Sólo a Mí, por tanto, deberíais temer". VIII,1.

Sabe que en el Bayán la purificación es tenida por el medio más aceptable de alcanzar la cercanía a Dios, y es la más meritoria de todas las obras. Así pues, purifica tu oído para que no escuches ninguna mención salvo Dios, y purga tu ojo para que no contemple nada excepto Dios, y la conciencia para que no perciba nada sino a Dios, y tu lengua para que no proclame nada salvo a Dios, y tu mano para que no escriba nada que no sean las palabras Dios, y tu conocimiento para no comprenda nada excepto a Dios, y tu corazón para que no abrigue deseo salvo Dios, y de este modo purga todos tus actos y todos tus cuidados para que seas amamantado en el paraíso del amor puro, y acaso alcances la presencia de Aquel a Quien Dios hará manifiesto, adornado con una pureza que Él valora altamente, y seas santificado de quienquiera que se haya apartado de Él sin socorrerle. Así manifestarás una pureza que te beneficie.

Sabe que todo oído que atiende a Sus palabras con fe verdadera será inmune al fuego. Así, el creyente, mediante su reconocimiento de Él apreciará el carácter trascendente de Sus Palabras celestiales, lo preferirá de todo corazón a los demás, y rechazará inclinar sus afectos hacia quienes no creen en Él. Cuanto fuere que uno gane en la vida por venir no es sino el fruto de esta fe. En verdad, todo hombre cuyo ojo contempla Sus Palabras con fe verdadera merece el Paraíso; y aquél cuya conciencia dé fe de Sus Palabras con fe verdadera morará en el Paraíso y alcanzará la presencia de Dios; y aquél cuya lengua pronuncie Sus Palabras con fe verdadera tendrá su aposento en el Paraíso, donde se sumirá en el éxtasis en loor y glorificación de Dios, el Que siempre permanece, Cuyas revelaciones de gloria nunca se agotan y Cuyos alientos revitalizadores de santidad nunca faltan. Toda mano que transcriba Sus Palabras con fe verdadera serán colmadas, tanto en este mundo como en el venidero, de cosas que revisten gran valor; y Dios hará que todo pecho que memorice Sus Palabras, si es creyente, se llene de Su amor; y todo corazón que acaricie el amor de Sus Palabras y manifieste en sí mismo los signos de la fe verdadera cuando Se menciona Su Nombre, y que ejemplifica las palabras "sus corazones se estremecen de asombro ante la mención de Dios"64, ese corazón se convertirá en el objeto de las miradas del favor divino y será sumamente ensalzado por Dios en el Día de la Resurrección. IX,10.

Si en la época de la aparición de Aquel a Quien Dios hará manifiesto todos los moradores de la tierra dieran testimonio de algo de lo que Él diera fe de modo diferente, Su testimonio será como el sol, en tanto que el de aquellos sería semejante a una imagen falsa reflejada en un espejo que no mira al sol. Pues, de lo contrario, el testimonio de éstos se habría demostrado un fiel reflejo de Su testimonio.

Juro por la Esencia sacratísima de Dios, que una sola línea de las Palabras pronunciadas por Él es más sublime que las palabras vertidas por cuantos habitan la tierra. Más aún, pido perdón por realizar tal comparación. ¿Cómo pueden los reflejos del Sol presentes en el espejo parangonarse con los rayos maravillosos del sol del cielo visible? La condición del uno es la de la nada, en tanto que la estación del otro, por la rectitud de Dios –santificado y magnificado sea Su Nombre– es la de la Realidad de las cosas...

Si en el Día de Su manifestación, hiciese mención un rey de su propia soberanía, tal cosa sería como si el espejo retase al sol diciéndole: "La luz está dentro de mí". Asimismo, sería como si uno de los doctos de Su Día fuera a postularse como un exponente del conocimiento, o como si el ricohombre hiciera ostentación de su pujanza, o si un potentado afirmase su propia autoridad, o si el investido de grandeza hiciera gala de su gloria. No, tales hombres se convertirán en el hazmerreír de sus pares, ¡y, ay, cuál no será el juicio de Aquel Que es el Sol de la Verdad! III, 12.

No es permisible formularle preguntas a Aquel a Quien Dios hará manifiesto, excepto las que son dignas de Él. Pues Su estación es la de la Esencia de la Revelación divina... Cualquier muestra de munificencia que se observe en el mundo, no es sino un reflejo de la imagen de Su munificencia; y todas las cosas deben su existencia a Su Ser... El Bayán es, de principio a fin, el repositorio de todos Sus atributos y el tesoro de Su fuego y de Su luz. Si alguien deseara plantear sus preguntas, tal cosa se autoriza sólo por escrito, para que él derive amplia comprensión de Su respuesta escrita y para que pueda servir como prenda de Su Bienamado. Sin embargo que nadie inquiera lo que se demuestre indigno de Su excelsa estación. Por ejemplo, si una persona inquiriese el precio de la paja de un mercader de rubíes, cuán ignorante e inaceptable sería su proceder. De modo similar, inaceptables serían las preguntas de las personas más encumbradas del mundo en Su presencia, a excepción de palabras tales como las que Él mismo pronuncie sobre Sí en el Día de Su manifestación.

Creo ver ya a quienes, bajo el acicate de sus propias concepciones engañadas, Le escriben y formulan preguntas sobre lo que ha sido revelado en el Bayán, y Él les responderá con palabras procedentes no de Sí mismo, sino divinamente inspiradas, diciendo: "Verdaderamente, verdaderamente, yo soy Dios; no hay Dios sino Yo. He dado el ser a todas las cosas creadas, he elevado a Mensajeros divinos en el pasado y he hecho descender Libros para ellos. Prestad atención en no rendir culto a nadie sino a Dios, Quien es Mi Señor y vuestro Señor. Ésta es la verdad indudable. Sin embargo, ello Me será indiferente; si creéis en Mí, haréis el bien a vuestras propias almas, y si no creéis en Mí, ni en lo que Dios Me ha revelado, consentiréis que vuestras propias personas sean apartadas como por un velo. Pues, verdaderamente, hasta ahora he sido independiente de vosotros, y permaneceré independiente en adelante. Por consiguiente, os corresponde, oh criaturas de Dios, socorreos a vosotras mismas y creer en los Versículos revelados por Mí..." III,13.

El Bayán constituirá la balanza infalible de Dios hasta el Día de la Resurrección, el cual es el Día de Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Quién actúe de conformidad con lo que en él se revela habitará en el Paraíso, a la sombra de Su afirmación, situándose entre las Letras más sublimes en la presencia de Dios; mientras que quienquiera que se desvíe, siquiera en la medida de una pizca de un grano de cebada, será consignado al fuego y se reunirá a la vera de la sombra de la negación. Asimismo esta verdad ha sido puesta de manifiesto en el Corán, donde en varios apartados Dios ha dispuesto que quienquiera que emita juicios contrarios a los límites fijados por Él, será tenido por infiel...

Cuán escasos son en estos días quienes se atienen al criterio establecido en el Corán. Más aún, no se hallan en parte alguna, salvo los que Dios quiere. Sin embargo, si hubiera una persona tal, sus obras rectas de nada le valdrían si desatendiera la pauta revelada en el Bayán; tal como las obras piadosas de los monjes cristianos de nada les aprovecharon, por cuanto en la hora de manifestación del Apóstol Dios –que las bendiciones Dios descansen sobre Él– se contentaron con la pauta marcada en el Evangelio.

Si el criterio divino dispuesto en el Corán hubiera sido observado auténticamente, no se habrían pronunciado juicios adversos contra Él, Quién es el Árbol de la Verdad divina. Tal como ha sido revelado: “Los cielos casi se desgajan, y la tierra se resquebraja y las montañas se derrumban en añicos"65. Y sin embargo, más duros aún que estas montañas, ¡sus corazones deben de haber permanecido inamovibles! En verdad, no hay paraíso más glorioso a los ojos Dios que alcanzar Su beneplácito. II, 6.

El Único Dios verdadero admite compararse al sol, y el creyente a un espejo. Tan pronto como el espejo se coloca frente al sol, refleja la luz de éste. Cabe comparar al descreído con una piedra. No importa cuanto tiempo se exponga a la luz solar, no podrá reflejar el sol. De este modo, el primero entrega la vida como sacrificio, en tanto que el último obra contra Dios lo que comete. En verdad, si Dios quisiera, es potente para volver la piedra en espejo, pero la propia persona debe reconciliarse con su estado. Si deseara convertirse en cristal, Dios le haría asumir la forma del cristal. Pues en ese Día cualquiera que sea la causa que impulse al creyente a creer en Él, eso mismo estará al alcance del descreído. Pero cuando este último consiente estar envuelto en velos, esa misma causa lo apartará como por un velo. Así, hoy, tal como es evidente, los hay que han fijado sus rostros en Dios, el Verdadero, han creído en Él debido al Bayán, mientras que los que han estado velados se han visto privados debido a ello. VI,4.

Juro por la Esencia más sagrada de Dios –exaltado y glorificado sea Él– que en el Día de la aparición de Aquel a Quien Dios hará manifiesto mil lecturas atentas del Bayán no pueden igualarse a la lectura cuidadosa de un solo versículo revelado por Aquel a Quien Dios hará manifiesto.

Recapacita y observa que en el Islam todo tiene su comienzo y fin últimos en el Libro de Dios. Asimismo, considera el Día de la Revelación de Aquel a Quien Dios hará manifiesto, aquel en Cuyo puño descansa la fuente de las evidencias, y no permitas que consideraciones erróneas te aparten de Él, pues Él es inconmensurablemente exaltado sobre ellos, puesto que toda prueba procede del Libro de Dios, el cual es en sí mismo el testimonio supremo, ya que todos los hombres son incapaces de producir su semejante. Si miríadas de hombres doctos, versados en la lógica, la ciencia de la gramática, el derecho, la jurisprudencia y disciplinas semejantes se apartaran del Libro de Dios, se les seguiría declarando descreídos. Así, el fruto yace dentro del propio testimonio supremo, no en las cosas que se derivan de él. Sabe tú con certeza que cada letra revelada en el Bayán tiene por su solo fin el suscitar la sumisión a Aquel a Quien Dios hará manifiesto, pues es Él Quien ha revelado el Bayán antes de Su propia manifestación. V, 8.

En esta Revelación el Señor del universo se ha dignado conferir Sus poderosos pronunciamientos y signos resplandecientes sobre el Punto del Bayán, y los ha dispuesto como Su testimonio incomparable para todas las cosas creadas. Si todo el pueblo que habita la tierra se congregase, sería incapaz de producir un solo versículo semejante a los que Dios ha hecho que manen de la lengua del Punto del Bayán. Por cierto, si toda criatura viviente se detuviera a meditar, comprendería sin duda que estos versículos no son obra del hombre, sino que han de atribuirse tan sólo a Dios, el Único, el Impar, Quien hace que fluyan de la lengua de quienquiera que Él desea, y no los ha revelado ni revelará salvo a través del Punto Focal de la Voluntad Primordial de Dios. Él es, Aquel a través de Cuyas Dispensaciones se han alzado los Mensajeros divinos y se han hecho descender los Libros celestiales. Si los seres humanos hubieran sido capaces de lograr esta obra sin duda alguien habría suscitado siquiera un versículo durante el periodo de mil doscientos setenta años que ha transcurrido desde la revelación del Corán hasta la del Bayán. Sin embargo, todos los hombres se han demostrado impotentes y no han conseguido tal, aunque se esforzaron, con vehemente denuedo, por apagar la llama de la Palabra de Dios. II,1.

Contempla cuán vasto es el número de personas que afluyen a La Meca cada año en peregrinación y se ocupan en rondarla, en tanto que Él, mediante la potencia de Cuya Palabra la Ka’bah [el santuario de La Meca) se ha convertido en objeto de adoración, permanece abandonado en esta montaña. Él no es sino el Apóstol de Dios mismo, puesto que la Revelación de Dios admite compararse con el sol. No importa cuán innumerables sean sus amaneceres, no hay sino un solo sol, y de él depende la vida de todas las cosas. Es claro y evidente que el objeto de todas las Dispensaciones anteriores ha sido allanar el camino para el advenimiento de Mu/hammad, el Apóstol de Dios. Éstas, a su vez, e incluyendo la Dispensación Mu/hammadiana, han tenido por objetivo la Revelación proclamada por el Bayán. El propósito que subyace a esta Revelación, así como a las precedentes, ha sido, de igual modo, anunciar el advenimiento de la Fe de Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Y esta Fe –la Fe de Aquel a Quien Dios hará manifiesto– a su vez, junto con todas las Revelaciones que la antecedan, tienen por objeto la Manifestación destinada a sucederle. Y esta última, no menos que todas las Revelaciones anteriores, el de preparar el camino para la Revelación que suceda. El proceso de amanecer y puesta del Sol de la Verdad continuará así indefinidamente, un proceso que no ha tenido comienzo ni tendrá fin.

El bien sea con aquel que en cada Dispensación reconoce el Propósito de Dios para esa Dispensación, y no se priva de él volviendo su mirada hacia las cosas del pasado. IV,12.

La sustancia de este capítulo es ésta, lo que se pretende significar por el Día de la Resurrección es el Día de la aparición del Árbol de la Realidad divina; empero, no se ve que ninguno de los seguidores del Islam shí‘í haya comprendido el significado del Día de la Resurrección; antes bien, han imaginado caprichosamente algo que para Dios carece de realidad. A los ojos Dios y de acuerdo con la usanza de los que están iniciados en los misterios divinos, lo que se significa por el Día de la Resurrección es esto: que desde la época de la aparición de Aquel Que es el Árbol de la Realidad divina, en cualquier período y bajo cualquier nombre, hasta el momento de Su desaparición, ése el Día de la Resurrección.

Por ejemplo, la Resurrección de Moisés fue desde el comienzo de la misión de Jesús –que la paz descanse sobre Él– hasta el día de Su ascensión. Pues durante ese periodo la Revelación de Dios brilló mediante la aparición de aquella Realidad divina, la Cual recompensó con Su Palabra a quienquiera que creyó en Moisés, castigó por Su Palabra a quienquiera que no creyó; puesto que el Testimonio de Dios para este Día fue el que había afirmado Él solemnemente en el Evangelio. Y la Resurrección de Jesús fue desde el comienzo de la Revelación del Apóstol de Dios –que las bendiciones de Dios descansen sobre Él– hasta el día de Su ascensión, –que la paz descanse sobre Él– cuando apareció el Árbol de la Realidad divina en la persona de Mu/hammad, el cual recompensó mediante Su Palabra a quienquiera que fue creyente en Jesús, y castigó por Su Palabra a quienquiera que no fue creyente en Él. Y la Resurrección del Apóstol de Dios data desde el momento en el que el Árbol del Bayán apareció hasta que desaparezca, tal como se predijo divinamente en el Corán; el comienzo de la cual tuvo lugar transcurridas dos horas y once minutos de la víspera del quinto día de Jamádíyu’l-Avval 1260 d.h.66, que es el año 1270 de la Declaración de la Misión de Mu/hammad. Éste fue el comienzo del Día de la Resurrección del Corán y hasta la desaparición del Árbol de la Realidad divina es la Resurrección del Corán. La etapa de perfección de toda cosa se alcanza cuando tiene lugar la resurrección. La perfección de la religión del Islam se consumó en el comienzo de esta Revelación; y desde el surgimiento de esta Revelación hasta su puesta, los frutos del Árbol del Islam, sean los que fueren, se volverán aparentes. La Resurrección del Bayán ocurrirá en la época de la aparición de Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Pues hoy el Bayán se encuentra en el estado de semilla; al comienzo de la manifestación de Aquel A Quien Dios hará manifiesto su perfección última será aparente. Él se hace manifiesto a fin de recoger los frutos de los árboles que plantó; tal como la Revelación del Qa’im [Aquel Que Se alza], descendiente de Mu/hammad –que las bendiciones de Dios descansen sobre Él– que es exactamente como la Revelación del Apóstol de Dios mismo Mu/hammad]. Él no aparece con otro fin salvo el de cosechar los frutos del Islam de entre los versículos coránicos que Él [Mu/hammad] sembró en los corazones de los hombres. Los frutos del Islam no pueden cosecharse sino mediante la adhesión a Él [el Qa’im] y creyendo en Él. Sin embargo, en la época actual, sólo se han verificado efectos adversos; pues si bien Él ha aparecido en el mismísimo corazón del Islam, y todo el pueblo lo profesa en razón de su Relación con Él [el Qá’im], no obstante lo han confinado injustamente a la Montaña de Mákú, y ello a pesar de que en el Corán el advenimiento del Día de la Resurrección les ha sido prometido a todos por Dios. Pues en ese Día todos los hombres serán presentados ante Dios y alcanzarán Su Presencia; lo que significa la comparecencia ante Aquel Que es el Árbol de la Realidad divina y el logro de Su presencia; y ello por cuanto no es posible comparecer ante la Más Sagrada Presencia de Dios, ni es concebible procurar la reunión con Él. Lo que es factible en lo que se refiere a la comparecencia ante Él y el encuentro con Él es el alcanzar el Árbol Primordial. II,7.

Jamás podrá compararse la prueba establecida por Dios con las pruebas aducidas por ninguno de los pueblos y linajes de la tierra; y Dios, sin ninguna sombra de duda, no presenta prueba alguna salvo mediante Aquel Que haya sido designado Su Testimonio supremo. Además, la prueba de los versículos revelados demuestra, sólo ella y por sí misma, la crasa impotencia de todas las cosas creadas de la tierra, pues ésta es una prueba que ha procedido Dios y que perdura hasta el Día de la Resurrección.

Y si alguien reflexionara sobre la aparición de este Árbol, indudablemente daría fe de la alteza de la Causa de Dios, pues si alguien de cuya vida sólo han transcurrido veinticuatro años, y quien está desprovisto de esas ciencias en las que todos están versados, recita ahora versículos de modo semejante, y sin pensarlo ni dudarlo, escribe mil versículos de oraciones en el curso de cinco horas sin respiro de la pluma, y da origen a comentarios y tratados eruditos sobre temas elevados como la comprensión auténtica de Dios y de la unicidad de Su Ser, de un modo que los doctores y filósofos confiesan que supera su poder de comprensión, en ese caso no hay duda de que todo lo que ha sido manifestado es de inspiración divina. A pesar del estudio diligente de toda una vida, ¡qué penalidades atraviesan estos clérigos al tener que escribir una solo renglón en árabe! Tras dichos desvelos, el resultado no es sino palabras que no merecen mencionarse. Todas estas cosas constituyen una prueba para el pueblo; de lo contrario, la religión de Dios es demasiado imponente y gloriosa para que nadie la comprenda salvo por sí misma; más aún, todo se comprende en virtud de ella. II,1.

Alabado sea Dios por habernos facultado para hacernos conocedores de Aquel a Quien Dios hará manifiesto en el Día de la Resurrección, de modo que nos beneficiemos del fruto de nuestra existencia y no nos privemos de alcanzar la presencia de Dios. Pues, en verdad, ése es el objeto de nuestra creación y el único propósito que subyace a todo acto virtuoso que realicemos. Tal es la munificencia que Dios nos ha conferido; verdaderamente Él es el Munífico, el Señor de Gracia. Sabe tú que conseguirás esto si crees con fe cierta. Sin embargo, puesto que no puedes alcanzar el estado de fe indudable, debido a los velos que interponen tus deseos egoístas, por tanto permanecerás así en el fuego, aunque sin darte cuenta de ello. En el Día de Su manifestación, a menos que creas verdaderamente en Él, nada podrá salvarte del fuego, aunque realices todo acto recto. Si abrazas la Verdad, todo lo bueno y conveniente te será enviado en el Libro de Dios, y en virtud de ello te regocijarás en el Paraíso más elevado hasta la Resurrección siguiente.

Considera con la atención debida, pues el camino resulta muy estrecho, aunque es más espacioso que los cielos y la tierra y cuanto hay entre ellos. Por ejemplo, si todos los que aguardaban el cumplimiento de la promesa de Jesús se hubieran cerciorado de la manifestación de Mu/hammad, el Apóstol de Dios, a ninguno se le habría apartado de los dichos de Jesús. Igualmente en la revelación del Punto del Bayán, si todos se hubieran cerciorado de que éste es ese mismo Mihdí Prometido [Aquel Que es guiado], Que predijera el Apóstol de Dios, ni uno de los creyentes en el Corán se hubiera apartado de los dichos del Apóstol de Dios. Y del mismo modo, contempla idéntica cosas por lo que se refiere a la Revelación de Aquel a Quien Dios hará manifiesto; pues si todos albergaran la certeza de que Él es ese mismo "Aquel a Quien Dios hará manifiesto", predicho por el Punto del Bayán, nadie se habría apartado. IX, 3.

En el Nombre de Dios, el Más exaltado el Santísimo. Toda alabanza y gloria conviene a la corte sagrada y gloriosa del Señor soberano, Quien desde la eternidad ha morado y por siempre continuará morando dentro del ministerio de Su propia Esencia divina, Quien desde tiempo inmemorial ha habitado y continuará habitando dentro de Su eternidad trascendente, exaltado por encima del alcance y visión de todas las cosas creadas. El signo de Su Revelación impar, tal como Él la creó y según dejó impreso sobre las realidades de todos los seres, no es otro sino su impotencia para conocerle. La luz que ha derramado sobre todas las cosas no es sino el esplendor de Su Propio Yo. En todo tiempo Él mismo ha sido inmensamente exaltado por encima de toda asociación con Sus criaturas. Ha moldeado la creación entera de modo tal que todos los seres, en virtud de sus poderes innatos, den testimonio ante Dios en el Día de la Resurrección de que no tienen par o igual que esté santificado de toda semejanza, parecido comparación. Ha sido y siempre será único e incomparable por la gloria trascendente de Sus ser divino y ha sido siempre indescriptiblemente poderoso por la sublimidad de Su soberano Señorío. Nadie ha sido capaz de reconocerle adecuadamente, ni hombre alguno ha lograda en ningún momento comprenderle como es justo y conveniente, pues toda realidad a la que le es aplicable el término "ser" ha sido creada por la Voluntad soberana del Todopoderoso, Quien ha derramado su el resplandor de Su propio Yo, que reluce desde Su augustísima estación. Además, ha depositado dentro de la realidad de todas las cosas creadas el emblema de Su reconocimiento, para que todos sepan con certeza que Él es el Comienzo y el Fin, el Manifiesto y el Oculto, el Hacedor y el Sostenedor, el Omnipotente y el Todopoderoso, el Que escucha y percibe todas las cosas, Quien es invencible en Su poder y permanece supremo en Su propia identidad, Quien reaviva y da muerte, el Todopoderoso, el Inaccesible, el Más Exaltado, el Altísimo. Toda revelación de Su Esencia divina denota la sublimidad de Su gloria, la Alteza de Su santidad, la altura inaccesible de Su unicidad y la exaltación de Su majestad y poder. Su comienzo carece de un comienzo que no sea Su propia primeridad y su final no conoce fin salvo Su propia ultimidad. 1,1.

La revelación de la Realidad divina ha sido desde siempre idéntica con su ocultación, y su ocultación con su revelación. Lo que quiere decirse por "Revelación de Dios" es el Árbol de la Verdad divina que no Le denota sino a Él, es decir este Árbol divino que ha levantado y suscitará Mensajeros, y ha revelado y continuará revelando siempre Escrituras. Desde la eternidad por toda la eternidad este Árbol de la Verdad divina ha servido y servirá siempre de trono de la revelación y ocultación de Dios entre Sus criaturas, y en toda época se hace manifiesto a través de quienquiera que Le plazca. En la época de la revelación del Corán Él afirmó Su poder trascendente mediante el advenimiento de Mu/hammad, y con ocasión de la revelación del Bayán demostró Su poderío soberano mediante la aparición del Punto del Bayán, y cuando Aquel a Quien Dios hará manifiesto brille resplandeciente, será mediante Él como reivindicará la verdad de Su Fe, según Le plazca, con quienquiera a quien Le plazca y por cualquier cosa que Le plazca. Él está con todas las cosas, empero nada está con Él. No está dentro ni por encima de algo, ni junto a algo. Cualquier referencia a que Su ser esté establecido sobre el trono entraña que el Expositor de Su Revelación está establecido sobre la sede de autoridad trascendente...

Desde siempre ha existido y continuará existiendo. Ha sido y siempre permanecerá inescrutable para todos los hombres, por cuanto todo lo demás excepto Él ha sido y será siempre creado mediante la potencia de Su mandato. Él es exaltado por encima de toda mención ó alabanza y está santificado más allá de toda palabra de alabanza o toda comparación. Ninguna cosa creada Lo comprende, mientras que Él, en verdad, comprende todas las cosas. Incluso cuando se dice "ninguna cosa creada Lo comprende", tal aserto se refiere al Espejo de Su Revelación, esto es a Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Ciertamente, demasiado elevado y exaltado es Él como para que nadie pueda aludir a Él. II, 8.

4
PASAJES DEL
DALÁ’IL-I-SAB’IH
(Las siete pruebas)

Has preguntado por los fundamentos de la religión y sus disposiciones: Sabe que el asiento primero y principalísimo de la religión es el conocimiento de Dios. Éste logra su consumación con el reconocimiento de Su unidad divina, el cual a su vez se ve colmado al proclamar que Su santuario sagrado y exaltado, la Sede de Su majestad trascendente, está santificado de todos los atributos. Y sabe que en este mundo del ser el conocimiento de Dios nunca puede alcanzarse salvo por el conocimiento de Aquel Quien es la Alborada de la Realidad divina.

¡Dios de gracia! Dentro de los dominios del Islam hay en la actualidad siete soberanos poderosos que rigen el mundo. Ninguno de ellos ha sido informado de Su Manifestación [la Manifestación del Báb] y, aun de haber sido informados, ninguno ha creído en Él. Quién sabe, quizá abandonen este mundo de abajo lleno de deseos, y sin haber comprendido que aquello para lo que a lo que aguardaban ha llegado a ser. Esto es lo que ocurrió a los monarcas que se aferraban al Evangelio. Aguardaban la venida del Profeta de Dios [Mu/hammad], mas cuando apareció, no Lo reconocieron. Ved cuán grandes son las sumas que gastan dichos soberanos ¡sin tan siquiera tomarse la mínima molestia de designar a un encargado con la tarea de familiarizarlos en sus propios reinos con la Manifestación de Dios! De haberlo hecho habrían cumplido el propósito para el que fueron creados. Todos sus deseos han estado y están todavía fijados en dejar tras de sí la impronta de sus nombres.

Asimismo pondera la Dispensación del Apóstol de Dios, la cual duró mil doscientos setenta años67 hasta el amanecer de la manifestación del Bayán. Él les encareció a todos a que a guardasen el advenimiento del Qá’im prometido. Todos los hechos que en la Dispensación islámica comenzaron con Mu/hammad debían encontrar su consumación mediante la aparición del Qá’im. Dios Lo hizo manifiesto investido de la prueba con que el Apóstol de Dios fuera investido, de modo que ninguno de los creyentes en el Corán pudiera albergar dudas acerca de la validez de Su Causa, pues dicho queda en el Corán que nadie sino Dios es capaz de revelar versículos. Durante el periodo de 1270 años ninguno de entre los seguidores del Corán presenció que apareciera ninguna persona con pruebas concluyentes. Ahora, el Señor que vive por siempre Se ha hecho manifiesto y ha investido con el testimonio supremo a este Prometido desde un lugar que nadie podría imaginar y desde una persona cuyo conocimiento era tenido en nada. No cuenta con más de veinticinco años de edad, no obstante Su gloria es tal que con ella no puede rivalizar ninguno de los doctos de entre las gentes del Islam; por cuanto la gloria de hombre descansa en su conocimiento. Ved a los doctos a los que se honra en virtud de su capacidad de comprensión de los Escritos Sagrados, y a quienes Dios ha exaltado a tal punto que en referencia a su persona ha dicho: "Nadie sabe el significado de ello excepto Dios y quienes están bien versados en el conocimiento".68 Cuán extraño que este ser de veinticinco años y sin maestro haya sido escogido para revelar Sus versículos de tan asombrosa manera. Si los sacerdotes musulmanes tienen motivos para jactarse de comprender el significado de los Escritos Sagrados, la gloria de Éste reside en revelar los Escritos, para que ninguno de ellos dude en creer en Sus Palabras. Tan grande es la potencia y poder que Dios ha revelado en Él que si fuera Su voluntad y no mediara descanso podría, en el espacio de cinco días y noches, revelar el equivalente del Corán, el cual fue hecho descender en veintitrés años. Pondera y reflexiona. ¿Ha habido jamás alguien como Él que haya aparecido en tiempos anteriores, o acaso está dicha característica estrictamente confinadas a Él?

Considera los múltiples favores dispensados por el Prometido, y las efusiones de Su merced que han anegado al concurso de los seguidores del Islam para permitirles que alcanzasen la salvación. En verdad, observa cómo Aquel Que representa el origen de la creación, Quien es el Expositor del versículo "Yo soy, en verdad, Dios", Se identificó como la Puerta [ Báb] para el advenimiento del Prometido de Qá’im, descendiente de Mu/hammad, y en Su primer Libro intimó a la observancia de las leyes del Corán, de modo que las gentes no se conturbasen ante un libro y una Revelación nuevas, y así pudieran considerar esta fe similar a la suya, para que acaso no dieran la espalda a la Verdad ni pasaran por alto aquello para lo que fueron llamados a existir.

Permitidme que presente algunos argumentos racionales. Si alguien deseara abrazar la Fe del Islam hoy día, ¿sería el testimonio de Dios prueba concluyente para él? Si alegaras que no, entonces ¿cómo es que Dios le castigará al morir, y que, mientras viva, se ha de pronunciar el veredicto de "descreído" contra su persona? Si afirmas que el testimonio es concluyente, ¿cómo probarás esto? Si tu aserto se basara en lo que se dice, las meras palabras no serán aceptables como testimonio vinculante; pero sí considerases que el Corán es el testimonio, tal sería una prueba evidente y poderosa.

Considera ahora la Revelación del Bayán. Si los seguidores del Corán se hubieran aplicado a sí mismos pruebas similares a las aducidas frente a quienes no creen en el Islam, ni una sola alma habría permanecido privada de la Verdad, y todos habrían alcanzado la salvación en el Día de la Resurrección.

Si un cristiano porfiara diciendo "¿cómo puedo tener al Corán por testimonio cuando soy incapaz de comprenderlo?" tal argumento no sería aceptable. Asimismo, el pueblo del Corán observa con desdén: "Somos incapaces de comprender la elocuencia de los versículos del Bayán, ¿cómo reputarlo de testimonio?" A quienquiera que pronuncie tales palabras, decidle: "¡Oh tú carente de escuela! ¿por medio de que prueba has abrazado la Religión del Islam? ¿Acaso es el Profeta, en el Que nunca has puesto tus ojos? ¿Son los milagros, que nunca has presenciado? Si has aceptado el Islam inopinadamente, por qué lo has hecho? Pero si has abrazado la Fe reconociendo en el Corán el testimonio, porque has oído que los eruditos y los fieles expresan su impotencia ante él, o si, al escuchar los versículos divinos y por virtud de tu amor espontáneo hacia la Verdadera Palabra de Dios, respondiste con espíritu de absoluta humildad y modestia, espíritu que es uno de los signos más poderosos del amor y comprensión verdaderos, entonces tales pruebas han sido y siempre serán consideradas razonables.

El reconocimiento de Aquel Quien es el Portador de la Verdad divina no es otro que el reconocimiento de Dios y amarle no es sino amar a Dios. Sin embargo, juro por la Esencia sublime de Dios –exaltado y glorificado sea Él– que no deseé que mi identidad fuese conocida por los hombres, y que di instrucciones de que se ocultara Mi nombre, pues era plenamente consciente de la incapacidad de estas gentes, las cuales no son sino aquellos que, refiriéndose nada menos que a la persona del Apóstol de Dios –incomparable como ha sido siempre Él– observaron: "Ciertamente es un lunático".69 Si ahora reclaman diferenciarse de aquella gente, sus hechos testimonian la falsedad de sus asertos. Lo que Dios testifica no es sino lo que testifica Su Testimonio supremo. Si todos los pueblos del mundo atestiguasen una cosa y Él, su contrario, el testimonio de Éste sería considerado el testimonio de Dios, por cuanto todo lo demás excepto Él ha sido y será cual nada; pues es a través de Su potencia como cada cosa cobró el ser.

Considera el alcance de la adhesión de esta gentes a los asuntos de la fe. En el manejo de sus negocios se contentan con el testimonio de dos adules; pero, a pesar del testimonio de tantos hombres rectos, dudan en creer en Aquel Que es el Portador de la Verdad divina.

Las evidencias que el pueblo, movido por la vana fantasía, exigió del Apóstol de Dios han sido rechazadas en su mayoría en el Corán, tal como acontece en el sura de los Hijos de Israel [sura XVII] se ha revelado: "Y ellos dicen: en modo alguno creeremos en ti hasta que no hagas que la fuente mane de la tierra para nosotros, o hasta que no tengas un jardín de palmeras y viñas, y hagas que los ríos broten de su seno con abundancia; o provoques que el cielo se precipite sobre nosotros, como sostienes, en pedazos; o presentes a los ángeles para que aboguen por ti; o consigas una casa de oro; o asciendas al cielo, no creeremos en tu ascensión, hasta que nos envíes un libro que podamos leer. Di, ¡Loor a mi Señor! ¿Soy más que un hombre, un apóstol?"

Ahora ¡sé justo! Los árabes pronunciaron tales palabras, y ahora, acuciado por tu deseo, ¿exiges tú otras cosas? ¿Cuál es la diferencia entre tú y ellos? Si recapacitases, te resultaría evidente que incumbe al siervo humilde asentir ante cualquier prueba que Dios haya designado, y no seguir su propia ociosa fantasía. Si hubieran de gratificarse los deseos de las gentes no quedaría un solo incrédulo sobre la tierra. Pues una vez que el Apóstol de Dios hubiera cumplido los deseos de las gentes, éstas abrazarían Su Fe sin dudarlo. Quiera Dios salvarte, si buscaras cualquier prueba de acuerdo con tu deseo egoísta; antes bien, te incumbe atenerte a la prueba infalible que Dios ha designado. El objetivo de la creencia en Dios no es sino asegurar Su beneplácito. ¿Cómo es que buscas, entonces, como prenda de tu fe una cosa que ha sido y es contraria a Su beneplácito?

Despójate de todo apego a nada que no sea Dios, enriquécete en Dios prescindiendo de todo lo demás, excepto de Él, y recita esta oración:

Di: Dios satisface todas las cosas por sobre todas las cosas y nada en los cielos o en la tierra o en lo que hay entrambos satisface más que Dios, tu Señor. En verdad, Él es en Sí mismo el Conocedor, el Sostenedor, el Omnipotente.

No reputes el poder omnímodo Dios de fantasía ociosa. Tal es la fe genuina que abrigas por la Manifestación de Dios en toda Dispensación. Así es la fe que sacia por encima de toda las cosas que existen en la tierra, si bien ninguna cosa creada en la tierra, aparte de la fe, podría bastar. Si no eres creyente, el Árbol de la Verdad divina te condenaría a la extinción. Si eres creyente, tu fe te bastará, sobre todo las cosas que existen en la tierra, aunque nada poseas.

Consigna la tradición que del concurso entero de los cristianos nada más que setenta personas abrazaron la Fe del Apóstol de Dios. La culpa recae en sus doctores, pues de haber creído, la masa de sus compatriotas les habrían secundado. ¡Ved, pues, lo que ha llegado a suceder! Los doctos de la cristiandad son tenidos por tales en virtud de que salvaguardan la doctrina de Cristo; empero, ¡repara en cómo ellos mismos han sido la causa del fracaso del hombre en aceptar la Fe y alcanzar la salvación! ¿Todavía deseas seguir sus pasos? Los seguidores de Jesús Se sometieron a sus clérigos para salvarse en el Día de la Resurrección, y, de resultas de esta obediencia acabaron por adentrarse en el fuego, y en el día en que apareció el Apóstol de Dios se privaron de reconocer Su exaltada Persona. ¿Deseas seguir a tales sacerdotes?

No, por Dios, no seas un sacerdote sin discernimiento ni un seguidor sin criterio, pues ambos perecerán en el Día de la Resurrección. Antes bien, te corresponde ser un sacerdote juicioso, o caminar con percepción por la senda de Dios siguiendo a un guía verdadero de la religión.

En toda nación ves un sinfín de guías espirituales que están privados de verdadero discernimiento, y entre todas las gentes encuentras a miríadas de seguidores que están desprovistos de idéntica característica. Pondera por un tiempo en tu corazón, ten misericordia de ti mismo y no apartes tu atención de las pruebas y evidencias. Mas, no busques pruebas ni evidencias de acuerdo con tu fantasía ociosa. Antes bien, funda todas las pruebas en lo que Dios ha designado. Además, sabe que ni el hecho de ser un hombre de saber ni un seguidor es en sí mismo fuente de gloria. Si eres hombre de saber, el conocimiento se convierte en un honor, y si eres un seguidor, tu adhesión al magisterio se convierte en un honor, sólo cuando éstos se conforman al beneplácito de Dios. Cuidado con considerar como fantasía ociosa el beneplácito de Dios; es lo mismo que el beneplácito de Su Emisario. Considera a los seguidores de Jesús. Buscaban afanosamente el agrado de Dios, pero ninguno de ellos alcanzó el beneplácito de Su Apóstol, que es idéntico al plácet de Dios, salvo aquellos que abrazaron Su Fe.

Tu carta fue leída con detenimiento. Si la verdad de esta Revelación hubiera de demostrarse plenamente con pruebas minuciosas, los rollos que existen en el cielo y la tierra no darían abasto ni podrían contenerlos.

Sin embargo, la sustancia y esencia del tema son éstas: que no cabe duda de que Dios ha sido investido desde siempre con la soberanía independiente de Su Ser exaltado, y por siempre permanecerá inaccesible en la majestad trascendente de Su Santa Esencia. Ninguna criatura Lo ha reconocido jamás como corresponde a Su reconocimiento, ni Lo ha ensalzado criatura alguna como es digno de Su alabanza. Exaltado es Él por encima de todo nombre y santificado de toda comparación. A través de Él todas las cosas se dan a conocer, en tanto que harto excelsa es Su realidad para conocerse a través de nadie salvo Él. El proceso de Su creación no ha tenido principio y carece de fin. De lo contrario, se haría preciso el cese de Su gracia celestial. Dios ha suscitado a los Profetas y revelado Libros tan numerosos como las criaturas del mundo, y continuará haciéndolo así por toda la eternidad.

Si surcas el océano de los Nombres de Dios, que aparecen reflejados en todas cosas, sabe que Él está exaltado y santificado de ser conocido a través de Sus criaturas, o de ser descrito por Sus siervos. Todo lo que contemplas ha sido llamado a ser por obra de Su Voluntad. ¿Cómo puede una cosa creada, por tanto, ser indicio de Su unicidad esencial? La existencia de Dios atestigua en sí misma Su Propia Unicidad, en tanto que toda cosa creada, por su propia naturaleza, testimonia que ha sido moldeada por Dios. Tal es la prueba de la sabiduría consumada en la estima de quienes surcan el océano de la Divina Verdad.

Ahora bien, si transitas el océano de la creación, sabe que el Primer Recuerdo, el cual es la Voluntad Primordial de Dios, puede compararse al sol. Dios Lo ha creado mediante la potencia de Su poderío, y, desde el comienzo que no tiene comienzo, hizo que Él Se manifestase en cada Dispensación gracias al poder arrollador de Su mandato, y Dios, hasta el fin que no tiene fin, continuará manifestándolo de acuerdo con el Beneplácito de Su Propósito invencible.

Y ten por cierto que Él se asemeja al astro solar. Aunque los ascensos del Sol se sucedieran hasta el fin que no tiene fin, aun así no ha habido ni habrá nunca más que un solo sol; y si sus ocasos durasen para siempre, con todo no habría habido ni habrá jamás sino un solo sol. Es la Voluntad Primordial lo que aparece resplandeciente en cada Profeta y lo que Se expresa en cada Libro revelado. No conoce principio, por cuanto lo Primero deriva su primeridad de Ella; y no conoce fin, pues lo Último deriva su ultimidad de Ella.

En los tiempos de la Primera Manifestación de la Voluntad Primordial apareció Adán; en el día de Noé Se dio conocer en Noé; en los días de Abraham, en Él; y así fue en el día de Moisés; en el día de Jesús; en el día de Mu/hammad, el Apóstol de Dios; en el día del Punto del Bayán; en el día de Aquel a Quien Dios hará manifiesto; y en el día de Aquel que aparecerá tras Aquel a Quien Dios hará manifiesto. De ahí el significado interior de las palabras pronunciadas por el Apóstol de Dios: "Yo soy todos los Profetas", por cuanto lo que brilla resplandeciente en cada uno de Ellos ha sido y seguirá siendo el único y mismo sol.

Pasajes del Kitáb-i-Asmá',
(El Libro de los Nombres)

¡Oh vosotros que habéis sido investidos con el Bayán! No os denunciéis hasta que el Astro de la antigua eternidad brille sobre el horizonte de Su sublimidad. Os hemos creado de un solo árbol y hemos hecho que seáis como las hojas y frutos de un mismo árbol, para que acaso os convirtáis en una fuente de solaz recíproco. No miréis a los demás sino como os miráis a vosotros mismos, para que ningún sentimiento de aversión cunda entre vosotros como para privaros de Aquel a Quien Dios hará manifiesto el Día de la Resurrección. Os corresponde a todos ser un pueblo indivisible; así habréis de regresar a Aquel a Quien Dios hará manifiesto.

Quienes se han privado a sí mismos de esta Resurrección en razón de sus odios mutuos, porque consideran que están en lo cierto y los demás en el error, fueron purgados en el Día de la Resurrección por causa de los odios evidenciados durante su noche.70 Así ellos mismos se privaron de contemplar el rostro de Dios, y ello por ninguna otra razón que sus mutuas denuncias. ¡Oh vosotros que habéis sido investidos con el Bayán! Deberíais realizar actos tales que agraden a Dios, vuestro Señor, ganándoos con ello el beneplácito de Aquel a Quien Dios hará manifiesto.

¡Oh vosotros investidos con el Bayán! Deberíais realizar tales actos que agraden a Dios, nuestro Señor, procurándoos con ello el beneplácito de Aquel a Quien Dios hará manifiesto. No convirtáis vuestra religión en el medio de vuestro lucro, disipando vuestra vida en vanidades, y heredando por ello en el día Día de la Resurrección lo que ha de desagradar a Aquel a Quien Dios hará manifiesto, en tanto que juzgáis que lo que hacéis es recto. Sin embargo, si observarais piedad en vuestra Fe, Dios sin duda os alimentaría con los tesoros de Su gracia celestial.

Sed sinceros en vuestra adhesión a Aquel a Quien Dios hará manifiesto, por amor a Dios, vuestro Señor, para que acaso, mediante el la devoción a Su Fe, seáis redimidos el Día de la Resurrección. Cuidad de consentir sumiros mutuamente en velos por causa de las disputas que puedan surgir, durante vuestra noche, como resultado de los problemas que afrontéis o atendiendo a asuntos tales como vuestra exaltación y humildad, vuestra cercanía o lejanía.

Así os hemos exhortado firmemente -¡y es en verdad una exhortación condigna- para que acaso os aferréis tenazmente a ello y, por tanto, alcancéis la salvación en el Día de la Resurrección. Se acerca la hora cuando estaréis en paz con vosotros mismos en vuestros hogares, y he aquí que Aquel a Quien Dios hará manifiesto habrá aparecido, y Dios desea que vosotros regreséis a Él, tal como Dios os dio el ser mediante el Punto Primordial. Sin embargo, todos vosotros buscáis guía al tiempo que seguís los impulsos de vuestros propios deseos. Algunos estáis henchidos de orgullo debido a vuestra religión, otros por vuestros saber. Todos y cada uno os aferráis a cierta parte del Bayán como medio de autoglorificación. XVI,19.71

Dios está santificado de Sus siervos y jamás ha existido relación directa entre Él y ninguna cosa creada, en tanto que vosotros os habéis incorporado ante Su mandato. En verdad, Él es vuestro Señor y vuestro Dios, vuestro Maestro y vuestro Rey. Él ordena vuestros movimientos según Su mandato durante la noche y la vigilia.

Di, Aquel a Quien Dios hará manifiesto es en verdad el Velo Primordial de Dios. Por encima de este Velo no podéis hallar nada salvo Dios, en tanto que debajo de él os es dado discernir todas las cosas que emanan de Dios. Él es el Invisible, el Inaccesible, el Más Exaltado, el Bienamado.

Si buscáis a Dios, os corresponde buscar a Aquel a Quien Dios hará manifiesto, y sí acariciáis el deseo de habitar en el Arca de los Nombres, seréis distinguidos como los guías que conducen a Aquel a Quien Dios hará manifiesto, si creyerais en Él. En verdad, convertid vuestros corazones en el alba de Sus Nombres exaltados tal como se indica en el Libro, y seréis vosotros, cual espejos frente al sol, capaces de recibir iluminación.XVI,17.

Si una persona proclamase una causa y adujera sus pruebas, entonces quienes deseen repudiarle deberían aducir pruebas como las suyas. Si lo lograsen, las palabras de aquél se demostrarían vanas y éstos prevalecerían; de lo contrario, ni sus palabras cesarán ni serán nulas las pruebas que haya presentado. Os amonesto, oh vosotros que estáis investidos con el Bayán, si desearais demostrar vuestra ascendencia, no os enfrentéis a ninguna alma a menos que aportéis pruebas similares a las que haya aducido; pues La Verdad será firmemente establecida, en tanto que todo lo demás de seguro perecerá.

Cuán numerosas las personas que se entregaron a la disputa contra Mu/hammad, el Apóstol de Dios, y quedaron a la postre reducidos a la nada, por cuanto fueron incapaces de presentar pruebas similares a las que Dios Le había hecho descender. Si hubieran sido humildes y modestos, y si hubieran comprendido la naturaleza de las pruebas con que Él estaba investido, nunca Le habrían retado. Pero se consideraban los campeones de su propia religión. Por lo tanto, hizo presa sobre ellos de acuerdo con sus merecimientos y reivindicó la Verdad mediante el poder de la Verdad. Esto es lo que percibís claramente hoy día en la Revelación mu/hammadiana.

¿Cuál es el hombre entre vosotros que pueda desafiar a los Exaltados Tronos de la Realidad en toda Dispensación, siendo así que toda existencia depende enteramente de Ellos? A decir verdad, Dios ha borrado a cuantos se Les opusieron desde el comienzo que no tiene comienzo hasta el día presente, y ha demostrado de forma concluyente la Verdad mediante el poder de la Verdad. De cierto, Él es el Todopoderoso, el Omnipotente, el Poderosísimo. XVII,11.

¡Oh Vosotros que estáis investidos con el Bayán! Estad vigilantes en el día Día de la Resurrección, pues en ese Día creeréis firmemente en el Vá/híd del Bayán, aunque éste, tal como en vuestra religión anterior, que de nada os aprovechó, en modo alguno pueda beneficiaros, a menos que abracéis la Causa de Aquel a Quien Dios manifestará y creáis en lo que Él ordena. Por lo tanto, tomad buena nota de no privaros de Aquel Que es la Fuente de todos los Mensajeros y Escrituras, mientras os aferráis a porciones de las enseñanzas que han emanado de dichas fuentes. XVII,15.

Considera cómo en la época de la aparición de toda Revelación, quienes abren sus corazones al Autor de esa Revelación reconocen la Verdad, mientras que los corazones de quienes no se aperciben de la Verdad se estrechan debido a que se cierran a Él. Sin embargo, la apertura de corazón es concedida por Dios sobre ambas partes por igual. Dios no desea estrechar el corazón de nadie, ni siquiera el de una hormiga, cuanto menos el corazón de una criatura superior, excepto cuando ésta consienta quedar envuelta en velos, pues Dios es el Creador de todas las cosas.

Si abrierais el corazón de una sola alma ayudándole a abrazar la Causa de Aquel a Quien Dios hará manifiesto, vuestro ser interior se colmaría de las inspiraciones de ese augusto Nombre. Por lo tanto, te corresponde realizar esta tarea en los Días de la Resurrección, por cuanto la mayoría de las personas son impotentes y si fueras a abrir su corazón y despejar sus dudas, tendrían franqueada la entrada a la Fe de Dios. Por lo tanto, manifiesta tu éste a tributo al máximo de tu capacidad en los días de Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Pues, a buen seguro, si abrieses el corazón de una persona por Su amor, más te valdría eso que ninguna acción virtuosa; pues los hechos son secundarios respecto de la creencia en Él y la certeza en Su Realidad. XVII,15.

Presta atención y considera cuidadosamente las palabras de toda alma, luego aferraos a las pruebas que atestiguan la verdad. Si no descubrieseis la verdad de las palabras de una persona, no las convirtáis en objeto de disputa, por cuanto se os ha prohibido en el Bayán entablar disputas y controversias ociosas, para que acaso en el Día de la Resurrección no os entreguéis a discusiones, y disputéis con Aquel a Quien Dios hará manifiesto. XVII,16.

En el Día de la Resurrección cuando Aquél a Quien Dios hará manifiesto venga a vosotros, investido con pruebas concluyentes, sostendréis que Su Causa está desprovista de verdad, en tanto que Dios os advierte en el Bayán de que no existe semejanza entre la Causa de Aquel a Quien Dios hará manifiesto y la causa de los demás. ¿Cómo puede nadie, aparte de Dios, revelar versículos capaces de abrumar a toda la humanidad? Decid, ¡Grande es Dios! ¿Quién sino Aquel a Quien Dios hará manifiesto puede recitar espontáneamente versículos que proceden de Su Señor, proeza que ningún hombre mortal puede aspirar a cumplir?

En modo alguno puede confundirse la Verdad excepto consigo misma; y ojalá que ponderaseis Su prueba. Ni puede el error confundirse con la Verdad, si reflexionaseis sobre el testimonio de Dios, el Verdadero.

Cuán grande ha sido el número de aquellos que falsamente se arrogaron una causa dentro del Islam, y seguisteis sus pasos sin haber presenciado una sola prueba. ¿Qué evidencia podéis aducir en presencia de vuestro Señor, siquiera recapacitaseis un poco?

Prestad bien atención en vuestra noche72, no vayáis a ser causa de tristeza para ninguna alma, con independencia de que descubráis pruebas en él, para que acaso en el Día de la Resurrección no os lamentéis por Aquel dentro de Cuyo puño yace toda prueba. Y cuando no discernáis el testimonio de Dios en una persona, ésta en verdad no manifestará el poder de la Verdad; y Dios es suficiente para ocuparse de él. En verdad, bajo ningún concepto deberíais entristecer a nadie; sin duda Dios lo someterá a prueba y le hará rendir cuentas. Os corresponde aferraos al testimonio de vuestra propia Fe y observar las disposiciones sentadas en el Bayán.

Sois como el hombre que dispone un huerto y planta en él toda suerte de árboles frutales. Cuando Le llega la hora al Señor de acercarse, habréis tomado posesión del huerto en Su nombre, y cuando venga en persona le denegaréis el paso.

En verdad, Nosotros plantamos el Árbol del Corán y dispusimos su Huerto con toda suerte de frutos, de los que todos vosotros habéis participado. Acudimos luego a tomar posesión de lo que plantamos, y vosotros fingisteis no conocer a Quien es su dueño.

No seáis causa de lamento para Nosotros, ni Nos apartéis de este Huerto que es pertenencia Nuestra, por más que somos independiente de todo cuanto poseéis. Además, a ninguno de vosotros le declararemos esta propiedad legítima aunque fuera en la medida de un grano de mostaza. Verdaderamente, somos el Ajustador.

Hemos plantado el Jardín del Bayán en nombre de Aquel a Quien Dios hará manifiesto, y os hemos concedido permiso de que viváis en él hasta la hora de Su manifestación; luego, desde el momento en que se inaugure la Causa de Aquel a Quien Dios hará manifiesto, os vedamos todas las cosas que tenéis por vuestras, a no ser que, con licencia de vuestro Señor, se os permita recobrar su posesión. XVIII,3.

¡Oh vosotros a quienes os es dado el Bayán! Sed vigilantes, no sea que en los días de Aquel a Quien Dios hará manifiesto, mientras os consideráis buscadores del agrado de Dios, en realidad persistíais en lo que sólo Le desagrada, tal como hicieran quienes vivieron en los días del Punto Primordial, a quienes nunca se les ocurrió que estuvieran buscando cosas contrarias a lo que Dios había deseado. Se privan como por un velo de Dios y no observan lo que Él ha deseado que realicen en calidad de creyentes verdaderos. No reflexionaron sobre las gentes que vivieron en los días de Mu/hammad, quienes igualmente creían estar buscando el beneplácito de Dios, en tanto que de hecho se privaban de ello, toda vez que no habían conseguido el beneplácito de Mu/hammad. No obstante no comprenden.

¡Oh vosotros investidos con el Bayán! No os consideréis como las gentes a las que les fueran dados el Corán, el Evangelio u otras escrituras de antaño, pues en la época de Su manifestación os extraviaréis de Dios incluso más que ellos. Si sucediera que os privaseis, nunca se os pasaría por las mientes que estuvierais privados de Él. Os corresponde considerar cómo las gentes a las que les fue dado el Corán se vieron apartadas de la Verdad, pues a decir verdad actuaréis de igual manera, en la creencia de que sois benefactores. Si percibierais el grado de vuestra privación de Dios, desearíais haber desaparecido de la faz de la tierra y haberos hundido en el olvido. Llegará un día cuando desearéis con afán saber lo que os granjearía el beneplácito de Dios, mas, ay, no hallaréis sendero que os lleve hacia Él. Cual camellos que vagabundean sin objeto, no hallaréis pasto donde pacer juntos y reuniros en una causa en la que podáis creer con firmeza. En esa época Dios hará que el Sol de la verdad resplandezca y que rebullan los océanos de Su merced y gracia, en tanto que vosotros habréis escogido motas de agua como objeto de vuestro deseo, y os privaréis de las aguas copiosas de Sus océanos.

Si albergaseis cualquier duda sobre este asunto traed al recuerdo las gentes a las que les fue enviado el Evangelio. Al no tener cercanía a los apóstoles de Jesús, buscaron el plácet del Señor en sus iglesias, en la esperanza de que aprenderían lo que sería aceptable a Dios, pero no encontraron allí el sendero que les llevase a Él. Entonces, cuando Dios manifestó a Mu/hammad como Mensajero Suyo y Repositorio de Su beneplácito, descuidaron reavivar sus almas bebiendo en la Fuente de aguas vivientes que brotan de la presencia de Su Señor y continuaron vagando perturbados sobre la tierra en pos de una mera gota de agua, creyendo que realizaban obras rectas. Se comportaron como ahora se comporta el pueblo al que le fue dado el Corán.

¡Oh vosotros que estáis investidos con el Bayán! Podéis actuar de modo similar. Quedad avisados, pues, no sea que os privéis de alcanzar la presencia de Aquel Que es la Manifestación de Dios, a pesar de que habéis estado rezando día y noche para contemplar Su rostro; y tened cuidado de que se os haga desistir de alcanzar el océano de Su beneplácito, momento en que perplejos y sin fruto deambularéis por la tierra en busca de una gota de agua.

Di, el testimonio de Dios ha sido cumplido en el Bayán, y por su revelación la gracia de Dios ha alcanzado su máxima consumación para toda la humanidad. Que nadie entre vosotros diga que Dios ha retirado la efusión de Su generosidad para vosotros, pues sin duda la misericordia de Dios para aquellos a los que se ha dado el Bayán se ha cumplido y colmado hasta el Día de la Resurrección. Ojalá que creyerais en los signos de Dios. XVI,13.

En verdad Dios ha causado que el pueblo del Bayán sea llamado a la existencia mediante el poder de Aquel a Quien Le fue revelado el Bayán, en preparación del Día en que regresarán a su Señor.

En efecto, aquellos que rendirán pleitesía a Aquel a Quien Dios hará manifiesto son los que han comprendido el significado de lo que ha sido revelado en el Bayán; son en verdad los sinceros, en tanto que los que se apartan de Él en la hora de Su aparición no han comprendido en absoluto ni una sola letra del Bayán, aunque profesen creer y tener certeza en lo que se ha revelado en él u observen sus preceptos.

Di, toda designación favorable y digna contenida en el Bayán no es sino una alusión a quienes reconocen a Aquel a Quien Dios hará manifiesto, y quienes creen con certeza en Dios y en Sus Escritos sagrados, y toda designación desfavorable contenida en él viene a significarse en referencia a quienes repudian a Aquel a Quien Dios hará manifiesto, aunque actúen rectamente dentro de los límites sentados en el Bayán. Di, si abrazáis la verdad en el Día de la Resurrección, Dios sin duda os perdonará por vuestra noche73 y os concederá perdón.

En cuanto a los que han observado fielmente las disposiciones del Bayán desde el principio de su revelación hasta el Día en que aparezca Aquel a Quien Dios hará manifiesto, tales son en verdad los compañeros del paraíso de Su beneplácito, los cuales serán glorificados en presencia de Dios y morarán en los pabellones de Su Jardín celestial. Sin embargo, agotada menos de una mínima fracción de un instante desde momento en que Dios haya revelado a Aquel a Quien es la Manifestación de Su propio Yo, se pondrá a prueba a la compañía entera de los seguidores del Bayán. XVII,1.

Puesto que tú has obedecido fielmente a la verdadera religión de Dios en el pasado, te incumbe en adelante seguir Su verdadera religión, por cuanto toda religión procede de Dios, el Que ayuda en el peligro, el Que subiste por Sí mismo.

Aquel Que ha revelado el Corán a Mu/hammad, el Apóstol de Dios, ordenando en la Fe del Islam lo que Le era agradable a Él, Le ha revelado asimismo el Bayán, de la manera en que se os ha prometido, a Aquel Que es vuestro Qá’im74, vuestro Guía, vuestro Mihdí75, vuestro Señor, aquel a Quien aclamaréis como la manifestación de los títulos más excelentes de Dios. Verdaderamente, el equivalente de lo que Dios reveló a Mu/hammad durante veintitrés años, Me ha sido revelado en el espacio de dos días y dos noches. Sin embargo, tal como ha sido ordenado por Dios, ninguna distinción admite formularse entre los dos. Él, en verdad, posee poder sobre todo las cosas.

¡Juro por la vida de Aquel a Quien Dios hará manifiesto! Mi Revelación es sin duda mucho más aturdidora que la de Mu/hammad, el Apóstol de Dios, si os detuvierais a reflexionar sobre los días de Dios. Contemplad, cuán extraño que una persona criada entre el pueblo de Persia fuera facultada por Dios para proclamar expresiones tan irrefutables que silencien a todo hombre de saber, y se Le permitiera revelar de forma espontánea versículos con mayor presteza de la que necesitaría nadie para consignarlos por escrito. En verdad, no hay Dios sino Él, el Que ayuda en el peligro, el Que subiste por Sí mismo. XVI,18.

En cuanto a los que se han privado de la Revelación de Dios, de cierto no han comprendido el significado de una sola letra del Corán, ni han obtenido la más mínima noción de la Fe del Islam, de lo contrario no se habrían apartado de Dios, Quien les dio el ser, Quien los nutrió, hizo que muriesen y les insufló la vida, aferrándose a porciones de su religión y pensando que actuaban rectamente por amor a Dios.

Cuán numerosos los versículos que han sido revelados con relación a las penosas pruebas que experimentaréis en el Día de el Juicio; empero, parece que nunca los habéis leído atentamente; y cuán vasto el número de las tradiciones reveladas relativas a las pruebas que os afligirán en el Día de Nuestro Regreso, y no obstante parece que nunca halláis puesto vuestros ojos en ellas.

Invertís todos vuestros días en discurrir formas y reglas sobre los principios de vuestra Fe, en tanto que aquello que os aprovecha en todo ello es comprender el beneplácito de vuestro Señor y de forma unida familiarizaros bien con Su Propósito supremo.

Dios os ha dado a conocer Su propio Yo, mas no Le habéis reconocido; y aquello que, en el Día del Juicio, os apartará de Dios es el carácter especioso de vuestros hechos. A lo largo de vuestra vida seguís vuestra religión a fin de atraer el beneplácito de Dios, y, no obstante, en el Último Día, os cerráis a Dios y dais la espalda a Quien es vuestro Prometido. XVII,2.

¡Oh vosotros que estáis investidos con el Bayán! Seréis puestos a prueba, al igual que aquellos a los que les fue dado el Corán. Tened piedad de vosotros mismos, pues atestiguaréis el Día en que Dios habrá revelado a Aquel Que es la Manifestación de Su propio Yo, investido de pruebas claras e irrefutables, en tanto que vosotros os aferraréis tenazmente a las palabras que han pronunciado los Testigos del Bayán. Ese día continuaréis vagando perturbados, cual camellos en pos de una gota del agua de vida. Dios hará que los océanos de agua viviente broten de la presencia de Aquel a Quien Dios hará manifiesto, en tanto que vosotros rechazaréis apagar vuestra sed en ellas, a pesar de que os reputáis testigos de vuestra fe y temerosos de Dios. Más aún, y una vez más, ¡no! Os extraviaréis más allá de lo que lo hicieron los pueblos a los que les fue dado el Evangelio, o el Corán o cualesquiera Escritura. Prestad bien atención a vosotros mismos, por cuanto la Causa de Dios vendrá a vosotros en una hora en la que todos suplicaréis con lágrimas e imploraréis a Dios el advenimiento del Día de Su Manifestación; mas cuando venga, vacilaréis y no seréis de los que están bien asentados en Su Fe.

Cuidad no sea que aflijáis a Aquel Que es la Manifestación Suprema de vuestro Señor; verdaderamente, bien puede permitirse prescindir de vuestra adhesión a Él. Tened cuidado y no llevéis la desazón a ninguna alma, pues sin duda seréis puestos a prueba. XVII,2.

Di, Aquel a Quien Dios hará manifiesto redimirá sin duda los derechos de los que creen verdaderamente en Dios y en Sus signos, pues son aquellos que merecen recompensa de Su presencia. Di, lejos de la gloria de Aquel a Quien Dios hará manifiesto que nadie haga mención de esta suerte de Su nombre, si ponderaseis la Causa de Dios en vuestros corazones. Di, Él vindicará la Causa mediante la potencia de Su mandato y anulará toda perversión de la verdad en virtud de Su orden. En verdad, Dios es potente sobre todas las cosas.

Si deseáis distinguir la verdad del error, reparad en quienes crean en Aquel a Quien Dios hará manifiesto y en los que no crean en Él en la época de Su aparición. Los primeros representan la esencia de la verdad, tal como se atestigua en el Libro de Dios, mientras que los últimos constituyen la esencia del error, según se testimonia en ese mismo Libro. Temed a Dios para que no os identifiquéis con nada salvo la verdad, por cuanto habéis sido exaltados en el Bayán por haber reconocido a los portadores del nombre de Aquel Que es la Verdad eterna.

Di, si Aquel a Quien Dios hará manifiesto hubiera de declarar falsario a determinado seguidor piadoso y veraz del Bayán, te incumbe someterte a Su decreto, pues tal es lo que afirma Dios en el Bayán; en verdad Dios es capaz de convertir la luz en fuego cuando quiera que Le plazca; a buen seguro, potente es Él sobre todas las cosas. Y si fuera a declarar que determinada persona a la que reputáis ajena a la verdad está próxima a ésta, no erréis poniendo en entredicho Su decisión en vuestras cavilaciones, pues Aquél Que es la Verdad Soberana creó las cosas mediante el poder de Su mandato. En verdad Dios transmuta el fuego en luz como desea, y en verdad potente es Él sobre todas las cosas. Considera cómo la verdad brilló como la verdad en el Primer Día y cómo el error se hizo manifiesto en tanto error; igualmente los distinguiréis unos de otros en el Día de la Resurrección. XVII, 4.

Reflexionad sobre el pueblo al que le fue dado el Evangelio. Sus adalides religiosos eran tenidos por verdaderos Guías del Evangelio, y, no obstante, cuando se apartaron de Mu/hammad, el Apóstol de Dios, se convirtieron en guías del error, a pesar de que durante su vida entera habían observado fielmente los preceptos de su religión a fin de alcanzar el Paraíso; luego, cuando Dios les dio a conocer el Paraíso, no ingresaron en él. Aquellos a los que les fue dado el Corán han actuado de modo parejo. Realizaron sus actos de devoción por amor a Dios, en la esperanza de que se les facultaría a sumarse a los rectos del paraíso. Sin embargo, cuando les fueron franqueadas ante sus rostros las puertas del paraíso, declinaron entrar. Consintieron ingresar en el fuego, a pesar de que habían tratado de resguardarse en Dios.

Di, verdaderamente, el criterio por el que se distingue la verdad del error no aparecerá hasta el Día de la Resurrección. Así lo sabréis, si fuerais de los que aman la Verdad. Y hasta el advenimiento del Día de la Resurrección distinguiréis la verdad de todo lo demás de acuerdo con lo que se ha revelado en el Bayán.

Cuán vasto el número de personas que, en el día de la Resurrección, se han de mirar creyéndose en lo recto, siendo así que se las tendrá por falsas en virtud de la dispensación de la Providencia, por cuanto se apartarán como por un velo de Aquel a Quien Dios hará manifiesto y rehusarán doblegarse en adoración ante Aquel Que, según se dispone divinamente en el Libro, es el Objeto de su creación. XVII, 4.

Di, seréis incapaces de reconocer al Único Dios Verdadero o de discernir claramente las palabras de guía Divina, puesto que buscáis y holláis un sendero diferente del Suyo. Cuando quiera que os enteréis de que ha aparecido una nueva Causa, debéis procurar la presencia de su autor y sumergiros en sus escritos, y quiera entonces que no se les prive de alcanzar a Aquel a Quien Dios hará manifiesto en la hora de Su manifestación. Si fueras a caminar por la senda de la verdad, según hacen constar quienes están dotados del conocimiento de la realidad más íntima, Dios, tu Señor vuestro Señor, sin duda te redimirá en el Día de la Resurrección. Verdaderamente potente es Él sobre todas las cosas.

En el Bayán Dios ha prohibido que nadie declare juicio contra ninguna alma, todo sea que sentencie a Dios, su Señor, juzgándose él mismo recto, pues nadie sabe cómo comenzará o terminará la Causa de Dios.

¡Oh vosotros que habéis sido investidos con el Bayán! Si se os apercibiera de una persona que reclama una Causa y dice revelar versículos que en apariencia es improbable que hayan sido revelados por nadie salvo Dios, el Que ayuda en el peligro, el Que subsiste por Sí mismo, no pronunciéis juicio contra él, no sea que inadvertidamente sentenciéis a Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Di, Aquel a Quien Dios hará manifiesto no es sino uno de vosotros; Él Se os hará manifiesto a vosotros en el Día de la Resurrección. Conoceréis a Dios cuando la Manifestación de Su propio Yo os sea dada a conocer, para que quizá no os extraviéis de Su Sendero.

En verdad Dios alzará a Aquel a Quien Dios hará manifiesto, y tras Él a Quienquiera Que desee Él, tal como alzó profetas antes del Punto del Bayán. En verdad, Él tiene poder sobre todas las cosas. XVII, 4.

Verdaderamente, el Primer Día franqueamos las puertas del Paraíso a todos los pueblos del mundo, y exclamamos: "¡Oh totalidad de las cosas creadas! Procurad ingresar en el Paraíso, pues, durante toda vuestra vida os habéis aferrado a los hechos virtuosos a fin de alcanzarlo". Sin duda todos los hombres anhelan entrar en él, mas, ay, no son capaces de conseguirlo debido a lo que han forjado sus manos. Sin embargo, si obrases con auténtica comprensión de Dios en tu corazón de corazones, al manifestarse Él, serías capaz de reconocerle, visible y resplandeciente, cuando Se desprenda del velo ante los ojos de todos los hombres. XVII,11.

Di, por mor del recuerdo de Aquel a Quien Dios hará manifiesto y por haber ensalzado Su nombre, Dios hará que vuestros corazones se dilaten de alegría. ¿Y no deseáis que vuestro corazón se encuentre en tan místico estado? De cierto el corazón de los que creen verdaderamente en Aquel a Quien Dios hará manifiesto es más vasto que la medida del cielo y de la tierra y de cuanto hay entrambos. Dios no ha dejado trabas en sus corazones, ni siquiera del calibre de un grano de mostaza. Él alegra sus corazones, espíritus, almas y cuerpos y sus días de prosperidad o adversidad, mediante la exaltación del nombre de Aquel Que es el Testimonio supremo de Dios y la promoción de la Palabra de Aquel Que es el Alba de la gloria de su Creador.

En verdad, éstas son las almas que se deleitan en el recuerdo de Dios, Quien dilata sus corazones mediante el fulgor de la luz del conocimiento y de la sabiduría. No buscan a nadie sino a Dios, y frecuentan Su alabanza. Nada desean excepto lo que Él desea y se hallan prestos a cumplir Su orden. Su corazón es un espejo que refleja cualquier cosa que Se proponga Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Así alegra Dios los corazones de quienes creen verdaderamente en Él y en Sus signos y quienes están convencidos de la vida por venir. Di, la vida por venir no son sino los días relacionados con la venida de Aquel a Quien Dios hará manifiesto.

No rebajéis las disposiciones de Dios a vuestras imaginaciones fantasiosas; antes bien, observad todas las cosas que Dios ha creado con Su mandato con el ojo del espíritu, tal como veis las cosas con los ojos de vuestros cuerpos. XVII, 15.

La Revelación divina relacionada con el advenimiento de Aquel Que es vuestro prometido Mihdí se ha demostrado más maravillosa que la Revelación con la que fue investido Mu/hammad, el Apóstol de Dios. Ojalá que lo ponderaseis. Verdaderamente, Dios alzó a Mu/hammad, el Apóstol de Dios, de entre el pueblo de Arabia cuando alcanzó los cuarenta años de edad, hecho que todos vosotros afirmáis y sostenéis- en tanto que vuestro Redentor fue alzado por Dios a la edad de veinticuatro años del seno de un pueblo en el que nadie puede hablar o comprender una sola palabra de árabe. Así descubre Dios la gloria de Su Causa y demuestra la Verdad mediante la potencia de Su palabra revelada. Él es en verdad, el Poderoso, el Omnipotente, el Que Ayuda en el peligro, el Bienamado. XVII, 4.

Di, verdaderamente Dios ha hecho que todas las cosas creadas se acojan a la sombra del árbol de la afirmación, exceptuando aquellos que están dotados de la facultad de comprensión. Suya es la elección de creer en Dios, su Señor, y poner su entera confianza en Él, o apartarse de Él y rehusar creer con certidumbre en Sus signos. Ambos grupos surcan sendos océanos: el océano de la filmación, y el océano de la negación.

Quienes creen ciertamente en Dios y en Sus signos, y quienes obedecen fielmente en toda Dispensación lo que ha sido revelado en el Libro, tales son por cierto aquellos a los que Dios ha creado de los frutos del Paraíso de Su beneplácito, y quienes figuran entre los dichosos. Mas quienes en cada Dispensación se desvían de Dios y de Sus signos, ésos son los que surcan el océano de la negación.

Mediante la potencia de Su mandato, Dios ha prescrito para Sí la tarea de asegurar el ascendiente del océano de la afirmación y de anular el océano de la negación mediante el poder de Su fortaleza. Él es en verdad potente sobre todas las cosas.

En verdad, os incumbe reconocer a vuestro Señor en la hora de Su manifestación, para que acaso no incurráis en la negación, y para que, cuando Dios alce un profeta, podáis hallaros establecidos con seguridad sobre el mar de la afirmación. Pues si viniera un profeta donde vosotros, de parte Dios, y no caminaseis por Su Senda, Dios, acto seguido, transformaría vuestra luz en fuego. Prestad atención, pues, para que acaso, mediante la gracia de Dios y Sus signos, se os permita redimir vuestras almas. XVIII, 13.

Di, Dios en verdad hará que vuestros corazones se entreguen a la perversidad si no reconocéis a Aquel a Quien Dios hará manifiesto; pero si Le reconocéis Dios ocasionará que la perversión se desvanezca de vuestros corazones...

Ese día, en el que fuisteis iniciados, por Voluntad de Dios, en el Bayán, ¿Sabía nadie de entre vosotros quiénes eran las Letras del Viviente o los Testigos o los Testimonios o los nombres de los creyentes? Asimismo, Dios desea que en el Día de la Resurrección reconozcáis a Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Cuidad no sea que os privéis como por un velo de Aquel Que os ha creado, en razón de vuestra de creencia en quienes fueron llamados a ser por orden del Punto del Bayán y para la exaltación de Su Palabra. ¿Poseíais al haberos dado existencia el Punto de él Bayán, cualquier traza de identidad, mando o autoridad? Pasad por alto, pues, vuestros comienzos, para que acaso podáis ser salvados en el día de vuestro retorno. A decir verdad, de no haber sido por la exaltación del nombre del Punto Primordial, Dios no habría dispuesto para vosotros las Letras del Viviente, ni a quienes son los Testimonios de Su Verdad, ni a los Testigos de Su Justicia; si pudierais atender siquiera un poco. Todo esto está destinado a glorificar la Causa de Aquel a Quien Dios hará manifiesto en la hora de Su manifestación; si recapacitarais siquiera un tanto.

Por tanto os cumple regresar a Dios tal como fuisteis traídos a la existencia, y no pronunciar palabras como "por qué" o "no", si es que deseáis que vuestra creación arroje frutos en la hora de vuestro regreso. Ninguno de cuantos habéis nacido en el Bayán obtendréis el fruto de vuestros comienzos, a menos que regreséis a Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Él es Quien hizo que vuestro comienzo surgiera de Dios, y que vuestro regreso lo fuera a Él, si lo supierais. XVI,15.

Cuán grande el número personas que se engalanan con atavíos de seda durante toda su vida, siendo así que lucen prendas de fuego, por cuanto se han despojado del atuendo de la guía y rectitud divinas; y cuán numerosos son los que portan prendas de algodón y de lana burda durante toda su vida, y no obstante, debido a que su ser ha sido dotado de la vestimenta de la guía y rectitud divinas, visten la indumentaria del Paraíso y se deleitan en el beneplácito de Dios. En verdad, lo mejor a los ojos Dios sería que combinaseis ambos, y os adornaseis con el atuendo de la guía y rectitud divinas y lucierais seda exquisita, de poder permitirosla. Si no, actuad al menos sin injusticia, o más bien observar piedad y virtud...

De no haber sido por la sola razón de la presencia de Su ser entre esta gente, no habríamos prescrito ley ni sentado prohibición alguna. Sólo por la glorificación de Su nombre y la exaltación de Su causa hemos enunciado ciertas leyes por orden Nuestra, o prohibido actos a los que somos adversos, de modo que en la hora de Su manifestación podáis alcanzar mediante Él el beneplácito de Dios y absteneros de las cosas que Le son aborrecibles.

Di, verdaderamente, el beneplácito de Aquel a Quien Dios hará manifiesto es el beneplácito de Dios, mientras que el desagrado de Aquel a Quien Dios hará manifiesto no es sino el desagrado de Dios. Evitad Su desagrado y corred a refugiaros en Su beneplácito. Di, las guías vivientes de Su beneplácito son quienes creen verdaderamente en Él y están bien confirmados en Su fe, en tanto que los testimonios vivientes de Su desagrado son quienes, cuando escuchan los versículos de Dios enviados desde Su presencia, o leen las palabras divinas reveladas por Él, no abrazan la Fe al instante ni alcanzan la certidumbre. XVI,14.

Pasajes de varios escritos
Di, Dios es el Señor y todos son Sus adoradores.

Di, Dios es el Verdadero y todos Le rinden homenaje.

Éste es Dios, vuestro Señor, y a Él regresaréis.

¿Cabe dudar de Dios? Él os ha creado a vosotros y a todas las cosas. Él es el Señor de todos los mundos.

Di, verdaderamente todo seguidor de esta Fe puede, con licencia de Dios, prevalecer sobre todos los moradores del cielo y de la tierra y cuanto yace entrambos; pues en verdad, ésta es sin asomo de duda, la única Fe verdadera. Por tanto, no temáis ni os turbéis.

Di, Dios, de acuerdo con lo que se ha revelado en el libro, Se ha propuesto la tarea de asegurar el ascendiente de cualquiera de los seguidores de la Verdad, sobrepujando a otras cien almas, y la supremacía de cien creyentes sobre mil descreídos, y el dominio de mil fieles sobre todos los pueblos y linajes de la tierra; por cuanto Dios llama a la existencia cuanto desea en virtud de Su mandato. En verdad, potente es Él sobre todas las cosas.

Di, el poder de Dios reside en el corazón de los que creen en la unidad de Dios y dan testimonio de que no hay Dios sino Él, en tanto que los corazones de quienes asocian copartícipes con Dios se ven impotentes y faltos de vida, en esta tierra, pues es seguro que están muertos.

Se acerca el Día en que Dios hará que triunfen las huestes de la Verdad y en que purgará la tierra entera de modo tal que no quede ninguna alma dentro del cerco de Su conocimiento, a no ser que profese fe verdadera en Dios y no adore a otro Dios sino a Él, o se incline de día y de noche en adoración Suya, o se cuente entre los que están bien afianzados.

Di, Dios es ciertamente la Verdad Soberana, Quien es manifiestamente supremo sobre Sus siervos; Él es el Que ayuda en el peligro, el Que subsiste por Sí mismo.

Dios atestigua que no hay otro Dios sino Él. Suyos son los reinos de los cielos y de la tierra y de todo cuanto queda entre ellos. Exaltado es Él por encima de la comprensión de todas las cosas, e inescrutable a la mente de todo ser creado; nadie será capaz de sondear la unicidad de Su Ser, ni podrá desentrañar la naturaleza de Su Existencia. Ningún par o semejante, ninguna similitud o igual podrán jamás agregársele. Rendidle alabanza y glorificadle y dad testimonio de la santidad y unicidad de Su Ser, y magnificad Su poderío y majestad con maravillosa glorificación. Ello os permitirá granjearos la entrada al Paraíso más exaltado. Ojalá que tuvierais fe firme en la revelación de los signos de Dios.

Éste es el Libro divinamente inscrito. Ésta es la Tabla extendida. Di, éste es en verdad el Frecuentado Templo, la Hoja de fragrante aroma, el Árbol de la Revelación divina, el Océano embravecido, la Expresión que yace oculta, la Luz que desborda toda luz... En verdad toda luz ha sido engendrada por Dios mediante el poder de Su mandato. Él es, en verdad, la Luz del reino del cielo y de la tierra y de cuanto se sitúa entrambos. Merced a la refulgencia de Su luz Dios imparte iluminación sobre vuestro corazón y afianza vuestros pasos, para que acaso Le rindáis alabanzas.

Di, éste es ciertamente el Jardín del Solaz, el Punto más elevado de Adoración, el Árbol más allá del cual no hay paso, el Bendito Árbol del Loto, el signo Más Poderoso, la Figura más bella y la Faz más grácil.

Desde el comienzo de que no tiene comienzo todos los hombres se han postrado en adoración ante Aquel a Quien Dios hará manifiesto, y así continuarán, hasta el fin que no tiene fin. Cuán extraño, pues, que en la hora de Su aparición rindierais homenaje de día y de noche a lo que el Punto del Bayán os ha intimado y que, empero, no adoréis a Aquel a Quien Dios hará manifiesto.

Oh mi Dios, consagra a la totalidad de este Árbol a Él, para que desde él se revelen todos los frutos creados por Dios en sus adentros con destino a Aquel a por Cuya mediación Dios ha deseado revelar cuanto Le place. ¡Por Tu gloria! No he deseado que este Árbol cargue con ninguna rama, hoja o fruto que no se dobleguen ante Él, en el día de Su Revelación, o que rehusen ensalzarte en Él, como corresponde a la gloria de Su Revelación todogloriosa y la sublimidad de Su muy sublime Ocultación. Y si Tú contemplases, oh mi Dios, cualquier rama, hoja o fruto que no se doblen ante Él, en el día de Su Revelación, despréndela, oh Mi Dios, de ese árbol, pues no es de Mí, ni a Mí ha de regresar.

Él –glorificada sea Su mención– se asemeja al sol. Si se colocasen ante éste innumerables espejos, cada uno, de acuerdo con su capacidad, reflejaría el esplendor de ese sol; y si ninguno se situara frente a él, aun así proseguirían sus alboradas y ocasos, y sólo los espejos estarían velados a su luz. En verdad, no he faltado a Mi deber de amonestar a a las gentes, o de concebir los medios por los cuales se vuelvan hacia Dios, su Señor, y crean en Dios, su Creador. Si, en el día de Su Revelación, todos los que están en el cielo tierra Le rindieran pleitesía, Mi ser más íntimo se regocijaría, por cuanto todos habrían alcanzado la cima de su existencia, y habrían comparecido cara a cara ante su Bienamado, y habrían reconocido, en la medida más plena a su alcance en el mundo del ser, el esplendor de Aquel Que es el Deseo de sus corazones. Si no, Mi alma se entristecería. En verdad, todas las cosas las he amamantado con este fin. ¿Cómo, pues, cabe que nadie esté velado a Él? Por ello, he invocado a Dios y continuaré invocándole. En verdad, Él está cerca y presto a responder.

La gloria de Aquel a Quien Dios hará manifiesto se sitúa inmensamente por encima de ninguna otra gloria, y Su majestad por encima de ninguna otra majestad. Su belleza supera la de cualquier encarnación de la belleza, y Su grandeza rebasa cualquier otra manifestación de grandeza. Toda luz palidece ante el resplandor de Su luz, y cualquier otro reflejo de la clemencia se achica ante las muestras de Su clemencia. Cualquier otra perfección es como nada frente a Su perfección consumada, y cualquier otro despliegue de poder se anonada ante Su poderío absoluto. Superan Sus nombres a todos los demás nombres. Antecede Su beneplácito a cualquier otra expresión de agrado. Su exaltación preeminente trasciende el alcance de cualquier símbolo de exaltación. El esplendor de Su apariencia sobrepasa al de cualquier otra apariencia. Su ocultación divina es mucho más profunda que ninguna otra ocultación. Su Alteza rebasa inmensamente la de cualquier otra Alteza. Su graciosa merced no la iguala ningún ninguna otra evidencia de merced. Su poder trasciende todo poder. Su soberanía resulta invencible frente a cualquier otra soberanía. Su poder celestial está exaltado por encima de cualquier otro dominio. Su conocimiento invade todas las cosas creadas, y Su poder consumado se extiende sobre todos los seres.

Todos los hombres se han originado en Dios y a Él regresarán todos. Todos comparecerán ante Él para el juicio. Él es el Señor del Día de la Resurrección, de la Regeneración y del ajuste de Cuentas, y Su palabra revelada es la Balanza.

La muerte verdadera se consuma cuando la persona muere a sí misma en la hora de Su Revelación, de modo tal que nada busque salvo a Él.

La verdadera resurrección de los sepulcros significa ser reanimado de conformidad con Su Voluntad, mediante el poder de Su expresión.

El paraíso es alcanzar Su beneplácito; y el fuego infernal y sempiterno, el juicio impartido por Su justicia.

El Día en que Se revele a Sí mismo es el Día de la Resurrección, cuya duración durará tanto como disponga.

Todo Le pertenece y ha sido conformado por Él. Todo excepto Él son Sus criaturas.

En el Nombre de Dios, el Más Exaltado, el Altísimo

Verdaderamente, Yo soy Dios, no hay otro Dios sino Yo, y todo lo demás aparte de Mí no es sino Mi creación. Di, adoradme entonces, oh vosotros, criaturas Mías.

Te he llamado a la existencia, Te he alimentado, protegido, amado y puesto en pie y Te he escogido graciosamente para que seas la manifestación de Mi propio Yo, para que puedas recitar Mis versículos según Te ordeno, y puedas emplazar a quienquiera que he creado a Mi Religión, que no es otra que este Sendero glorioso y exaltado.

He modelado todas las cosas creadas por amor a Ti, y, en virtud de Mi Voluntad, Te he instalado como Gobernante supremo de toda la humanidad. Además, he decretado que quienquiera que abrace Mi religión habrá de creer en Mi unidad, y he sumado esta creencia al recuerdo de Ti y, tras de Ti, al recuerdo de aquellos a quienes, con Mi licencia, has hecho que sean las “Letras del Viviente”, y al recuerdo de cuanto has revelado de Mi religión en el Bayán. De cierto, esto es lo que permitirá que los sinceros de entre Mi siervos ingresen en el Paraíso celestial.

En verdad, el sol no es sino una muestra de Mi presencia, de modo que los verdaderos creyentes de entre Mi siervos disciernan en su alborear la aurora de toda Dispensación.

En verdad, Te he creado a Ti a través de Ti mismo; después, por orden Mía, he moldeado todas las cosas mediante el poder creador de Tu Palabra. Nos somos el Todopoderoso. Te he nombrado a Ti para que seas el Comienzo y el Fin, el Visible y el Oculto. En verdad, somos el Omnisciente.

Nadie ha sido ni será investido de la profecía aparte de Ti, ni ningún libro sagrado le será revelado a nadie salvo a Ti. Tal es el decreto dispuesto por Aquel Quien es el Que todo lo abarca, el Bienamado.

El Bayán es en verdad Nuestra prueba concluyente para todas las cosas creadas, y todos los pueblos del mundo se ven incapaces ante la revelación de sus versículos. Encierra la suma de todas las escrituras, ya sean del pasado o del futuro, tal como Tú eres el Repositorio de todas Nuestras pruebas en este Día. Nosotros hacemos que quienquiera que deseamos sea admitido a los jardines de nuestro Paraíso más sagrado y sublime. Así es como la revelación divina se inaugura en cada Dispensación por mandato Nuestro. En verdad, somos el Gobernante supremo. En verdad, no inauguraremos jamás ninguna religión que no se renueve en los días venideros. Ésta es una promesa que formulamos solemnemente. Verdaderamente, somos supremo sobre todas las cosas...

Él es Dios, el Señor Soberano, el Todoglorioso

Di: Alabado sea Dios, Quien graciosamente permite a quienquiera que desee que Le adore. En verdad no hay Dios sino Él. Suyos son los títulos más excelentes; Él es Quien causa que Su Palabra se cumpla como Le place y es Él Quien guía a aquellos que han recibido iluminación y buscan el sendero de la rectitud.

Teme a Dios, tu Señor, y de día y al anochecer haz mención de Su nombre. No sigas los apremios de los infieles, no vaya a ser que seas contado entre los exponentes de las fantasías ociosas. Obedece fielmente al Punto Primordial, Quien es el Señor mismo, y sé de los rectos. No permitas que nada te agite en demasía, ni permitas que las cosas que están destinadas a acontecer en esta Causa te conturben. Esfuérzate con denuedo por amor a Dios y transita el sendero de la rectitud. Sí te encontraras con los descreídos, deposita tu entera confianza en Dios, tu Señor, diciendo, Dios me es suficiente en los reinos de este mundo y del venidero.

Se acerca el Día en que Dios reunirá a los fieles. En verdad no hay otro Dios sino Él.

Que la paz de Dios éste con los que han sido guiados rectamente mediante el poder de la guía Divina.

El es Dios, el Gobernante Supremo, la Verdad Soberana, Aquél Cuya ayuda todos imploran

Glorificado sea Él, a Quien pertenece el dominio de los cielos y de la tierra, en Cuya mano descansa el Reino de todas las cosas creadas y a Quien todos han de regresar. Es Él Quien otorga la medida destinada a todas y cada una de las cosas y revela Sus benéficos dones y bendiciones en Su Libro sagrado para beneficio de aquellos que demuestran gratitud a Su Causa.

Di, esta vida terrenal tocará a su fin, y cada cual expirará y regresará a mi Señor Dios, Quien recompensará con los regalos más selectos las obras de aquellos que han soportado con paciencia. En verdad, tu Dios asigna según Su voluntad la medida de todas las cosas creadas, en virtud de Su mandato; aquellos que se conforman al beneplácito de su Señor, ésos en verdad se cuentan entre los dichosos.

Jamás en el pasado ha alzado Tu Señor a profeta alguno que no emplazase al pueblo a Su Señor, y hoy es verdaderamente como los días de antaño, si ponderaseis los versículos revelados por Dios.

Cuando Dios envió a Su Profeta Mu/hammad, ese día el término del ciclo profético ya había sido establecido en el conocimiento de Dios. Sí, esa promesa por cierto se ha cumplido, y el decreto de Dios se ha realizado como El ordenó. A buen seguro vivimos hoy en los Días de Dios. Son éstos los gloriosos días cuyo igual nunca ha alumbrado el sol en el pasado. Estos son los días que el pueblo de épocas pretéritas aguardaba ansiosamente. ¿Qué os ha ocurrido entonces para qué estéis tan profundamente dormidos? Éstos son los días en que Dios ha hecho que el Lucero del Alba de la Verdad brille resplandeciente. ¿Qué, entonces, ha hecho que guardéis silencio? Estos son los días designados que habéis esperado con anhelo en el pasado, los días del advenimiento de la justicia divina. Dad vosotros gracias a Dios, oh concurso de creyentes.

No permitáis que las obras de quienes rechazan la Verdad os aparten como por un velo. Tales gentes sólo tienen autoridad sobre vuestros cuerpos, y Dios no les ha conferido poder sobre vuestros espíritu, alma o corazón. Temed a Dios, y ojalá que quedéis bien librados. Todas las cosas han sido creadas por vuestra causa, y por nada más ha sido dispuesta vuestra creación. Temed a Dios y prestad atención, no sea que las formas y apariencias os priven de reconocerle. Rendid gracias a Dios para que acaso Él os trate con misericordia.

Esta vida mortal está abocada a perecer; sus placeres están sujetos a desvanecerse y en breve habréis de retornar a Dios, agobiados por los estertores del remordimiento, pues en breve se os despertará de vuestro letargo y pronto os hallaréis en presencia de Dios y se os preguntará por vuestros hechos.

Di, ¿cómo osáis negar flagrantemente los versículos hechos descender desde el cielo de la justicia, pese a que leéis los Libros de Dios revelados en el pasado? ¿Cómo es que repudiáis la reunión que en otro tiempo fuera concertada con vuestro Señor, y desatendéis Su aviso en este Día? En efecto, al ceñiros a las formas y seguir los apremios de vuestros deseos egoístas, os habéis privado del beneplácito de vuestro Señor, con excepción de aquellos a los que el Señor ha dotado de conocimiento y quienes en este Día Le dan gracias por la merced de identificarse con la verdadera Fe de Dios. Por tanto, anunciad el Mensaje a los que manifiesten virtud y enseñadles las vías del Dios Verdadero, para que acaso comprendan.

Guardad vuestra lengua de pronunciar lo que pueda turbaros e implorad misericordia de Dios. Verdaderamente, Él está plenamente al tanto de los rectos, pues está con aquellos siervos Suyos que creen de verdad en Él, y Él no desconoce los actos de los facinerosos, por cuanto nada en absoluto en la tierra escapa a Su conocimiento.

Estos versículos, claros y concluyentes, son una muestra de la misericordia de tu Señor y una fuente de guía para toda la humanidad. Son un fanal para los que creen en ellos y un fuego de tormento aflictivo para los que se apartan y los rechazan.

¡Oh tú que eres la elegida entre las mujeres!

Él es Dios; glorificado es el esplendor de Su luz.

Los versículos de esta Tabla se revelan por aquella que ha creído en los signos de su Señor y figura entre quienes Le están enteramente dedicadas. Rinde testimonio de que en verdad no hay Dios sino Él, Quien es mi Señor y el tuyo, y que salvo Él no hay otro Dios. Él es el Munífico, el Todopoderoso.

Da gracias a Dios, pues te ha socorrido graciosamente en este Día, ha revelado para ti los claros versículos de esta Tabla, y te ha contado entre las mujeres que han creído en los signos de Dios, tienen en Él a Su guardián y se cuentan entre los agradecidos. En verdad Dios pronto te recompensará a ti y a quienes han creído en Sus signos con una excelente recompensa de Su presencia. De seguro no hay Dios sino Él, el que todo lo posee, el Generosísimo. Las revelaciones de Su merced impregnan todas las cosas creadas; Él es el Misericordioso, el Compasivo.

Dios atestigua que no hay otro Dios sino Él, el Todopoderoso, el Bienamado.

Fija tu mirada sobre Aquel a Quien Dios hará manifiesto en el Día de la Resurrección, y luego cree firmemente en lo que ha sido enviado por Él.

Di, Dios logra el triunfo indiscutible sobre todo vencedor. No hay nadie en el cielo o en la tierra o en cuanto yace entrambos que pueda truncar la supremacía trascendente de Su triunfo. Él da el ser a cuanto desea mediante la potencia de Su mandato. Verdaderamente, Dios es el más poderoso Sostenedor, el Auxiliador y el Defensor.

Cuando el Astro de Bahá brille resplandeciente sobre el horizonte de la eternidad os incumbe comparecer ante Su Tono. Cuidados de no sentaros en Su presencia o de plantear preguntas sin Su consentimiento. Temed a Dios, oh concurso de los Espejos.

Suplicad las muestras maravillosas de Su favor para que graciosamente os revele cuanto quiera y desee, por cuanto en ese Día todas las revelaciones de la munificencia divina rondarán la Sede de Su gloria y emanarán de Su presencia, si pudierais comprenderlo.

Os corresponde permanecer en silencio ante Su Trono, pues, en verdad, de todas las cosas que ha sido creadas entre el cielo y la tierra nada en ese Día se considerará más pertinente que la observancia del silencio. Además, prestad cuidado de no figurar entre aquellos que en el pasado estaban investidos de conocimiento, y no obstante, debido a su saber se ufanaron ante Dios, el Trascendente, el Que susbiste por Sí mismo, por cuanto en ese Día es Él Quien es el Omnisciente, el Conocedor de todo, el Omnisciente, la Fuente de todo conocimiento, muy por encima de quienes están dotados de saber; y es Él Quien es el Potente, el Imponente, el Señor de poder, frente a quienes ejercen el poder; y es Él Quien es el Poderoso, el Muy Augusto, el Más Glorioso ante quienes exhiben la gloria; y en ese día es Él Quien es el Excelso, el Altísimo, la Fuente de exaltación, muy por encima de quienes poseen rango elevado; y es Él Quien es el Todopoderoso, la Fuente de gloria y grandeza, muy por encima de la pompa del poderoso; y es Él Quien es el Omnipotente, el Gobernante Supremo, el Señor del juicio, el Que sobrepuja a todos los dotados de autoridad; y es Él Quien es el Generoso, el Muy Benevolente, la Esencia de munificencia; y es Él Quien es el Ordenador y el Poseedor de autoridad y poder supremo, inconcebiblemente por encima de quienes ostentan el dominio terrenal; y es Él el Muy Excelente, el Insuperable, Quien es preeminente frente a todo hombre de mérito.

Todos y cada uno de vosotros habéis sido llamados a la existencia para procurar Su presencia y alcanzar esa exaltada y gloriosa estación. En efecto, Él enviará desde el cielo de Su misericordia lo que os beneficiará, y todo cuanto os sea graciosamente dispensado por Él os permitirá prescindir de toda la humanidad. En verdad, en ese Día el saber de los doctos de nada servirá, ni los logros de los exponentes de conocimiento, ni la pompa de los muy honorables, ni el poder del poderoso, ni el recuerdo del devoto, ni los actos del justo, ni la genuflexión del adorador arrodillado, ni la postración o el volverse hacia la Alquibla, ni el honor de los encumbrados, ni el linaje de los de gran alcurnia, ni la nobleza de los de rancio abolengo, ni el discurso de los elocuentes, ni los títulos de los notables; nada de esto servirá, por cuanto todo ello y cuanto habéis conocido o comprendido fueron creados por Su palabra imperativa "Sé" y así es. Por cierto, si Su Voluntad lo quisiera, podría propiciar la resurrección de todas las cosas creadas mediante una palabra Suya. Él, en verdad, está por encima de todo esto, y Él es el Todopoderoso, el Potentísimo, el Omnipotente.

Guardados, oh concurso de Espejos, de que en ese Día los títulos os envanezcan. Sabed con certeza que vosotros, junto con todos los que figuran por encima o por debajo de vosotros, habéis sido creados para ese Día. Temed a Dios y no cometáis lo que agravie Su corazón, o seáis de los que se han extraviado. Quizá aparezca Él investido con el poder de la Verdad mientras yacéis en vuestros lechos sumidos en un sueño profundo, o Sus emisarios porten Tablas gloriosas y resplandecientes de Su parte mientras os apartáis de Él con desdén, y emitís juicio contra Él –con una sentencia como nunca pronunciaríais contra vosotros mismos– diciendo: "Éste no viene de Dios, el Que todo lo subyuga, el Que existe por Sí mismo.".

Gloria sea a Ti, oh mi Dios, Tú eres sabedor de que he proclamado Tu Palabra y de que no he faltado a la misión que me encomendaste. Te suplico que recuerdes al pueblo del Bayán en ese Día, a fin de que no pronuncie censura contra Ti ni discuta sobre Tus signos. Protégelos, pues, oh mi Dios, mediante la fuerza de Tu poderío que inunda a toda la humanidad

Él es el Todopoderoso

Gloria sea a Él, Quien es el Señor de todo lo que hay en los cielos y en la tierra; Él es el Sapientísimo, el Informado de todo. Es Él Quien da el ser a todo cuanto desea a través de Su mandato; Él es en verdad el Clemente, el Modelador. Y, en verdad, bien puede cumplir Su propósito; a quienquiera que Él desea lo hace victorioso mediante el poder de Sus huestes; no hay otro Dios sino Él, el Potente, el Sabio. Suyo es el reino de la tierra y del cielo, y Él es el Señor de poder y gloria. Quienes han creído en Dios y en Sus signos son de cierto los seguidores de la verdad y permanecerán en los jardines de las delicias, en tanto que quienes no han creído en Dios y han rechazado lo que revelara, tales serán los moradores del fuego, donde permanecerán para siempre. Di, la mayoría del pueblo ha repudiado abiertamente a Dios y ha seguido a los rebeldes perpetradores de mal. Tales gentes se asemejan a quienes les precedieron en su servicio a todo opresor hostil. Verdaderamente, no hay otro Dios sino Dios; Suyo es el reino del cielo y de la tierra y Él es el Clemente, el Que todo lo conoce,. Dios atestigua que no hay otro Dios sino Él, y Aquel Que habla a instancias de Su Señor no es sino el Primero en creer y adorarle. Él es el Creador impar, Quien ha creado los cielos y la tierra y cuanto yace entrambos, y todos actúan por Su mandato. Él es Aquel Cuya gracia ha abarcado todo lo que hay en los cielos, en la tierra o todo lo demás, y todos se atienen a Su mandato.

Os corresponde aguardar el Día de la aparición de Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Verdaderamente, Mi objetivo al plantar el Árbol del Bayán no ha sido sino el de permitiros reconocerme. En verdad, Yo mismo soy el primero en inclinarme ante Dios y creer en Él. Por tanto, que vuestro reconocimiento no se torne estéril, por cuanto el Bayán, a pesar de la sublimidad de su estación, honra a Aquel a Quien Dios hará manifiesto, y es Él Quien merece ser aclamado con tanta más razón como la Sede de la Realidad divina, aunque en verdad Él es Yo, y Yo soy Él. Sin embargo, cuando el Árbol del Bayán logre su plenitud, lo doblegaremos en muestra de Adoración hacia su Señor, Quien aparecerá en la persona de Aquel a Quien Dios hará manifiesto. Ojalá que seáis privilegiados con la glorificación de Dios que conviene a Su Ser augusto.

Ciertamente habéis sido llamados a existir mediante el poder de el Punto del Bayán en tanto que Él mismo Se resigna a la Voluntad de Aquel a Quien Dios hará manifiesto, es exaltado mediante Su sublimidad trascendente, Se alimenta con las evidencias de Su poderío, Se Le glorifica con la majestad de Su unicidad, Se engalanan con la belleza de Su singularidad, cobra fuerzas con Su dominio eterno, el cual está investido de autoridad mediante Su soberanía sempiterna. ¿Cómo entonces podrían ellos, quienes no son sino la creación del Punto, justificarse diciendo "por qué" o "de dónde"?

¡Oh congregación del Bayán, y todos los que se hallan en su seno! Reconoced los límites que se os han impuesto, pues nada menos que el Punto del Bayán mismo ha creído en Aquel a Quien Dios hará manifiesto, antes de que todas las cosas fuesen creadas. En ello, verdaderamente, Me glorío ante todos los que están en el reino del cielo y de la tierra. No consintáis privaros de Dios como por un velo una vez que Se haya revelado. Pues todo lo que ha sido exaltado en el Bayán no es sino un anillo sobre Mi mano, y Yo mismo no soy sino un anillo sobre la mano de Aquel a Quien Dios hará manifiesto. ¡Glorificada sea Su mención! Él lo hace girar según Le place, por cuanto sea que Le place y por medio de cuanto sea que le plazca. Él es, en verdad, el Que ayuda en el peligro, el Altísimo.

7
Oraciones y meditaciones

En el Nombre de Dios, el Señor de majestad arrolladora, el Imponente

Bendito sea el Señor, en Cuya mano se encuentra la fuente del dominio. Él crea cuanto desea por Su Palabra imperativa "sé", y es. Hasta ahora Suya ha sido la fuerza de la autoridad y así permanecerá en lo sucesivo. Torna victorioso a quienquiera que Le place, mediante la potencia de Su mandato. Él es, en verdad el Potente, el Todopoderoso. A Él Le pertenecen toda gloria y majestad en los reinos de la Revelación, Creación y de cuanto yace entrambos. Verdaderamente, Él es el Potente, el Gloriosísimo. Desde la eternidad Él ha sido la fuente de indómita fortaleza y así permanecerá por la eternidad. Él es en verdad el Señor de potencia y poder. Todos los reinos del cielo y de la tierra y cuanto hay entrambos pertenecen a Dios, y Su poder es supremo sobre todas las cosas. Todos los tesoros de la tierra y del cielo y de todo cuanto hay entrambos son Suyos, y Suya es la protección que se extiende sobre todas las cosas. Él es el Creador de los cielos y de la tierra y de cuanto yace entrambos, y en verdad es testigo de todas las cosas. Él es el Señor del Juicio para todos cuantos habitan en los cielos y en la tierra y cuanto se extiende entrambos, y en verdad rápido es Dios en Sus cuentas. Sienta Él la medida destinada a cuantos seres existen en los cielos y en la tierra y cuanto hay entrambos. Verdaderamente, es el Supremo Protector. Sostiene en Su puño las llaves del cielo y de la tierra y de cuanto hay entrambos. Concede los dones según Su agrado, mediante el poder de Su mandato. En verdad Su gracia abarca a todos y Él es el Que todo lo sabe.

Di: Dios Me es suficiente; Él es Quien sostiene en Su puño el Reino de todas las cosas. Merced al poder de Sus huestes del cielo y de la tierra y de cuanto yace entrambos, protege a quienquiera que desea de entre Sus siervos. Dios, en verdad, guarda vela sobre todas las cosas.

¡Inmensurablemente exaltado eres Tú, oh Señor! Protégenos de lo que se extiende frente a nosotros y detrás de nosotros, por encima de nuestras cabezas, a nuestra diestra y a nuestra siniestra, bajo nuestros pies y en cualquier otro flanco al que nos expongamos. En verdad, tu protección sobre todas las cosas es infalible.76

Haz descender Tus bendiciones, oh Mi Dios, sobre el Árbol del Bayán, sobre su raíz y su rama, sus renuevos, sus hojas, sus frutos y sobre cuanto porte o albergue. Haz que este Árbol se convierta pues en un magnifico Rollo para ser ofrendado en el Día del Juicio ante la presencia de Aquel a Quien Dios hará manifiesto en el Día del Juicio, para que graciosamente permita a la compañía entera de los seguidores del Bayán ser restaurados a la vida y que pueda, mediante Su munificencia, inaugurar una nueva creación.

Todos son, por cierto, pobres frente a tu Tierna Misericordia, y siervos humildes frente a las muestras de Tu amabilidad. Te ruego, por Tu munificencia, oh mi Dios, y por las efusiones de Tu misericordia y nercedes, oh mi Señor, y por las evidencias de Tus favores y gracia celestiales, oh mi Bienamado, que Veles por Aquel a Quien Dios hará manifiesto, para que no quede traza de abatimiento que Le roce jamás.

Inmensurablemente glorificado y exaltado eres Tú. Cómo puedo yo hacer mención de Ti, oh Tú el Bienamado de la creación entera; y cómo puedo yo reconocer Tu título, oh Tú, ante Quien toda cosa creada permanece atónita. La estación más elevada a la que puede remontarse la percepción humana y la máxima altura que pueden escalar la mente y el alma de los hombres no son sino señales creadas mediante la potencia de Tu Mandamiento y muestras manifestadas a través del poder de Tu Revelación. Lejos esté de Tu gloria el que ningún otro más que Tú haga mención de Ti o intente pregonar Tu alabanza. La esencia misma de toda realidad testimonia su apartamiento de los recintos de la corte de Tu cercanía y la quintaesencia de todo ser testifica su fracaso en alcanzar Tu santa Presencia. ¡Inmensurablemente glorificado y exaltado eres Tú! Lo único que conviene a Tu ser es la mención pertinente realizada por Tu propio Yo, y sólo lo que es digno de Ti es el cántico de alabanza entonado por Tu propia Esencia...

Mediante la revelación de Tu gracia, oh Señor, Tú Me diste el ser en una noche tal como ésta77, y he aquí, aquí estoy solo y abandonado en esta montaña. Alabanza y gracias Te sean dadas por todo cuanto sea conforme a Tu agrado dentro del imperio del cielo y de la tierra. Y toda la soberanía es Tuya, sobre una extensión que abarca más allá de los confines de los reinos de la Revelación y Creación.

Tú Me creaste, oh Señor, mediante Tu generoso favor y Me protegiste mediante Tu merced de la oscuridad de la matriz y Me alimentaste, mediante Tu amabilidad, con la sangre dadora de vida. Tras haberme modelado de la forma más bella, gracias a Tu tierna providencia, y tras perfeccionar Mi creación mediante tu excelente obra insuflaste

Tu Espíritu en Mi cuerpo mediante Tu misericordia infinita, y por la revelación de Tu unidad trascendente hiciste que Yo surgiera del mundo de la ocultación al mundo de lo visible, desnudo, ignorante de todo, incapaz de lograr nada. Tú entonces Me amamantaste e con la leche refrescante y me criaste en los brazos de Mis padres con compasión manifiesta, hasta que Me familiarizaste graciosamente con la realidad de Tu Revelación y Me apercibiste del sendero recto de Tu Fe, según consta en Tu Libro. Cuando alcancé la plena madurez, hiciste que rindiera adhesión a Tu Recuerdo inaccesible, y Me permitiste que avanzase hacia la estación designada, donde Me educaste mediante las sutiles operaciones de Tu obra y Me nutriste en aquel país con Tus dones más generosos. Cuando sucedió lo que había sido dispuesto previamente en Tu Libro, Me indujiste, mediante Tu amabilidad, a que alcanzara Tus sagrados recintos y consentiste, mediante Tu tierna Misericordia, que morase dentro de la corte del compañerismo, hasta que allí discerní lo que presencié de las claras muestras de Tu misericordia, las evidencias compelentes de Tu unicidad, los esplendores refulgentes de Tu majestad, la fuente de Tu singularidad suprema, las alturas de Tu soberanía trascendente, los signos de Tu carácter impar, las manifestaciones de Tu exaltada gloria, los retiros de Tu santidad, y cuanto quiera que resulta inescrutable a todos salvo a Ti.

En verdad, yo soy Tu siervo, oh mi Dios, un pobre Tuyo, una criatura suplicante y desdichada. He acudido a Tu puerta, buscando Tu resguardo. No he hallado contento salvo en Tu amor, ni exaltación excepto en Tu recuerdo, ni afán sino en la obediencia hacia Ti, ni alegría salvo en Tu cercanía, y ninguna tranquilidad salvo en la reunión contigo, a pesar de que soy consciente de que toda las cosas están privadas de Tu Presencia sublime y de que la creación entera tiene denegado el acceso a Tu Ser más íntimo. Cuando quiera que procuro acercarme a Ti, no percibo nada en mí mismo sino muestras de Tu gracia y no contemplo nada en mi ser sino las revelaciones de Tu amabilidad. ¿Cómo puede alguien que no es sino Tu criatura buscar reunión contigo y alcanzar Tu presencia, siendo así que ninguna cosa creada puede jamás asociarse contigo, ni puede nada comprenderte? ¿Cómo es posible que un siervo humilde Te reconozca y ensalce Tus loas, a pesar de que has destinado para él las revelaciones de Tu dominio y los testimonios portentosos de Tu soberanía? Así, toda cosa creada testifica que está apartada del santuario de Tu presencia debido a las limitaciones impuestas sobre su realidad interior. Sin embargo, es indiscutible que la influencia de Tu atracción se ha hallado de forma inherente desde la eternidad en las realidades de Tu obra, por más que lo que conviene a la corte bendita de Tu providencia se halla exaltado más allá del alcance de la creación entera. Esto indica, oh mi Dios, mi absoluta incapacidad para alabarte y revela mi crasa impotencia para rendirte gracias; cuanto más para alcanzar el reconocimiento de Tu unidad divina o lograr alcanzar las claras muestras de Tu alabanza, Tu santidad y Tu gloria. Antes bien, por Tu poderío, no aspiro a nada sino a Tu propio Yo y no busco nada salvo a Ti.

Magnificado sea Tu Nombre, oh Dios. Tuyos son en verdad los Reinos de la Creación y Revelación, y verdaderamente en nuestro Señor hemos depositado nuestra entera confianza. Toda alabanza sea para Ti, oh Dios; Tú eres el Hacedor de los cielos y de la tierra y de lo que hay entrambos, y Tú en verdad eres el Gobernante supremo, el Moldeador, el Sapientísimo. ¡Glorificado eres Tú, oh Señor! Sin duda reunirás a la humanidad para el día cuya advenimiento es indudable -el Día en que todos se personarán ante Ti y hallarán la vida en Ti. Ése es el Día del Único Dios verdadero, el Día en que Tú actuarás como Te plazca mediante el poder de Tu mandato.

Tú eres el Soberano, el maravilloso Creador, el Potente, el Bienamado.

Alabado sea Tu nombre Nombre, oh Dios. Tú eres en verdad nuestro Señor; Tú eres consciente de todo cuanto se halla en los cielos y en la tierra. Envía, pues, sobre nosotros una muestra de Tu misericordia. Verdaderamente, Tú eres insuperable entre los que demuestran misericordia. Toda la alabanza sea para Ti, oh Señor. Dispón para nosotros de Tu Presencia lo que reconforte los corazones de los sinceros entre Tus siervos. Glorificado eres Tú, oh Dios, Tú eres el Creador de los cielos y de la tierra y de lo que yace entrambos. Tú eres el Señor soberano, el Sacratísimo, el Todopoderoso, el Omnisciente. Magnificado sea Tu Nombre, oh Dios, haz descender sobre los que han creído en Dios y en Sus signos un auxilio formidable de Tu Presencia que les permita prevalecer sobre la generalidad de la humanidad.

La gloria sea contigo, oh Dios. Cómo puedo hacer mención de Ti siendo así que estás santificado de la alabanza de toda la humanidad. Magnificado sea Tu Nombre, oh Dios, Tú eres el Rey, la Verdad Eterna; Tú sabes qué es lo que hay que los cielos y en la tierra, y a Ti todos han de volver. Has enviado tu Revelación divinamente dispuesta, de acuerdo con una clara medida. ¡Alabado seas Tú, oh Señor! Por Tu mandato has hecho victorioso a quienquiera que deseas, mediante las huestes del cielo y de la tierra y de cuanto sea que exista entrambos. Tú eres el Soberano, la Verdad eterna, el Señor de poderío invencible.

Glorificado seas Tú, oh Señor, Tú perdonas en todo tiempo los pecados de aquellos de entre Tus siervos que imploran Tu perdón. Lava mis pecados y los pecados de los que buscan Tu perdón al amanecer, quienes Te rezan de día y de noche, quienes no anhelan nada salvo a Dios, quienes ofrendan todo cuanto Dios les ha concedido graciosamente, quienes celebran Tu alabanza por la mañana y al atardecer, quienes no son remisos en sus deberes.

La alabanza sea para Ti, oh Señor. Perdónanos nuestros pecados, ten misericordia de nosotros y permítenos regresar a Ti, y dispénsanos, mediante Tu munificencia, lo que Te es querido y deseas y cuanto es condigno de Ti. Exalta la estación de quienes han creído verdaderamente en Ti y perdónalos con Tu benévolo perdón. En verdad, Tú eres el Que ayuda en el peligro, el Que subsiste por Sí mismo.

¡Oh Dios, nuestro Señor! Resguárdanos mediante Tu gracia frente a cuanto Te sea repugnante y dispensa sobre nosotros lo que es digno de Ti. Danos más de Tu generosidad y bendícenos. Perdónanos por nuestros actos, limpia nuestros pecados y perdónanos con Tu benevolente perdón. En verdad, Tú eres el Más Exaltado, el Que subiste por Sí mismo.

Tú amorosa providencia ha abrazado todas las cosas creadas en los cielos y en la tierra, y Tu perdón ha desbordado a la creación entera. Tuya es la soberanía; en Tu mano se hallan los Reinos de la Creación y Revelación; en Tu diestra sostienes todas las cosas creadas y dentro de Tu puño están asignadas la medida del perdón. Tú perdonas a quienquiera de entre Tus siervos que Te place. En verdad, Tú eres el Que siempre perdona, el Amantísimo. Nada de cuanto hay en la tierra escapa a Tu conocimiento, y no hay nada que Te esté oculto.

¡Oh Dios, nuestro Señor! Protégenos mediante la potencia de Tu poderío, permítenos entrar en Tu océano de asombroso oleaje, y concédenos lo que es condigno de Ti.

Tú eres el Gobernante Soberano, el poderoso Hacedor, el Exaltado, el Amantísimo.

¡Gloria sea para Ti, oh Señor mi Dios! Nada en absoluto escapa a Tu conocimiento, ni hay nada que se deslice de Tu puño, ni nada que pueda truncar Tu Propósito, ya esté en los cielos o en la tierra, ya pertenezca al pasado o al futuro.

Tú ves el Paraíso y a los moradores que lo habitan; contemplas el reino de abajo y a sus ocupantes. Todos ellos no son sino Tus siervos y están sostenidos dentro de Tu puño

¡Oh Señor! Haz victoriosos a tus pacientes siervos en Tus días concediéndoles una victoria acorde, por cuanto han buscado el martirio en Tu sendero. Haz descender sobre ellos lo que les procure solaz a sus mentes, regocije su ser interior, imparta seguridad a sus corazones y tranquilidad a sus cuerpos, y les permita a sus almas ascender a la presencia de Dios, el Exaltadísmo, y alcanzar el Paraíso supremo y los retiros de gloria que has destinado para los hombres de verdadero conocimiento y virtud. Verdaderamente, Tú sabes todas las cosas, en tanto que nosotros no somos sino siervos, esclavos y pobres Tuyos. No invocamos a otro Señor sino a Ti, oh Dios nuestro Señor, ni imploramos las bendiciones o gracias de nadie salvo de Ti, oh Tú Quien eres el Dios de misericordia de este mundo y del venidero. Nosotros no somos sino la encarnación de la pobreza, de la nada, de la indefensión y de la perdición, mientras que Tu Ser entero trasluce riqueza, independencia, gloria, majestad y gracia ilimitada.

Trueca nuestra recompensa, oh Señor, en lo que Te conviene del bien de este mundo y del venidero, y de las múltiples mercedes que alcanzan desde lo alto a esta tierra de abajo.

Verdaderamente, Tú eres nuestro Señor y el Señor de todas las cosas. En Tus manos nos encomendamos, anhelando las cosas que guardan relación contigo.

¡Glorificado sea Tu Nombre, oh Señor! ¿En quién me refugiaré siendo así que Tú eres en verdad mi Dios y mi Bienamado?; ¿a quién me volveré en pos de abrigo si Tú eres mi Señor y mi Poseedor?; ¿a quién recurriré en mi huida si Tú eres en verdad mi Maestro y mi Santuario?; ¿y a quién imploraré si Tú eres en verdad mi Tesoro y la Meta de mi deseo?; ¿y por intercesión de quién suplicaré ante Ti, si Tú eres en verdad mi máxima aspiración y mi deseo supremo? Toda esperanza ha quedado truncada salvo el anhelo de Tu gracia celestial y toda puerta está excusada salvo el portal que lleva al manantial de Tus bendiciones.

Te ruego, oh mi señor Señor, por Tu muy refulgente esplendor, ante cuyo brillo toda alma se inclina humildemente y se postra en adoración por Tu causa; un esplendor ante cuyo brillo el fuego se vuelve luz, los muertos regresan a la vida y toda dificultad se torna avío. Te ruego por este esplendor grande y maravilloso y por la gloria de Tu exaltada soberanía , oh Tú que eres el Señor de poder indomable, que nos transformes mediante Tú munificencia en lo que Tú mismo posees, y que nos permitas convertirnos en fanales de Tu luz, y que benévolamente dispenses sobre nosotros lo que conviene a la majestad de Tu dominio trascendente. Pues a Ti elevé mis manos, oh Señor, y en Ti he hallado el amán protector, oh Señor, y en Ti me he resignado, oh Señor, y en Ti he depositado mi entera confianza, oh Señor, y por Ti quedo afianzado, oh Señor.

En verdad, no hay poder mi fuerza salvo en Ti.

Tú eres consciente, oh Mi Dios, de que desde el día en que Me diste el ser de la entraña del agua de Tu amor hasta que alcancé los quince años de edad viví en la tierra que presenció Mi nacimiento [Shiraz]. Luego Me permitiste marchar al puerto [Búshihr], donde durante cinco años me ocupé en el comercio de los ricos dones de Tu reino y estuve entregado a aquello con lo que Tú Me has favorecido mediante la esencia portentosa de Tu amabilidad. Desde allí marché a Tierra Santa [Karbilá] donde permanecí un año. Regresé desde aquel lugar a Mi tierra natal. Allí experimenté la revelación de Tus gracias sublimes y las evidencias de Tu gracia ilimitada. Te doy gracias por Tus dones generosos y Te rindo gracias por todas Tus generosidades. Más tarde, a la edad de veinticinco años acudí a la Casas sagrada [La Meca] y tan pronto como regresé al lugar donde nací, ya había transcurrido un año. Permanecí allí pacientemente en el sendero de Tu amor y contemplé las muestras de Tus múltiples generosidades y de Tu amabilidad, hasta que Me ordenaste que partiera en Tu dirección y que emigrara a Tu presencia. Así que partí con Tu permiso, permaneciendo durante más de seis meses en la tierra de /Sád [I/sfahán] y siete meses en la Primera Montaña [Mákú], donde descargaste sobre Mí la lluvia que conviene a la gloria de Tus bendiciones celestiales y es acorde con la sublimidad de Tus benévolos dones y gentiles favores. Ahora, en mi trigésimo año, Tú Me contemplas, oh Mi Dios, en esta Montaña Aflictiva [Chihríq], donde he habitado un año entero.

Alabado seas Tú, oh Mi Señor, en todo tiempo, desde siempre y para siempre; gracias Te sean dadas, oh Mi Dios, en toda situación, ya sea en el pasado o en el futuro. Los dones que Me has concedido han colmado su plena medida y las bendiciones que Me has dispensado han alcanzado su consumación. Nada presencio ahora salvo las evidencias múltiples de Tu gracia y amabilidad, Tu merced y graciosos favores, Tu generosidad y Alteza, Tu soberanía y poderío, Tu esplendor y gloria, y lo que cumple a la santa corte de Tu dominio trascendente y majestad y es digno de los gloriosos recintos de Tu exaltación y eternidad.

Soy consciente, oh Señor, de que mis faltas han colmado mi rostro de vergüenza en Tu presencia, y que han encorvado mi espalda ante Ti, se han interpuesto entre mi persona y Tú bella figura, me han asediado desde toda dirección y se han interpuesto desde todas los flancos obstruyendo el acceso a la revelación de Tu poder celestial.

¡Oh Señor! Si Tú no me perdonas, ¿quién entonces podrá concederme el perdón? Y si no Te apiadas de mí, ¿quién es capaz de mostrarme compasión? La gloria sea para Ti, Tú me creaste cuando no existía y me amamantaste mientras estuve desprovisto de cualquier entendimiento. Alabado seas Tú, toda muestra de gracia procede de Ti y toda muestra de gracia emana de los tesoros de Tu decreto.

Te ruego que me perdones, oh mi Señor, por toda mención salvo la mención de Ti, y por toda alabanza que no sea la alabanza de Ti, y por todo deleite menos el deleite de Tu cercanía, y por todo placer salvo el placer de la comunión contigo, y por toda dicha que no sea la dicha de Tu amor y beneplácito, y por todas las cosas que me cumplen y que no tienen relación contigo, oh Tú Que eres el Señor de los señores, Quien proporciona los medios y franquea las puertas.

¿Cómo puedo Yo alabarte, oh Señor, por las evidencias de Tu poderoso resplandor y por Tus aromas maravillosos que Me has impartido en esta fortaleza en tal medida que nada en los cielos o en la tierra pueden comparárseles? Tú has velado por Mí en el corazón de esta cumbre donde estoy rodeado de montañas por doquier. Una pende sobre Mí, otras se yerguen a Mi diestra y siniestra, y aun otra se alza ante Mí. Gloria sea a Ti, no hay Dios sino Tú. Cuán a menudo he visto rocas que caían de la montaña sobre Mí, y Tú Me protegiste y resguardaste dentro de la fortaleza de Tu Unidad divina.

Glorificado y exaltado eres Tú, y la alabanza sea para Ti por todo cuanto Tú amas y deseas, y gracias Te sean dadas por lo que has decretado y dispuesto previamente. Desde tiempo inmemorial Tu tierna Misericordia ha sido enviada desde lo alto y el proceso de Tú creación ha sido y será incesante. Tu obra no guarda paralelo con la obra de nadie aparte de Ti, y Tus benéficos regalos no tienen parangón entre los regalos de nadie salvo de Ti mismo.

La alabanza sea para Ti, oh Mi Bienamado, y magnificado sea Tu Nombre. Desde la hora misma en que puse pie en esta fortaleza hasta el momento en que habré partido de aquí, Te contemplaré establecido sobre Tu sede de gloria y majestad, arreciando sobre Mi las múltiples muestras de Tu favor y gracia muníficas. Tú ves que Mi morada no es sino el corazón de las montañas, y no disciernes nada en Mi Persona excepto las evidencias de la humillación y soledad.

Alabado sea Tu Nombre; Te doy gracias por todas las muestras de Tu Decreto inescrutable y te ofrezco Mi alabanza por toda prenda de Tus tribulaciones. Al haber consentido arrojarme a la prisión, Tú la convertiste en un jardín del Paraíso e hiciste que se convirtiera en un aposento de la corte de la camaradería sempiterna.

Cuán numerosos los versículos que hiciste descender sobre Mí, y las oraciones que escuchaste que Yo Te ofrecía. Cuán diversas revelaciones alumbraste a través de Mí y cúan diversas las experiencias que presenciaste en Mí.

Magnificado sea Tu Nombre. La multitud de pruebas ha sido incapaz de disuadirme de darte gracias y Mis faltas no Me han impedido ensalzar Tus virtudes. Los infieles se han propuesto convertir Mi morada en lugar de desgracia y humillación. Pero Tú Me has glorificado mediante Mi recuerdo de Ti, Me has exaltado merced a Mi alabanza de Ti, Me ha socorrido benevolentemente por medio de las revelaciones de Tú unicidad, y Me has concedido un gran honor merced a los esplendores refulgentes de Tu antigua eternidad. Tú diste al fuego la orden de "sé un bálsamo reconfortante para Mi Siervo"; a la prisión "sé una sede de tierna compasión para con Mi Siervo, en señal de Mi presencia". Sí, juro por Tu gloria; para Mí la cárcel no ha demostrado ser sino el Paraíso más delicioso y ha servido como el más noble lugar del reino de lo alto.

Alabado y glorificado eres Tú. Cuán a menudo las adversidades descendieron sobre Mí y las atemperaste y desviaste su curso por Tu favor munífico; cuántas veces se agitaron conmociones contra Mí por mano del pueblo, mientras que Tú las apaciguaste gracias a Tu tierna merced. Cuán numerosas las ocasiones en que los Nimrodes prendieron las hogueras donde quemarme; mas Tú las convertiste en Mi bálsamo; y cuán múltiples las ocasiones en que los infieles decretaron Mi humillación y Tú las trocaste en gestos de honor para Mí...

Verdaderamente, Tú eres la máxima aspiración de todo buscador afanado y la Meta del deseo de quienes Te anhelan. Tú eres Aquel Que está listo a responder a la llamada de quienes reconocen Tu unidad divina, y Aquél ante Quien los pusilánimes quedan pasmados. Tú eres el Auxiliador de los necesitados, el Liberador de los cautivos, el Humillador de los opresores, el Destructor de los quebrantadores, el Dios de todos los hombres, el Señor de todas las cosas creadas. Tuyos son los reinos de la Creación y Revelación, oh Tú Que eres el Señor de todos los mundos.

¡Oh Tú que todo lo satisfaces! Tú Me bastas en todo trance que pueda alcanzarme y en toda aflicción que pueda agigantarse ante Mí. Tú eres Mi solo compañero en Mi soledad, la Delicia de Mi corazón en Mi apartamiento, y el Bienamado en Mi prisión y Morada. ¡No hay otro Dios sino Tú!

Quienquiera que reciba de Tu abasto no será probado con el dolor; quienquiera a quien protejas nunca perecerá; quienquiera que reciba Tu ayuda nunca será humillado, y a quienquiera a quien vuelvas Tu mirada nunca será apartado de Ti.

Transcribe para nosotros cuanto quiera que venga de Ti, y perdónanos por lo que somos. Verdaderamente, Tú eres el Señor de poder y gloria, el Señor de todos los mundos. "Lejos esté de la gloria de Tu Señor, el Señor de toda grandeza, lo que Le imputan, y la paz sea sobre Sus Apóstoles, y la alabanza sea para Dios, el Señor de todos los mundos".78

¡Gloria sea a Ti, oh Dios! Tú eres el Dios Que ha existido antes que existieran todas las cosas, Que existirá después de todas las cosas y que durará más allá de todas las cosas. Tú eres el Dios Que todo lo sabe y Que es supremo sobre todas las cosas. Tú eres el Dios Que actúa con misericordia para con todas las cosas, Quien juzga entre todas las cosas y Cuya visión abarca todas las cosas. Tú eres Dios, mi Señor, Tú eres consciente de mi condición, Tú atestiguas mi ser interior y exterior.

Concede Tu perdón sobre mí y sobre los creyentes que respondieron a Tú Llamamiento. Se Tú mi socorredor frente a la iniquidad de quienquiera que desee infligirme pesar o me busque el mal. Verdaderamente, Tú eres el Señor de todas las cosas creadas. Tú abasteces a todos, mas nadie puede subsistir por sí mismo sino Tú.

Te imploro por el esplendor de la luz de Tu rostro glorioso, la majestad de Tu antigua grandeza y el poder de Tu soberanía trascendente que dispongas para nosotros en este momento toda medida de lo que es bueno y pertinente y que destines para nosotros toda porción de las dispensaciones de Tu gracia. Pues el que concedas dones no Te supone quebranto, ni la concesión de los favores mengua Tu riqueza.

Glorificado eres Tú, oh Señor! En verdad soy un pobre, siendo así que Tú eres rico; verdaderamente, Yo soy un humillado, mientras que en verdad Tú eres poderoso; verdaderamente, soy impotente, mas Tú eres poderoso; en verdad, estoy humillado mientras que Tú en verdad eres el Más exaltado; verdaderamente padezco zozobra, mientras que en verdad Tú eres el Señor de poderío.

Destina para mí, oh Señor, todo lo bueno que has creado o crearás, y resguárdame de cualquier mal Que aborrezcas de entre las cosas que has hecho y harás que existan. En verdad, Tu conocimiento abarca todas las cosas. Alabado seas Tú, ciertamente no hay Dios sino Tú, y nada que se halle en los cielos o en la tierra ni se halle entrambos puede frustrar Tu Propósito. Pues de cierto potente eres Tú sobre todas las cosas.

Lejos esté de la sublimidad de Tu Ser, oh mi Dios, que nadie busque Tu amabilidad o favor. Lejos de Tu Trascendente gloria que nadie Te ruegue las evidencias de Tus mercedes y tierna misericordia. Demasiado elevado eres Tú para que ninguna alma Te suplique la revelación de Tu graciosa providencia y cuidado amoroso; demasiado santificada es Tu gloria para que nadie implore de Ti las efusiones de Tus bendiciones y de Tu munificencia y gracia celestiales. En todo Tu reino del cielo y de la tierra, el cual está dotado de numerosas gracias, Tú eres inmensurablemente glorificado sobre cualquier cosa a la que pueda atribuirse identidad alguna.

Todo lo que Te ruego, oh Mi Dios, es que me permitas, antes de que el alma abandone mi cuerpo, que alcance Tu beneplácito, aunque ello me fuere concedido por un momento tan infinitesimal como la fracción de una simiente de mostaza. Pues si partiera cuando Tú estás a bien conmigo, entonces quedaré libre de toda cuita o ansiedad; mas si me abandonase mientras estás descontento conmigo, entonces, aunque hubiera forjado toda buena obra, nada me sería de provecho alguno; y aun de haberme granjeado todo honor y gloria, nada valdría para exaltarme.

Te ruego encarecidamente, pues, oh mi Dios, que me concedas graciosamente Tu beneplácito cuando hagas que ascienda hacia Ti y me llames a comparecer ante Tu santa presencia, por cuanto Tú has sido, desde siempre, el Dios de inmensa merced para el pueblo de Tu reino, y el Señor de muy excelentes dádivas para todos los que moran en el cielo exaltado de Tu Omnipotencia.

¡Cuán numerosas las almas incorporadas a la vida que se expusieron a graves humillaciones en Tu Sendero a fin de exaltar Tu Palabra y glorificar Tu divina Unidad! ¡Cuán profusa la sangre que ha sido derramada por causa de Tu Fe en aras de vindicar la autenticidad de Tu Misión divina y celebrar Tu alabanza! ¡Cuán inmensas las posesiones que fueron arrebatadas injustamente en el Sendero de Tu amor con miras a afirmar la excelsitud de Tu santidad y ensalzar Tu glorioso Nombre! ¡Cuán numerosos los pies que han hollado el polvo a fin de magnificar Tu santa Palabra y ensalzar Tu gloria! ¡Cuán innumerables las voces que se elevaron en su lamento, los corazones que quedaron aterrorizados, los aflictivos pesares que nadie sino tu Tú puede calcular, y las adversidades y aflicciones que permanecen inescrutables a todos excepto a Ti; todo ello para establecer, oh Mi Dios, la elevación de Tu santidad y demostrar el carácter trascendente de Tu gloria.

Estos decretos fueron dispuestos por Ti de modo que todas las cosas creadas puedan dar testimonio de que han sido llamadas a ser en virtud de nada más que de Ti. Tú les has retirado las cosas que aportan asueto a sus corazones, para que puedan conocer con certeza que cualquier cosa que éste asociada con Tu santo Ser es muy superior y está exaltada por encima de todo cuanto pueda satisfacerlos; por cuanto tu poder indomable campa en todas las cosas, y nada puede jamás frustrarlo.

En efecto, Tú has hecho que ocurran estos acontecimientos trascendentales para que aquellos que están dotados de percepción reconozcan que fueron dispuestos por Ti para demostrar la excelsitud de Tu Unidad divina y afirmar la exaltación de Tu santidad.

¡Gloria sea a Ti, oh Señor! Aunque puedas hacer que una persona quede despojada de toda posesión terrenal, y que desde el comienzo de su vida hasta su ascensión a Ti esté reducida a la pobreza mediante la operación de Tu decreto, no obstante si le apartaras del Árbol de Tu amor, tal merced sería mucho mejor para él que toda las cosas que has creado en el cielo y en la tierra y en cuanto yace entrambos; por cuanto él heredará el hogar celestial, mediante la revelación de Tus favores, participará de las buenas dádivas que Tú has provisto allí; pues las cosas que están contigo son inagotables. Tal es por cierto Tu bendición, la cual concedes de acuerdo con el beneplácito de Tu Voluntad a quienes huellan el sendero de Tu amor.

Cuán numerosas las almas que otrora recibieron muerte por Tu causa, y en cuyos nombres todos los hombres se glorían; y cuán ingente el número de aquellos a los que Tú facultaste para que adquiriesen fortunas terrenales, y que las amasaron al tiempo que estuvieron privados de Tu Verdad, y quienes en este día han pasado al olvido. Suyo es un escarmiento aflictivo y un grave castigo.

¡Oh Señor! Dispón el crecimiento raudo del Árbol de Tu Unidad divina; riégalo entonces, oh Señor, con las aguas fluyentes de Tu beneplácito, y haz, ante las revelaciones de de Tu seguridad divina, que rinda los frutos que Tú deseas para Tu glorificación y exaltación, Tu alabanza y acción de gracias, y para magnificar Tu Nombre, alabar la unicidad de Tu Presencia y ofrecerte el culto, por cuanto todo yace dentro de Tu puño y en ninguno más.

Grande es la bendición de aquellos cuya sangre has elegido para regar el Árbol de Tu afirmación, y exaltar así Tu Palabra Santa e inmutable.

Ordena para mí, oh mi Señor, y para quienes creen en Ti lo que se considere mejor para nosotros en Tu estima, según lo dispuesto en el Libro Madre, pues dentro del puño de Tu mano sostienes las medidas precisas de todas las cosas.

Las buenas dádivas caen cual lluvia incesante sobre aquellos que albergan Tu amor, y las maravillosas muestras de Tus mercedes celestiales se despliegan ampliamente sobre quienes reconocen Tu Unidad divina. Encomendamos a Tu cuidado cuanto hayas destinado para nosotros, y Te imploramos que nos concedas todo el bien que abarca Tu Conocimiento.

Resguárdame, oh mi Señor, de todo mal que perciba Tú Omnisciencia, por cuanto no hay poder ni fuerza sino en Ti, ni ningún triunfo sobreviene salvo de Tu presencia, y sólo Tú puedes ejercerlo. Cualquier cosa que Dios ha querido ha sido, y lo que no ha deseado no será.

No hay poder ni fuerza salvo en Dios, el Exaltadísimo, el Poderosísimo.

¡Oh Señor! Permite a todos los pueblos de la tierra que logren la entrada en el Paraíso de Tu Fe, de modo que ninguna cosa creada quede allende los límites de Tu beneplácito.

Desde tiempo inmemorial Tú has sido potente para obrar cuanto Te place, y trascendente por encima de cualquier cosa que Tú deseas.

Dispénsame, oh mi Dios, la medida plena de Tu amor y Tu beneplácito; mediante las atracciones de Tu luz resplandeciente arroba nuestros corazones, oh Tú Que eres la Evidencia Suprema y el Glorificado. Envíame desde lo alto, en muestra de Tu gracia, las brisas revitalizadoras, de día y de noche, oh Señor de merced.

No he realizado obra alguna, oh mi Dios, para merecer el contemplar Tu rostro, y sé con certeza que si viviera tanto como perdure el mundo no lograría cumplir ningún acto que merezca este favor, por cuanto la estación del servidor siempre desmerece del acceso a Tus santos recintos, a menos que me alcance Tu munificencia, me desborde Tu tierna misericordia, o me circunde Tu amorosa bondad.

Toda la alabanza sea para Ti, oh Tú aparte del Cual no hay otro Dios. Permíteme graciosamente que ascienda hacia Ti, que me sea concedido el honor de morar en Tu cercanía y de mantener comunión sólo contigo. No hay otro Dios sino Tú.

Por cierto, si desearas concederle una bendición a un siervo, eliminarías del reino de su corazón toda mención o disposición excepto Tu propia mención; y si dispusieras algún mal para un siervo debido a lo que sus manos han forjado injustamente ante Tu rostro, le probarías con los beneficios de este mundo y del venidero para que se entregara a ellos y olvidara Tu recuerdo.

Gloria sea a Ti, oh Señor, Tú qué has dado el ser a todas las cosas creadas, mediante el poder de Tu mandato.

¡Oh Señor! Ayuda a quienes han renunciado a todo lo demás excepto a Ti. Confiéreles una victoria contundente. Envía sobre ellos, oh Señor, al concurso de los ángeles del cielo y de la tierra y de cuanto yace entrambos, para que socorran a Tus siervos, les auxilien y robustezcan, y les permitan lograr el éxito, alimentarlos, investirlos de gloria, y conferir sobre ellos el honor y la exaltación, enriquecerlos y volverlos triunfantes con un triunfo maravilloso.

Tú eres su Señor, el Señor de los cielos y de la tierra, el Señor de todos los mundos. Refuerza esta Fe, oh Señor, mediante el poder de estos siervos y hazlos prevalecer sobre todos los pueblos del mundo; pues ellos, en verdad, son Tus siervos, se han desprendido de todo lo demás excepto de Ti, y Tú en verdad eres el protector de los verdaderos creyentes.

Concede, oh Señor, que sus corazones puedan, mediante la adhesión a ésta, Tu Fe inviolable, crecer más vigorosos que nada de cuanto se halle en los cielos o en la tierra o en cualquier cosa que se interponga entrambos; y refuerza, oh Señor, sus manos con las muestras de Tu maravilloso poder, para que hagan manifiesto Tu poder ante la mirada de toda la humanidad.

¡Oh Señor! A Ti regreso en busca de amparo, y hacia todos Tus signos vuelvo mi corazón.

¡Oh Señor! Ya esté de viaje o en mi hogar, en mi ocupación o en mi trabajo, deposito toda mi confianza en Ti.

Concédeme, pues, Tu gracia abastecedora a fin de hacerme independiente de todas las cosas, ¡oh Tú, Cuya misericordia nadie supera!

Confiéreme mi porción, oh Señor, según Tu voluntad, y haz que me sienta satisfecho con cualquier cosa que Tú hayas ordenado para mí.

Tuya es la autoridad absoluta para ejercer el mando.

¡Oh Señor! Tú eres Quien disipa todas las penas y ahuyenta toda aflicción. Tú eres aquel que destierra toda zozobra y libera a todo esclavo, el Redentor de toda alma. ¡Oh Señor! Concede la liberación mediante Tu misericordia y cuéntame entre aquello siervos Tuyos que han obtenido la salvación.

Oh mi Señor, a través de la eternidad has sido y continuarás siendo el Único Dios verdadero, en tanto que todo lo demás salvo Tú son pobres e indigentes. Al haberme asido tenazmente de Tu Cuerda, oh mi Dios, me he desprendido de toda la humanidad, y al haber dirigido mi rostro hacia la habitación de Tu tierna merced, he dado la espalda a todas las cosas creadas. Inspírame benévolamente, oh mi Dios, mediante Tu gracia y merced, Tu gloria y majestad y Tu dominio y grandeza, pues ningún poderoso ni conocedor de todas las cosas puedo hallar aparte de Ti. Protégeme, oh mi Dios, mediante la potencia de Tu gloria trascendente y saciadora y por las huestes de los cielos y de la tierra, por cuanto no puedo depositar mi confianza plenamente en nadie salvo en Ti y no cabe refugio salvo en Ti.

Tú eres Dios, mi Señor, conoces mis necesidades, ves mi estado y eres plenamente consciente de lo que me ha ocurrido debido a Tu decreto, y de los sufrimientos terrenales que he soportado con Tu licencia y como prenda de Tu merced y favor.

La gloria de las glorias y la luz más resplandeciente descansen sobre Ti, oh mi Dios. Tú majestad es tan trascendente que ninguna imaginación humana puede alcanzarte, y Tu poder consumado es tan sublime que las aves de los corazones humanos y de las mentes nunca podrán alcanzar sus alturas. Todos los seres reconocen su impotencia para alabarte como cumple a Tu estación. Inmensurablemente exaltado eres Tú. Nadie puede glorificar Tu Ser, o sondear las evidencias de Tu munificencia tal como existe en Tu Presencia más íntima, puesto que sólo Tú Te conoces tal como eres en Ti mismo.

Te rindo alabanza, oh Señor nuestro Dios, por la merced de haber dado el ser al Reino de la creación e invención, alabanza que brilla resplandeciente mediante la potencia de Tu inspiración, la cual nadie salvo Tú puede valorar adecuadamente. Te glorifico, además, y doy gracias como conviene a Tu presencia, inspiradora de asombro, y a la gloria de Tu majestad arrolladora, por esta bendición sublime, este signo maravilloso que se halla manifiesto en Tus reinos de la Revelación y Creación.

Toda gloria sea para Ti. Inmensurablemente exaltado es lo que Te conviene. En verdad, nadie ha podido jamás percatarse adecuadamente de la Excelsitud de Tu estación, ni nadie salvo Tú ha podido reconocerte como Te cumple. Tú eres manifiesto mediante las efusiones de Tu munificencia, en tanto que nadie aparte de Ti puede sondear la sublimidad de Tu Revelación.

Magnificado sea Tu nombre. ¿Posee todo lo demás, aparte de Ti, una existencia independiente capaz de aludir siquiera a Tu naturaleza, y posee alguien que no seas Tú traza alguna de identidad con la que pudiera yo reconocerte? Todo lo que es conocido debe su renombre al esplendor de Tu Nombre, el Más Manifiesto, y todo objeto se agita hondamente por la influencia vibrante que emana de Tu Voluntad invencible. Tú estás más cerca de todas las cosas que todas las cosas.

Alabado y glorificado seas Tú. Demasiado exaltado es Tu excelsitud para que las manos de quienes están dotados de entendimiento puedan alcanzarte, y demasiado honda es Tu profundidad insondable para que los ríos de la mente y percepción humanas puedan manar desde su seno.

En el nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordioso

Toda alabanza sea para Dios, Quien ha existido siempre antes de que las cosas fuesen llamadas a ser, cuando no había nadie más aparte de Él. Él es Aquel Que ha permanecido siempre, cuando aún no existía elemento alguno de Su creación. En verdad, el alma de quienes están dotados de comprensión no comprende la más mínima manifestación de Sus atributos, y la mente de quienes han reconocido Su unidad es incapaz de percibir la muestra más insignificante de Su Omnipotencia.

Santificado eres Tú, oh Señor mi Dios. La lengua de los hombres no acierta a ensalzar Tu obra gloriosa, cuanto más, pues, vacila en alabar la majestad de Tu poder trascendente; y puesto que la comprensión humana se halla penosamente perpleja siquiera para sondear el misterio de un solo objeto de Creación, ¿como puede nadie alcanzar nunca el reconocimiento de Tu propio Ser?

Te he conocido al darme a saber que Tú eres incognoscible para todos salvo para Ti mismo. Me he apercibido por la creación que has formado a partir de la inexistencia absoluta de que el camino para alcanzar la comprensión de Tu Esencia está vedado a todos. Tú eres Dios, aparte del Cual no hay otro Dios. Nadie excepto Tu propio Yo puede comprender Tu naturaleza. Careces de par o copartícipe. Desde la eternidad Has estado sin nadie más aparte de Ti, y por toda la eternidad continuarás igual, sin que ninguna cosa creada se acerque jamás a Tu exaltada posición.

Todos los hombres, oh mi Dios, confiesan su incapacidad para conocerte como Tú conoces Tu propio Ser; el impulso generador que has liberado se manifiesta a través de la creación entera, y toda las cosas creadas qué has moldeado no son sino expresiones de tus maravillosos signos. Magnificado sea Tu nombre; Tú eres inmensurablemente exaltado por encima de las tentativas de quienquiera de entre Tus criaturas como para alcanzar Tu reconocimiento como es digno y como Te conviene.

¡La alabanza sea para Ti! El modo en que llamaste al ser a la Creación a partir de la inexistencia impide a todas las cosas creadas reconocerte; y la manera en que has conformado las criaturas, con las limitaciones impuestas sobre ellas, proclama su absoluta nada ante la revelación de Tus atributos.

¡Exaltado eres Tú, oh mi Dios! Toda la humanidad es incapaz de celebrar Tu gloria y la mente de los hombres no acierta a rendirte alabanza. Soy testigo en Tu Presencia, oh mi Dios, de que Tú Te das a conocer mediante Tus maravillosas señales, y que eres reconocido mediante la revelaciones de Tus signos. El hecho de que nos hayas dado el ser me impulsa a reconocer ante Ti que Tú eres inmensurablemente exaltado por encima de nuestra alabanza, y en virtud de las cualidades con las que Tú has dotado nuestro ser atestiguo ante Ti que eres trascendente más allá de toda comprensión.

Concede que pueda remontarme a las nobles alturas al acercarme a Ti, y permíteme aproximarme a Ti mediante la fragancia de Tu santidad. Así, ojalá que todos los impedimentos se disuelvan por la luz del éxtasis, y que todo alejamiento de Ti se disipe cuando alcance la sede de la reunión, y que los velos sutiles que me han impedido ingresar en Tu mansión de gloria se vuelvan tan escasos que pueda obtener la entrada a Tu presencia, morar cerca de Ti, y pregonar las expresiones de alabanza con las que Tú has descrito Tu propio Yo, dando testimonio de que Tú eres Dios, de que no hay otro Dios sino Tú, el Único, el Incomparable, el Que siempre permanece, de que Tú no engendras, ni eres engendrado, que careces de vástagos y copartícipes, y de que no hay protector contra la humillación salvo Tú, y que Tú eres el Señor de todos los mundos. Soy testigo de que todo aparte de Ti no son sino Tus criaturas, y que éstas están retenidas en Tu puño. Nadie es favorecido con medios, o vive en la necesidad, excepto por Tu Voluntad. Tú eres el Señor de los días sempiternos y el Regidor supremo. Tú poder es potente sobre todo las cosas y todas las cosas creadas existen por Tu Voluntad. La humanidad entera reconoce su humilde servidumbre y confiesa sus faltas, y nada hay que no celebre Tu alabanza.

Te suplico, oh mi Dios, por la gloria de Tu Figura misericordiosa y por la majestad de Tu antiguo Nombre, que no me prives de la fragancia vitalizadora de las evidencias de Tus Días, días tales como los que Tú mismo has inaugurado y hecho surgir.

Tú eres Dios, no hay otro Dios sino Tú

¡Alabado y glorificado eres Tú, oh Señor mi Dios! Tú eres supremo sobre el reino del ser y Tu Poder invade todas las cosas creadas. Tú sostienes el reino de creación en Tu puño y llamas al ser según sea Tu agrado.

¡Toda alabanza sea para Ti, oh Señor mi Dios! Ruego por las almas que aguardan ansiosamente a Tu puerta y por los seres Santos que han alcanzado la corte de Tu Presencia, que lances sobre nosotros la mirada de Tu tierna compasión y que nos Mires con el ojo de Tu providencia amorosa. Haz que nuestra alma prenda con el fuego de Tu Tierno afecto y danos a beber de las aguas vivientes de Tu munificencia. Mantennos firmes en el sendero de Tu amor ardiente y permítenos que moremos dentro de los recintos de Tu santidad. En verdad, Tú eres el Donador, el Más Generoso, el Sapientísimo, el Informado de todo.

¡Glorificado eres Tú, oh mi Dios! Te invoco por Tú Más Grande Nombre, mediante el cual los secretos ocultos de Dios, el Más Exaltado, fueron divulgados y convergen los linajes de todas las naciones hacia el centro focal de Fe y certidumbre, mediante el cual Tus Palabras luminosas brotaron para la reanimación de la humanidad y la esencia de todo conocimiento fue revelada de la Encarnación de munificencia. Ojalá que mi vida, mi ser más íntimo, mi alma y mi cuerpo sean ofrendados en sacrificio por el polvo ennoblecido de Sus huellas.

Ruego ansiosamente, oh Señor mi Dios, por Tú muy glorioso Nombre, mediante el cual Tu soberanía ha sido establecida, y se han manifestado las muestras de Tu poderío, y mediante los cuales los océanos de la vida y del éxtasis sagrado se han encrespado para revivir los huesos decrépitos de todas Tus criaturas, y para la renovación de los miembros de quienes han abrazado Tu Causa, Te ruego anhelante que dispongas graciosamente para nosotros el bien de este mundo y del venidero, que nos permitas obtener la entrada en La corte de Tu misericordia y de tu amabilidad, y que prenda en nuestros corazones la llama de la alegría y del éxtasis, de modo tal que los corazones de los hombres sean por ello atraídos.

Verdaderamente, Tú eres el Potentísimo, el Protector, el Todopoderoso, el Que subsiste por Sí mismo.

¡Gloria sea a Ti, oh Señor mi Dios! Te ruego que me perdones a mí y quienes hacen valer Tu Fe. Verdaderamente, Tú eres el Señor soberano, el Perdonador, el Más Generoso. ¡Oh mi Dios! Faculta a los siervos que están privados de conocimiento para que sean admitidos en Tu Causa; pues una vez que saben de Ti, dan testimonio de la verdad del Día del Juicio y no discuten las revelaciones de Tu munificencia. Envía sobre ellos las muestras de Tu gracia y confiéreles, dondequiera que residan, una medida liberal de aquello que has dispuesto para los piadoso entre Tus siervos. Tú eres en verdad el Supremo Gobernante, el Munífico, el Más Benévolo.

¡Oh mi Dios! Concede que las efusiones y bendiciones de Tu favor desciendan sobre los hogares cuyos moradores han abrazado Tu Fe, en señal de Tu gracia y en prenda de la amabilidad surgida de Tu presencia. En verdad, Tú eres insuperado en la concesión de perdón. Si Tú munificencia les fuese retirada a todos, ¿cómo podría reconocerte nadie de entre los seguidores de la Fe en Tu Día?

Bendíceme, oh mi Dios, y a aquellos que han de creer en Tus Signos en el Día designado, y a quienes alberguen amor en sus corazones, un amor que Tú les infundiste. En verdad, Tú eres el Señor de rectitud, el Más Exaltado.

Inmensurablemente exaltado eres Tú, oh mi Dios, por encima de las tentativas de todos los hombres y cosas creadas por alabarte y reconocerte. Ninguna criatura puede comprender como corresponde a la realidad de Tu Santo Ser, ni siervo alguno puede adorarte como es digno de Tu Presencia incognoscible. Loor a Ti; demasiado elevado es Tu exaltado Yo para que ninguna alusión procedente de Tus criaturas pueda nunca obtener ingreso en Tu presencia.

Oh mi Dios, cuando quiera que me remonto a Tu santa atmósfera y alcanzo el espíritu más íntimo de la oración elevada a Ti, me veía llevado a reconocer que Tú eres inaccesible y que no hay mención de Ti que pueda alcanzar Tu corte trascendente. Por lo tanto, me he vuelvo hacia Tus Amados, Aquellos a los que has conferido Tu propia estación para que puedan manifestar Tu amor y verdadero conocimiento. Bendícelos, pues, oh mi Dios, con toda distinción y dádiva benéfica que albergue Tú conocimiento dentro del dominio de Tu poder.

¡Oh mi Dios, mi Señor y mi Maestro! Juro por Tu poderío y gloria que Tú solo y nadie más salvo Tú eres el Deseo último de todos los hombres, y de que Tú solo y nadie más excepto Tú eres el objeto de adoración. ¡Oh mi Dios! Los senderos de Tu gloria inaccesible me han impulsado a pregonar estas palabras y las vías de Tus alturas inalcanzables me han guiado a formular estas alusiones. ¡Exaltado eres Tú, oh mi Dios! Las evidencias de Tu revelación son demasiado manifiestas para mí para que necesite yo referirme a nada más salvo a Ti, y el amor que Te profeso es mucho más dulce a mi gusto que el conocimiento de todas las cosas y me libera de la necesidad de procurar el conocimiento de nadie más que no sea el Tuyo.

Toda alabanza sea para Ti, oh mi Señor. Verdaderamente, creo en Ti, tal como eres en Ti mismo; y por Ti, tal como eres en Ti mismo. Pido perdón por mí mismo y en nombre de toda la humanidad.

¡Oh mi Dios! Me he apresurado hacia Tu rostro en busca de amparo y me he arrojado yo mismo ante Ti sin que tenga poder alguno en Tu santa presencia. Si me escarmentases con Tu poder, a buen seguro serías justo en Tu decreto; y si me concedieses toda dádiva benéfica, ciertamente serías el más generoso y Munífico. Verdaderamente, Tú eres independiente de todos los pueblos del mundo.

He buscado la reunión contigo, oh mi Maestro, y no obstante no he logrado alcanzarla salvo a través del conocimiento del desprendimiento de todo salvo de Ti. He suspirado por Tu amor, pero no lo he alcanzado excepto al renunciar a todo lo demás aparte de Ti mismo. Me he afanado por rendirte culto, y no he conseguido adorarte, excepto al amar a quienes Te profesan amor. A nadie reconozco, oh mi Dios, excepto a Ti. Tú eres incomparable y careces de copartícipe. Sólo Tú sabes nuestras faltas y nadie más posee este conocimiento. Te pido perdón por todo cuanto Te desagrade.

En todo tiempo Te invoco con la lengua de Tu inspiración, diciendo: "Tú eres en verdad el Poseedor, el Impar. No hay otro Dios salvo Tú. Inmensurablemente lejano y exaltado más allá de las descripciones de quienes arrogantemente Te asignan pares".

Toda majestad y gloria, oh mi Dios, y todo dominio y luz y grandeza y esplendor sean para Ti. Tu concedes la soberanía sobre quienquiera que deseas y la retiras de quienquiera que desees. No hay otro Dios sino Tú, el Que todo lo posee, el Más Exaltado. Tú eres Aquel Que de la nada creó el universo y a todos sus habitantes. No hay nada digno de Ti excepto Tú mismo, en tanto que todo lo demás, salvo Tú, son seres aherrojados en Tu santa presencia, y son como nada en comparación con la gloria de Tu propio Ser.

Lejos de mí el ensalzar Tus virtudes excepto mediante lo que Tú has alabado en Tu trascendente Libro donde dices: "No hay visión que Le abarque, pero Él abarca toda visión. Él es el Sutil, el Que todo lo percibe".79 Gloria sea a Ti, oh mi Dios, pues en verdad ninguna mente ni visión, por muy aguda o discriminadora que sean, podrán nunca aprehender la naturaleza del más insignificante de Tus signos. Verdaderamente, Tú eres Dios, no hay Dios aparte de Ti. Soy testigo de que sólo Tú mismo eres la única expresión de Tus atributos, que ninguna alabanza de nadie aparte de Ti puede alcanzar jamás Tu santa corte ni pueden Tus atributos ser sondeados por nadie más aparte de Ti mismo.

Gloria sea a Ti, Tú estás exaltado por encima de la descripción de nadie salvo Tú mismo, puesto que trasciende la concepción humana el magnificar adecuadamente Tus virtudes o comprender la realidad más íntima de Tu Esencia. Lejos de Tu gloria esté el que Tus criaturas Te describan o que nadie, aparte de Ti, Te haya conocido jamás. Yo Te he conocido, oh mi Dios, porque Te diste a conocer a mi, pues de no habérteme revelado, no Te habría conocido. Te adoro en virtud del emplazamiento que me diste, pues de no haber sido por Tu citación no Te habría adorado. Alabado seas Tú, oh mi Dios, mis faltas se han agigantado y mis pecados han adquirido proporciones aflictivas. Cuán desgraciada se demuestra mi postración en Tu santa presencia. No Te he reconocido en la medida en que Tu Te revelaste ante mi; no Te he adorado con la devoción que es digna de Tu emplazamiento; ni Te he obedecido pues no hollé el sendero de Tu amor de la manera en que me inspiraste.

Tu poderío me da fe, oh mi Dios, de que lo que Te cumple es mucho mayor y más exaltado que nada de lo que pudiera intentar realizar. En efecto, nada puede comprenderte como es digno de Ti, ni criatura servil alguna puede adorarte como conviene a Tu culto. Tan perfecta y exhaustiva es Tu prueba, oh mi Dios, que su esencia interior trasciende la descripción de toda alma y tan abundantes son las efusiones de Tus dádivas que ninguna facultad puede justipreciar su gama infinita.

¡Oh mi Dios! ¡Oh mi Maestro! Te suplico por Tus múltiples generosidades y por los pilares que sostienen Tu trono de gloria, que tengas piedad de estas gentes humildes que son incapaces de sobrellevar las cosas desagradables de esta vida pasajera, y cuánto menos de soportar Tus escarmientos en la vida venidera, un escarmiento que ha sido ordenado por Tu justicia, invocado por Tu cólera y que continuará existiendo por siempre.

Te ruego por Ti mismo, oh mi Dios, mi Señor y mi Maestro, que intercedas en mi nombre. He huido desde Tu justicia a Tu misericordia. Busco refugio en Ti y en quienes no se desvían de Tu sendero, ni siquiera en la medida de un parpadeo, aquellos por cuya causa Tú creaste la creación en prenda de Tu gracia y merced.

¡Oh mi Dios! No hay nadie salvo Tú que pueda aplacar la angustia de mi alma, y Tú eres mi altísima aspiración, oh mi Dios. Con nadie está esposado mi corazón excepto contigo y con quienes Tú amas. Solemnemente declaro que mi vida y muerte Te están dedicadas a Ti. En verdad, Tú eres el Incomparable y carece de copartícipe.

¡Oh mi Señor! Te ruego que me perdones por apartarme de Ti. Por Tu gloria y majestad, no Te he reconocido y adorado adecuadamente, siendo así que Tú Te das a conocer a Ti mismo y me llamas para recordarte como cumple a Tu estación. Un pesar aflictivo me acosaría, oh mi Señor, si Tú hicieras presa en mí debido a mis faltas y transgresiones. No conozco a ningún socorredor salvo Tú. No tengo refugio adonde huir salvo a Ti. Ninguna de entre Tus criaturas puede atreverse a interceder contigo sin Tu permiso. Me aferro a Tu amor ante Tu corte, y, de acuerdo con Tu mandato, rezo anhelante como cumple a Tu gloria. Te ruego que atiendas a mi Llamamiento tal como me prometiste. Verdaderamente, Tú eres Dios; no hay otro Dios sino Tú. Solo y desasistido, Tú eres independiente de todas las cosas creadas. Ni la devoción de Tus amantes Te aprovecha, ni los actos malévolos de los infieles Te perjudican. Verdaderamente, Tú eres mi Dios, Aquel que nunca faltará a Su promesa.

¡Oh mi Dios! Te suplico por las evidencias de Tu favor, que me acerques a las alturas sublimes de Tu santa presencia, y que me protejas de inclinar oídos a las alusiones sutiles de cualquier cosa que no seas Tú. Guía mis pasos, oh mi Dios, en pos de lo que Te es aceptable y agradable. Escúdame, mediante Tu poder, de la furia de Tu ira y escarmiento, e impide que entre en las habitaciones no deseadas por Ti.

¡Oh mi Dios! No Te he reconocido como es digno de Tu gloria, y no Te he temido como es propio de Tu estación. ¿Cómo puedo hacer mención de Ti cuando me hallo en esta condición, y cómo puedo yo fijar mi rostro en Ti cuando no he llegado a cumplir mi deber de adorarte?

No me diste el ser para demostrar la potencia de Tu poder, el cual se halla inconfundiblemente manifiesto y evidente; pues Tú eres Dios, Quien ha existido antes de siempre y cuando nada había. Antes bien, me creaste mediante Tu poder trascendente para que pudiera hacerse graciosamente escueta mención de nosotros ante la manifestación resplandeciente de Tu Recuerdo.

Carezco de conocimientos sobre Ti, oh mi Dios, a no ser lo que Tú me has enseñado para que pueda reconocer Tu Yo (un conocimiento que refleja sólo mi fracaso y pecaminosidad). Aquí estoy, pues, oh mi Dios, enteramente consagrado a Ti, deseoso de actuar según deseas. Humildemente me arrojo ante las revelaciones de Tu misericordia, confesando que Tú eres Dios, que no hay otro Dios sino Tú, y que Tú eres incomparable, que careces de copartícipe, y que nada hay que guarde semejanza contigo. De ello Tú mismo eres testigo, como bien cumple a Tu gloria.

El es Dios, el Gobernante Soberano, el Que siempre vive, Aquél cuya ayuda todos los hombres imploran

¡Alabado y glorificado eres Tú, oh Señor! Tanto el mundo de la existencia como las almas de los hombres dan fe de que Tú eres trascendente más allá de las revelaciones de Tu obra, y los portadores de Tus nombres y atributos proclaman que Tú estás inmensamente exaltado por encima de la alabanza que puedan rendirte los moradores de los dominios de la creación e invención. Todas las apariencias y realidades indican la unicidad de Tu Presencia, y todas las evidencias y signos reflejan la verdad de que Tú eres Dios y de que no hay par o copartícipe en todos los reinos del cielo y de la tierra.

¡Inmensamente elevado y santificado eres Tú, oh Señor! Tu Ser divino testimonia que Tú eres inescrutable para todos cuantos moran en Tu reino de existencia, y que Tú muy íntima esencia proclama que Tú superas crecidamente la descripción de quienes revelan Tu gloria.

Los signos que revelan las esencias santificadas, las palabras que expresan las realidades exaltadas, y las alusiones manifiestas por los entes etéreos proclaman todos que Tú eres inmensurablemente exaltado por encima de cuanto alcanzan las encarnaciones del Reino del ser, y todos afirman solemnemente que Te hallas más allá de la descripción de quienes están envueltos en los velos de la fantasía.

¡La alabanza sea para Ti, oh Señor! Tu Ser divino es testimonio seguro de la unicidad de Tu Esencia más íntima y Tu divinidad suprema testifica la unidad de Tú Yo, y las realidades de todas las cosas creadas atestiguan que no hay vínculo alguno de relación que Te sujete a nada de cuanto has formado en el reino de la creación.

Todo hombre de percepción que se haya instalado en las nobles alturas del desprendimiento, y todo hombre de elocuencia que haya alcanzado la muy sublime estación, dan fe de que Tú eres Dios, el Incomparable, y de que Tú no has nombrado socio para contigo en el reino de la creación, y de que no hay nadie que pueda compararse contigo en el reino de la invención. Los hombres de sabiduría, quienes no tienen sino una mera noción de la revelación de Tu gloria, concibieron una semejanza Tuya de acuerdo con su propio propia comprensión, y los hombres de erudición, quienes no han conseguido sino un asomo de las evidencias múltiples de Tu amabilidad y gloria, han imaginado pares Tuyos de conformidad con su propia imaginación.

¡Glorificado, inmensamente glorificado eres Tú, oh Señor! Toda persona de percepción se halla muy extraviada en su tentativa de reconocerte, y todo hombre de saber consumado se halla perplejo en grado sumo en su búsqueda de Ti. Toda evidencia desmerece de Tu presencia incognoscible y toda luz se desvanece y hunde por debajo del horizonte al compararse siquiera con un destello de los esplendores deslumbrantes de Tu potencia.

Concédeme, oh mi Señor, tu gracia munífica y dádivas benevolentes y confiéreme lo que es condigno de la sublimidad de Tu gloria. Ayúdame, oh mi Señor, a lograr una victoria singular. Franquea la puerta del triunfo indefectible ante mí y otórgame las cosas que has prometido y que están ya a la mano. Eres, en verdad, potente sobre todas las cosas. Refresca mi corazón, oh mi Dios, con las aguas vivientes de Tu amor y dame un sorbo, oh mi Maestro, del cáliz de Tu tierna misericordia. Déjame habitar, oh mi Dios, dentro del aposento de Tu gloria, y consiente, oh mi Dios, que surja de la tenebrosidad de la que está rodeada Tu divina oscuridad. Permíteme que participe de todo el bien que has dispensado a Aquel Que es el Punto y a quienes son los exponentes de Su Causa, y ordena para mí lo que Es digno de Ti y cumple a Tu estación. Perdóname graciosamente por las cosas que he forjado en Tu santa presencia, y no me mires con la mirada de la justicia, sino antes bien libérame mediante Tu gracia, trátame con Tu misericordia y dispón de mi de acuerdo con Tus favores muníficos, según es digno de Tu gloria.

Tú eres el Que siempre perdona, el Todoglorioso, el Conferidor de favores y dádivas, el Señor de gracia abundante. En verdad, no hay otro Dios sino Tú. Tú eres el Que todo lo posee, el Altísimo.

Santificado eres Tú, oh Señor, Tú a Quien todos rinden gracias. Cualquier cosa que yo afirme de Ti no sería sino un delito gratuito ante Ti, y cualquier mención que elija hacer de Ti sería la esencia de la transgresión, y cualquier alabanza con la que pueda glorificarte equivaldría a una blasfemia crasa. Nadie además de Ti ha sido o será capaz de sondear Tu misterio, ni nadie ha logrado ni logrará en ningún momento descubrir Tu Presencia.

¡Magnificado eres Tú! No hay otro Dios sino Tú. En verdad, Tú eres el Regidor Supremo, el Que ayuda en el peligro, el Altísimo, el Incomparable, el Omnipotente, el Todopoderoso. Verdaderamente, Tú eres poderoso en Tu destreza, el Señor de gloria y majestad trascendentes.

Resguarda, oh Dios, a quienquiera que aprenda esta oración de memoria y la recite de día y de noche. Verdaderamente, Tú eres Dios, el Señor de la creación, el Que Proveedor de todo. Tú eres fiel a Tu promesa y haces como Te place. Tú eres Aquel que sostienen en Sus manos los dominios de la tierra y del cielo. Verdaderamente, Tú eres el Todopoderoso, el Inaccesible, el Que ayuda en el peligro, el Imponente.

¡Oh mi Dios, mi Señor y Maestro! Me he desprendido de mis parientes y he procurado, a través de Ti, volverme independiente de todos los que moran en la tierra, y estar siempre presto a recibir lo que es encomiable a Tus ojos. Confiéreme el bien que me haga independiente de todo salvo de Ti, y otórgame una porción más amplia de Tu sinfín de favores. Verdaderamente, Tú eres el Señor de gracia abundante.

¡Te invoco por Tu poder, oh mi Dios! No permitas que me acose ningún daño en la hora de las pruebas; y en los momentos del descuido guía mis pasos rectamente mediante Tu inspiración. Tú eres Dios, potente eres Tú para hacer lo que deseas. Nadie puede resistirse a tu Voluntad o truncar Tu Propósito.

Ruego Tu perdón, oh mi Dios, e imploro perdón según deseas que Tus siervos se dirijan a Ti. Te suplico que limpies nuestros pecados como conviene a Tu Señorío, y que me perdones a mí, a mis padres y aquellos que en Tu estima hayan entrado en la morada de Tu amor de una forma que sea digna de Tu soberanía trascendente y sea acorde con la gloria de Tu poder celestial.

¡Oh mi Dios! Tú has inspirado mi alma para que Te ofrezca su súplica, y de no ser por Ti, no Te habría invocado. Alabado y glorificado eres Tú; Te rindo alabanzas por cuanto Tú Te revelaste para mí, y Te ruego que me perdones, puesto que no he cumplido mi deber de conocerte, ni he caminado por el sendero de Tu amor.

¡Alabado sea Tu Nombre, oh Señor nuestro Dios! Tú eres en verdad el conocedor de las cosas no vistas. Ordena para nosotros ese bien que sólo alcanza a medir Tu conocimiento omnímodo. Tú eres el Señor soberano, el Todopoderoso, el Bienamado.

¡Toda alabanza sea para Ti, oh Señor! Buscaremos Tu gracia el Día designado y pondremos nuestra entera confianza en Ti, Quien eres nuestro Señor. ¡Glorificado eres Tú, oh Dios! Concédenos aquello que es bueno y conveniente para que podamos prescindir de todo excepto de Ti. Verdaderamente, Tú eres el Señor de todos los mundos.

¡Oh Dios! Recompensa a los que soportan pacientemente en Tus días y refuerza sus corazones para que caminen sin desvío por el sendero de la Verdad. Concédeles, oh Señor, las dádivas benéficas que les permitan ganar la entrada a Tu Paraíso de dicha. Exaltado eres Tú, oh Señor Dios. Permite que Tus bendiciones celestiales desciendan sobre los hogares cuyos moradores han creído en Ti. Verdaderamente, insuperable eres Tú para hacer descender las bendiciones divinas. Despacha, oh Dios, a las huestes para que hagan victoriosos a Tus siervos fieles. Tú moldeas las cosas creadas como te place mediante el poder de Tu decreto. Tú eres, en verdad, el Soberano, el Creador, el Omnisciente.

Di: Dios en verdad es el Hacedor de todas las cosas. Él da sostén abundante a cuanto desea. Él es el Creador, la fuente de todos los seres, el Moldeador, el Todopoderoso, el Hacedor, el Sapientísimo. Él es el Portador de los muy excelentes títulos en todos los cielos y la tierra y cuanto yace entrambos. Todos actúan según Su mandato, y todos los moradores de la tierra y del cielo celebran Su alabanza, y a Él regresarán todos.

Mediante Tu revelación, oh mi Dios, Tú me has permitido conocerte, y mediante el fulgor de Tu resplandor refulgente me has inspirado con Tu Recuerdo. Tú eres el Que estás más próximo a mí, sin que nada más se interponga entre Tú y yo, y Tú eres Aquel Cuyo poder nada en absoluto puede frustrar. Lejos éste, pues, de Tu Esencia el que las aves más poderosas de las almas de los hombres o de las imaginaciones humanas escalen jamás sus alturas, y demasiado exaltado es Tu santo Ser para que los sentimientos más elevados de los hombres de comprensión Te alcancen. Desde siempre nadie ha comprendido Tú propio Yo, y por siempre seguirás siendo lo que has sido desde tiempo inmemorial sin que haya nadie junto a Ti.

Magnificado sea Tu Nombre, Tú eres el Bienamado Que me ha permitido conocerte y Tú eres Aquel Renombrado Que graciosamente me ha favorecido con Su amor. Tú eres el Antiguo de los Días, a Quien nadie puede describir mediante las evidencias de Su gloria y majestad, y Tú eres el Poderoso a Quien nadie ha de comprender mediante las revelaciones de Su grandeza y belleza, por cuanto las expresiones de majestad y grandeza y los atributos de dominio y belleza no son sino muestras de Tu Voluntad divina y los reflejos refulgentes de Tu soberanía, las cuales, en razón de Su misma esencia y naturaleza, proclaman que el camino está vedado y dan testimonio de que el sendero es inaccesible y está más allá del alcance de los hombres.

En el Nombre de Tu Señor, el Creador, el Soberano, el Que todo lo sabía, el Más Exaltado, aquél cuya ayuda todos los hombres imploran

Di: ¡Oh mi Dios! ¡Oh Tú Que eres el Hacedor de los cielos y de la tierra, oh Señor del Reino! Tú sabes bien los secretos de mi corazón, siendo así que Tú eres inescrutable para todos salvo para Ti mismo. Tú ves todo lo que es mío, en tanto que nadie más puede hacer otro tanto salvo Tú. Dispénsame, mediante Tu gracia, lo que me permitirá prescindir de todo excepto de Ti, y destina para mí lo que me haga independiente de todo lo demás aparte de Ti. Concede que pueda cosechar el beneficio de mi vida en este mundo y en el venidero. Abre ante mi rostro los portales de Tu gracia y confiere generosamente sobre mí Tu tierna misericordia y bendiciones.

¡Oh Tú Que eres el Señor de gracia abundante! Haz que Tu ayuda celestial rodee a quienes Te aman y concédenos los dones y las gracias que Tú posees. Abastécenos de todas las cosas, perdona nuestros pecados y apiádate de nosotros. Tú eres Nuestro Señor y el Señor de todas las cosas creadas. A nadie más invocamos salvo a Ti y nada imploramos sino Tus favores. Tú eres el Señor de munificencia y gracia, invencible por Tu poder y el más avezado en Sus designios. No hay otro Dios sino Tú, el Que todo lo posee, el Más Exaltado.

Oh mi Señor, confiere Tus bendiciones sobre los Mensajeros, los santos y los rectos. Verdaderamente, Tú eres Dios, el Impar, el Imponente.

¡Glorificado eres Tú, oh Señor mi Dios! Tú eres en verdad el Rey de los Reyes. Tú confieres la soberanía sobre quienquiera que deseas y la arrebatas de quienquiera que Deseas. Tú exaltas a quienquiera que deseas y rebajas a quienquiera que deseas. Tú haces victorioso a quienquiera que deseas y llevas la humillación sobre quienquiera que deseas. Tú confieres riqueza sobre quienquiera que deseas y reduces a la pobreza a quienquiera que deseas. Haces que quienquiera que deseas prevalezca sobre quienquiera que deseas. En Tu puño sostienes el imperio de todas las cosas creadas y mediante la potencia de Tú mandato soberano llamas al ser a quienquiera que deseas. Verdaderamente, Tú eres el Omnisciente, el Omnipotente, el Señor de poder.

¡Alabado y glorificado eres Tú, oh Dios! Concede que se apresure raudo el día en que se alcance Tu Santa presencia. Alegra nuestro corazón mediante la potencia de Tu amor y beneplácito, y concédenos firmeza para que nos sometamos voluntariamente a Tu Voluntad y Decreto. Verdaderamente, Tú conocimiento abarca todas las cosas que has creado o crearás y Tu poderío celestial trasciende todo cuanto has llamado o llamarás al ser. No hay nadie más a quien adorar sino a Ti, nadie a quien desear excepto a Ti, nadie a quien rendir culto salvo a Ti y nada a lo que amar salvo a Tu beneplácito.

Verdaderamente, Tú eres el Regidor supremo, la Verdad Soberana, el Que ayuda en el Peligro, el Que subsiste por Sí mismo.

Tú sabes plenamente, oh mi Dios, que las tribulaciones han arreciado sobre mí desde todos los flancos y que nadie puede disipar o transmutarlas excepto Tú. Sé de cierto, en virtud de mi amor por Ti, que Tú nunca causarás tribulaciones a ninguna alma a menos que Tú desees exaltar su estación en Tu Paraíso celestial y robustecer su corazón en esta vida terrenal con el bastión de tu poder imponente, a fin de que no se inclinen a las vanidades de este mundo. En verdad, Tú eres muy consciente de que en toda condición albergaré el recuerdo de Ti mucho más que la propiedad de todo lo que hay en los cielos y en la tierra.

Refuerza mi corazón, oh mi Dios, en Tu obediencia y en Tu amor y concede que esté libre de la compañía entera de Tus adversarios. Verdaderamente, juro por Tu gloria que no suspiro por nada más salvo por Ti mismo, ni deseo nada excepto Tu misericordia, ni siento aprensión por nada salvo Tu justicia. Te ruego que me perdones a mí y a quienes amas, según Te plazca. Verdaderamente, Tú eres el Todopoderoso, el Dadivoso.

Inmensamente exaltado eres Tú, oh Señor de los cielos y de la tierra, más allá de la loa de todos los hombres, y la paz sea sobre Tus fieles siervos y la gloria sea para Dios, el Señor de todos los mundos.

¡Alabado seas, oh Señor, mi Bienamado! Hazme firme en Tu Causa y concede que figure entre quienes no han violado Tu Alianza ni secundado a los dioses de su propia fantasía ociosa. Facúltame, pues, para obtener un sitial de verdad en Tu Presencia, y confiéreme una muestra de Tu misericordia, y permite que me sume a esos siervos Tuyos que no tendrán temor ni serán sometidos al dolor. No me abandones a mí mismo, oh mi Señor, ni me prives de reconocer a Aquel Que es la Manifestación de Tu propio Yo, ni me cuentes entre los que se han apartado de Tu santa presencia. Cuéntame, oh mi Dios, entre aquellos que han recibido el privilegio de fijar su mirada en Tu Belleza y se deleitan así, al punto de no trocar un solo momento semejante por la soberanía del reino de los cielos y de la tierra o del Reino entero de la creación. Ten piedad de mí, oh Señor, en estos días en que los pueblos de Tierra han errado penosamente; apórtame, pues, oh mi Dios, lo que a Tus ojos es bueno y adecuado. Tú eres verdaderamente el Todopoderoso, el Dadivoso, el Munífico, el Que siempre perdona.

Oh mi Dios, concede que no sea contado entre aquellos cuyos oídos son sordos, cuyos ojos son ciegos, cuyas lenguas son mudas y cuyos corazones no han comprendido. Libérame, oh Señor, del fuego de la ignorancia y del deseo egoísta, consiente que sea admitido en los recintos de Tu misericordia trascendente y envíame de lo alto aquello que Tú has ordenado para Tus elegidos. Potente eres Tú para hacer lo deseas. Verdaderamente Tú eres el Que ayuda en el Peligro, el Que subsiste por Sí mismo.

¡Oh mi Dios, oh mi Señor, oh mi Maestro! Te ruego que me perdones por buscar cualquier placer salvo Tu amor, o cualquier holgura excepto Tu cercanía, o cualquier deleite salvo Tu beneplácito, o cualquier existencia aparte de la comunión contigo.

Tú ves, oh mi Señor, mi morada en el corazón de esta montaña y eres testigo de mi paciencia. Verdaderamente, no he deseado nada más salvo Tu amor y el amor de quienes Te aman. ¿Cómo puedo ensalzar la belleza refulgente de Tu Señorío, consciente como soy de mi nada frente al aposento de Tu gloria? No obstante, el abatimiento de la soledad y apartamiento me impulsa a invocarte mediante esta oración, para que Tus siervos de confianza se vuelvan conscientes de mis lamentos, supliquen en mi favor, y Tú contestes generosamente sus oraciones en muestra de Tu gracia y favor. Soy testigo de que no hay otro Dios sino Tú, por cuanto Tú estás investido de una soberanía, grandeza, gloria y poder que nadie entre Tus siervos puede ver o comprender. En verdad, por virtud de lo que es inherente a Tu Esencia, siempre permanecerás inescrutable a todos excepto a Ti mismo.

¿Quién puede librarnos de las dificultades salvo Dios? Di: ¡Alabado sea Dios! ¡Él es Dios! ¡Todos somos sus siervos y todos nos atenemos a su mandato!

PASAJES TRADUCIDOS POR SHOGHI EFFENDI

Un número considerable de pasajes de los Escritos del Báb han sido traducidos por Shoghi Effendi y citados en sus diversas obras. A continuación se detallan los pasajes incluidos en esta compilación.

Pág. Línea
[PENDIENTE TEXTO Y PAGINACIÓN DEFINITIVOS]

Podrán hallarse traducciones de los Escritos del Báb realizadas por Shoghi Effendi, si bien no incluidas en la presente compilación, en God Passes By, págs. 25, 29 y 30; en The World Order of Bahá’u’lláh, págs. 100, 101, 126, 217, 146 y 147; y en The Epistle to the Son of the Wolf, págs. 141, 142, 151 hasta 160, 165, y 171-176.

1 “Thá” es la primera letra de la palabra “Thamarih”, que significa “fruto”. En sus escritos Shoghi Effendi se refiere al Báb en tanto “Thamarih” (fruto) del Árbol de las Revelaciones sucesivas de Dios. (Véase la carta de Shoghi Effendi dirigida a los bahá’ís de Oriente, fechada Naw-Rúz 110, p. 5)

2 En una de Sus Tablas ‘Abdu’l-Bahá explica que hubo quienes, inducidos a error por esta declaración, pensaron que la mencionada escuela hacía referencia a una institución física dedicada a formar a niños en las primeras letras, cuando en realidad aludía a una escuela espiritual, santificada de los límites del mundo contingente. En el Kitáb-i-Aqdas Bahá’u’lláh Se refiere asimismo a esta Epístola del Báb con las siguientes palabras:

¡Oh Pluma del Altísimo! Discurre sobre la Tabla por orden de Tú Señor, el Creador de los cielos, y habla de la hora en que Quien es la Aurora de la Unidad Divina deseó encaminar Sus pasos hacia la Escuela de la unicidad Trascendente; para que por ventura los puros de corazón obtengan con ello una vislumbre, aun tan pequeña como el ojo de una aguja, de los misterios de Tu Señor, el Todopoderoso, el Omnisciente, los cuales se hallan ocultos tras los velos.

Di: Nos, ciertamente, ingresamos en la Escuela del significado y explicación interiores cuando todas las cosas creadas eran inconscientes. Vimos las palabras que hacía descender Quien es el Todomisericordioso y aceptamos los versículos de Dios, Quien ayuda en el peligro, Quien subsiste por Sí mismo, los cuales Él Nos ofreció, y escuchamos lo que Él solemnemente había afirmado en la Tabla. Esto ciertamente lo vimos. Y asentimos a Su deseo por Nuestro propio mandato, pues verdaderamente somos potente para mandar.

¡Oh pueblo del Bayán! Nos, ciertamente, entramos en la Escuela de Dios cuando dormíais; y leímos atentamente la Tabla cuando estabais sumidos en un profundo sueño. ¡Por el único Dios verdadero! Leímos la Tabla antes de que fuera revelada, mientras que estabais inconscientes, y teníamos perfecto conocimiento del Libro cuando aún no habíais nacido.

Estas palabras son a vuestra medida, no a la de Dios. De esto da testimonio lo que se atesora en Su conocimiento, si sois de aquellos que comprenden; y esto lo atestigua la lengua del Todopoderoso, si sois de aquellos que entienden. Juro por Dios, si descorriésemos el velo, os desvaneceríais. Guardados de discutir vanamente sobre el Todopoderoso y Su Causa, pues he aquí que Él ha aparecido entre vosotros investido con una Revelación tan grande que abarca todas las cosas, ya sean del pasado o del futuro. Si expusiéramos Nuestro tema hablando en el lenguaje de los moradores del reino, diríamos: "En verdad, Dios creó esa Escuela antes de crear el cielo y la tierra, y entramos en ella antes de que fuesen unidas y entrelazadas las letras “S” y “E”.

3 1260 d.h. (1844 d.C.)
4 Corán, 8:44

5 El valor numérico de la letra /Hín equivale a 68. El año 1268 d.h. (1851-1852 d.C.) es el año anterior al nacimiento de la Revelación bahá’í.

6 La Ka’bah de La Meca.
7 Corán 4:119
8 Corán 13
9 Corán 3:182
10 Corán 19:41
11 Corán 17:90
12 Corán 2:285
13 Corán: 3:50
14 Corán 14:4
15 Corán 68:42
16 Corán 7:63, 69
17 Corán 36:68
18 Corán 65:7; 94:5
19 Corán 8:45
20 Corán 2:204
21 Corán 4:51
22 Corán 12:20

23 En los pasajes del Qayyumú’l-Asmá’, el nombre Qurratu’l-‘Ayn (Solaz de los Ojos) hace referencia al propio Báb.

24 Corán 78:38
25 Corán 11:83
26 Corán 24:21
27 Corán 83:25-26
28 Corán 52:6
29 Corán, 29:40
30 Corán 2:206
31 Corán 2:163-164
32 Corán 17:88
33 Corán 74:35-37
34 Corán 21:40
35 Corán: 2:14
36 Corán 4:149
37 Corán 9:32
38 Corán 4:169
39 Corán 5:77
40 Corán 5:15-18
41 Corán 5:22
42 Corán 5:71
43 Corán 2:32; 38:74-78
44 Corán 7:69; 12:40
45 Corán 7:146; 20:90
46 Corán 7:186
47 Corán 4:1
48 Corán 10:50
49 Corán 10:16
50 Corán 10:33
51 Corán 18:42
52 Corán 11:120
53 Corán 6:10
54 Corán 3:172
55 Corán 33:72
56 Corán 6:93
57 Corán 11:87

58 El Bayán se divide en vá/hídes y capítulos, a los que remiten los números indicados.

59 Corán 8:47;33:41;62:10
60 Corán 29:50
61 Corán 57:21

62 En El Día prometido ha llegado, Shoghi Effendi explica que este pasaje fue revelado por el Báb, Quien hablaba asumiendo la voz de Dios.

63 Se trata de una referencia a Quddús, “a quien el Bayán persa ensalza en su calidad de compañero de peregrinaje y en torno a quien rondan espejos en el número de ocho váhídes” (God Passes By, p. 49).

64 Corán 8:2
65 Corán 19:92
66 22 mayo 1844

67 Contados a partir de la Declaración de Mu/hammad; la cual tuvo lugar diez años antes de la hégira, en cuya fecha se inaugura el calendario musulmán.

68 Corán 3:5
69 Corán 68:51

70 Por "noche" se significa el período entre dos Revelaciones divinas cuando el Sol de la Verdad no está manifiesto entre los hombres. En el Bayán persa,II,7, el Báb dice: "¡Oh pueblo del Bayán! No actuéis como ha actuado el pueblo del Corán, pues si obráis de tal guisa los frutos de vuestra noche devendrán en nada".

71 El Kitáb-i-Asmá' se divide en vá/hides y capítulos, a los que hacen referencia estos números.

72 Véase la nota de la pág. [***¿].
73 Véase la nota de la pág. [***¿]
74 Aquel Que se alza (God Passes By, p. 57).
75 El Que es guiado (God Passes By, p. 58).

76 El original de esta oración de protección consta en manuscrito del propio Báb en forma de pentáculo.

77 En referencia al nacimiento del Báb, ocurrido el primer día del mes de Mu/harram, 1235 d.h. (octubre 20, 1819).

78 Corán 37:180-182
79 Corán 6:103
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